Hoy he tenido triple estreno, era la primera vez que visitaba el Auditorio Superior del Palau de les Arts. La sala es impresionante, la sensación es que estás dentro de un esqueleto de una ballena o un dinosaurio. Un gran panel de cerámica la preside en su parte posterior, pero no es muy funcional: los accesos son a través de tres ascensores (supongo que también se podrá subir por las escaleras pero hoy estaban cerradas por una cinta, así que no lo he podido comprobar), el escenario no es muy grande, la orquesta cabe a duras penas, los cantantes para saludar no podían circular cómodamente ya que el podio del director se lo impedía, el acceso a la sala me ha parecido muy estrecho y no hay espacio destinado a guardarropía, así que en medio del pasillo han colocado un perchero con ruedas y una azafata.
En cuanto a la acústica me ha parecido extraña pero prefiero no pronunciarme hasta asistir el viernes al concierto a "capella" y días después a la Gala Puccini.
También era la primera vez que escuchaba a Roberto Alagna en directo y que se representaba Le dernier jour d'un condamné, la ópera de Roberto, Frédérico y David Alagna, en España. Está basada en la obra homónima de Victor Hugo, escrita cuando tenía tan solo 26 años, y se estrenó en el Teatro de los Campos Elíseos el pasado 8 de julio de 2007, la dirección musical ha corrido a cargo de Franck Villard.
¿Realmente tiene sentido en pleno siglo XXI componer una ópera contra la pena de muerte? El rechazo que produce la pena capital en la sociedad occidental es tal que yo creo que no. Cuando Victor Hugo comenzó a escribir su libro hacía un año que se había ejecutado a un hombre tan joven como él, este hecho le impactó profundamente, tuvo que pasar más de un siglo para que la abolición de la pena de muerte fuera una realidad en Francia. Dice mucho más contra la abolición de la pena de muerte el final de Fidelio, entendido en su contexto histórico, que la ópera de los Alagna, y eso que en la ópera de Beethoven no hay ni una sola alusión directa a la pena capital. Es un tema que el público al que va destinada la ópera tiene más que superado, no genera ningún tipo de debate social en los países de nuestro entorno. Pero es un tema que da mucho juego dramático, escuchar al coro gritar “¡Condenado a muerte! ¡Condenado a muerte!” no deja de impresionar.
Los protagonistas principales de la ópera son un hombre y una mujer, ambos condenados a muerte pero en épocas distintas, él vive en la primera mitad del siglo XIX y ella en los primeros años del siglo XXI. La vida ha evolucionado mucho entre uno y otro tiempo pero hay cosas que no han cambiado, y eso es lo que parece que quieren decir los Alagna, pero, como ya he explicado, yo creo que no es del todo cierto.
A lo largo de la obra van apareciendo temas que a mí me parecen muy manidos, la lentitud de la burocracia, la lejanía de la justicia, la hipocresía de la religión, la añoranza de la libertad, la pérdida de la familia, la soledad, el miedo a lo desconocido... Todo aderezado con una música que recuerda a Cyrano de Alfano, a Debussy, al versimo y también a Glass y rematado con dos arias de lucimiento -una para ella y otra para él- y un final muy efectista.
La ópera de David Alagna tiene un marcado carácter oratorial y es posible que funcione mucho mejor en versión concierto que sobre el escenario, la verdad es que no tengo mucho interes en comprobarlo.
Debo decir que no me lo he pasado mal, no me he aburrido, ha habido momentos en los que he disfrutado, es un placer tener a Alagna cantando a sus anchas una parte hecha a su medida, entregado, convencido en lo que hacía, sólo por eso ya ha valido la pena estar ahí. Erwin Schrott se ve que no estaba en buenas condiciones vocales ya que de los cinco papeles que tenía previsto cantar (Primer Forzado, El Cura, Un Desahuciado y El Verdugo) sólo ha cantado el Desahuciado, en el resto ha sido sustituído por el barítono Richard Rittelmann, que ha estado bien pero que no ha dado el juego que podría haber dado Schrott -ha bordado el papel del Desahuciado con sus dotes histriónicas-. También me ha gustado Nathalie Manfrino -Roxane en el Cyrano en DVD de Deutsche Grammophon-, aunque tampoco ha sido como para lanzar cohetes, la próxima primavera sacará un disco de arias francesas para el sello Decca. Bien el Coro Filarmónico de Praga y correcta la dirección de Franck Villard.
Aunque la sala del Auditorio superior de Les Arts tenía numerosos huecos, ha sito un éxito total, el público se ha mostrado muy caluroso con Alagna, el tenor lo ha querido derivar hacia su hermano, pero lo cierto es que sin aquél no creo que la ópera vaya a ningún sitio.
Y así es como yo lo he visto.
En cuanto a la acústica me ha parecido extraña pero prefiero no pronunciarme hasta asistir el viernes al concierto a "capella" y días después a la Gala Puccini.
También era la primera vez que escuchaba a Roberto Alagna en directo y que se representaba Le dernier jour d'un condamné, la ópera de Roberto, Frédérico y David Alagna, en España. Está basada en la obra homónima de Victor Hugo, escrita cuando tenía tan solo 26 años, y se estrenó en el Teatro de los Campos Elíseos el pasado 8 de julio de 2007, la dirección musical ha corrido a cargo de Franck Villard.
¿Realmente tiene sentido en pleno siglo XXI componer una ópera contra la pena de muerte? El rechazo que produce la pena capital en la sociedad occidental es tal que yo creo que no. Cuando Victor Hugo comenzó a escribir su libro hacía un año que se había ejecutado a un hombre tan joven como él, este hecho le impactó profundamente, tuvo que pasar más de un siglo para que la abolición de la pena de muerte fuera una realidad en Francia. Dice mucho más contra la abolición de la pena de muerte el final de Fidelio, entendido en su contexto histórico, que la ópera de los Alagna, y eso que en la ópera de Beethoven no hay ni una sola alusión directa a la pena capital. Es un tema que el público al que va destinada la ópera tiene más que superado, no genera ningún tipo de debate social en los países de nuestro entorno. Pero es un tema que da mucho juego dramático, escuchar al coro gritar “¡Condenado a muerte! ¡Condenado a muerte!” no deja de impresionar.
Los protagonistas principales de la ópera son un hombre y una mujer, ambos condenados a muerte pero en épocas distintas, él vive en la primera mitad del siglo XIX y ella en los primeros años del siglo XXI. La vida ha evolucionado mucho entre uno y otro tiempo pero hay cosas que no han cambiado, y eso es lo que parece que quieren decir los Alagna, pero, como ya he explicado, yo creo que no es del todo cierto.
A lo largo de la obra van apareciendo temas que a mí me parecen muy manidos, la lentitud de la burocracia, la lejanía de la justicia, la hipocresía de la religión, la añoranza de la libertad, la pérdida de la familia, la soledad, el miedo a lo desconocido... Todo aderezado con una música que recuerda a Cyrano de Alfano, a Debussy, al versimo y también a Glass y rematado con dos arias de lucimiento -una para ella y otra para él- y un final muy efectista.
La ópera de David Alagna tiene un marcado carácter oratorial y es posible que funcione mucho mejor en versión concierto que sobre el escenario, la verdad es que no tengo mucho interes en comprobarlo.
Debo decir que no me lo he pasado mal, no me he aburrido, ha habido momentos en los que he disfrutado, es un placer tener a Alagna cantando a sus anchas una parte hecha a su medida, entregado, convencido en lo que hacía, sólo por eso ya ha valido la pena estar ahí. Erwin Schrott se ve que no estaba en buenas condiciones vocales ya que de los cinco papeles que tenía previsto cantar (Primer Forzado, El Cura, Un Desahuciado y El Verdugo) sólo ha cantado el Desahuciado, en el resto ha sido sustituído por el barítono Richard Rittelmann, que ha estado bien pero que no ha dado el juego que podría haber dado Schrott -ha bordado el papel del Desahuciado con sus dotes histriónicas-. También me ha gustado Nathalie Manfrino -Roxane en el Cyrano en DVD de Deutsche Grammophon-, aunque tampoco ha sido como para lanzar cohetes, la próxima primavera sacará un disco de arias francesas para el sello Decca. Bien el Coro Filarmónico de Praga y correcta la dirección de Franck Villard.
Aunque la sala del Auditorio superior de Les Arts tenía numerosos huecos, ha sito un éxito total, el público se ha mostrado muy caluroso con Alagna, el tenor lo ha querido derivar hacia su hermano, pero lo cierto es que sin aquél no creo que la ópera vaya a ningún sitio.
Y así es como yo lo he visto.
Dead man walking és una òpera escrita por Jake Heggie, con libreto de Terrence Mc Nally estrenada en San Francisco el 7 de Octubre del 2.000, que trata el mismo tema y que "mi" corresponsal Amfortas nos habló de una representación en la NYCO, de manera muy positiva.
ResponderEliminarLa grabación comercial es excelente.
Supongo que es una fora más moderna de acercarmos a la pena de muerte. En los EE.UU sigue vigente en muchos estados.
Por otro lado la Manfrino es la cuñada de Alagna, está casad con uno de los hermanísimos. Todo queda en família.
¡Qué ganas de pisar el auditorio! Aunque hasta el Requiem de Verdi tendré que esperar. En general, parece que has sacado más cosas positivas que negativas, de lo cual me alegro. Estoy de acuerdo contigo en lo poco apropiado de la temática social de la obra dado el contexto en el que ha sido creada y en el que se representa. El arte no tiene por qué ser social pero si se elige ese camino al menos que sea de verdad, no sirve de nada revisar la obra de Victor Hugo ahora, o al menos no así.
ResponderEliminarBueno, aunque en Europa lo veamos de otra manera, no hay que olvidar que en muchos países, entre ellos el más poderoso del mundo, la pena de muerte sigue muy vigente y sin visos de dejar de estarlo.
ResponderEliminar¿Qué tal está Alagna de voz, maac? Me muero por escucharle en vivo, ojalá no cancele su recital de Madrid...
Sí, es una vergüenza para un país que se llama de las libertades y se lo cree. Desgraciadamente la pena de muerte todavía se aplica en muchos países, en otros, como el nuestro, es un debate superado (aunque a veces lo dudo, hay cada elemento suelto por ahí y se escuchan algunas cosas sobre la política antiterrorista que igual si algún partido lo propusiera nos sorprenderíamos), y eso era lo que quería decir.
ResponderEliminarXimo, he leído cosas sobre Dead man walking pero no la he escuchado todavía.
ResponderEliminarPapagena, a Alagna lo encontré en buena forma vocal, es un papel está hecho a su medida, estuvo muy entregado y con ganas, y supo transmitir su entusiasmo al público, la voz sobresalía sobre la orquesta y coro sin ningún tipo de problemas. Yo disfruté mucho con su manera de decir el texto en francés, el fraseo... Este hombre en el repertorio francés es un maestro. Y como en la ópera no se limita a cantar dos arias y un dúo y unos cuantos recitativos, sino que lo tenía casi siempre cantando a pocos metros, disfruté muchísimo. Por eso digo que me parece que esta obra sin Alagna sería insoportable.
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ResponderEliminarEl comentario anterior se ha eliminado por difamar a Richard Rittelmann.
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