sábado, 19 de noviembre de 2016

I vespri siciliani (7) - Acto 2 - Sacrifican a unas muchachas para hacer la revolución.

En el segundo acto de Las vísperas sicilianas hace su primera aparición el médico Giovanni da Procida (bajo), se encuentra, en secreto, en una playa cercana a Palermo, allí ha desembarcado con Mandredo y algunos de sus seguidores, ha vuelto después de un largo exilio, pues es el cabecilla de los patriotas sicilianos y, después de que sus intentos de encontrar apoyo por las cortes extranjeras hayan sido infructuosos, su propósito es incitar al pueblo a la rebelión contra los franceses. Lo primero que hace es saludar a su patria en un recitativo y aria antológicos, una de las piezas más famosas escritas por Verdi para la voz de bajo: "O tu Palermo". Vamos a escuchar el recitativo y aira en la voz del bajo vasco José Mardones:


Tras saludar a su querida patria envía un emisario para citar allí a la duquesa Elena y a Arrigo. Al aria "O tu Palermo" sigue una cabaleta en la que exhorta al grupo de seguidores sicilianos a preparar la liberación de su patria, pocas cabaletas arcaicas como ésta le quedarían que escribir a Verdi. 

Elena y Arrigo acuden (como un rayo) al encuentro de Procida, quien da cuenta de sus gestiones por tierras extranjeras, llama la atención la postura de el futuro Pedro III el Grande, no se mojará hasta que el pueblo se levante contra los franceses, es el momento de que el pueblo siciliano despierte y entonces la duquesa Elena tiene una idea que no sé si calificarla de brillante o desalmada: "sirvan como cebo las parejas de prometidos que (...) van a unirse al pie del altar", sería la chispa que prendería la revuelta. Procida elige a Arrigo como uno de los cabecillas de esta campaña y deja solos a la pareja de enamorados que cantan un hermoso dúo en él aprovecha Arrigo para declarar a Elena su amor y promete vengar la muerte del hermano de ésta. Vamos a escuchar este dúo que ya anuncia al momento de la venidera Don Carlos, Martina Arroyo y Plácido Domingo:


Aparece un oficial francés con un grupo de soldados que entrega a Arrigo una carta que contiene una invitación de Monforte a un baile en su palacio, a nuestro joven héroe le falta tiempo para rechazarla, pero el oficial entonces le dice que más que una invitación se trata de una orden y los soldados se lo llevan a la fuerza, justo entonces vuelve Procida que contempla cómo se alejan. Ha convocado en ese lugar a los ciudadanos y hacia ese lugar se dirigen, entre ellos las prometidas de las bodas de que hablaba Elena. Verdi introduce aquí una danza popular del sur de Italia, la tarantella (hablábamos de ella el otro día en la entrada sobre el ballet de Las vísperas). Los franceses se abalanzan sobre las jóvenes novias, secuestran a unas cuantas mientras que otras consiguen huir, estalla la ira entre los sicilianos, Procida ha tenido éxito, ha prendido la mecha y el pueblo comienza a despertar en la lucha de resistencia (no es una jugada muy limpia, sacrificar a unas pobres doncellas para provocar una revuelta, estos detalles del libreto no gustaban nada a Verdi pero Scribe eludía cualquier encuentro con el compositor).

Suena una bella melodía y hace acto de aparición una nave en el que un grupo de nobles franceses, con las doncellas raptadas, cantan ávidos de placer, se dirigen al baile de palacio. Los conspiradores aprovecharan la fiesta para entrar en el palacio, una vez allí Prócida, camuflado con distinta ropa, asesinará a Monforte. El acto finaliza de una forma muy vistosa, con una mezcla del coro de franceses en la nave y el de sicilianos y solistas en tierra en la grabación de estudio dirigida por Levine.



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