jueves, 9 de abril de 2009

Monteverdi - Pianto della Madonna sopra il Lamento d'Arianna



Claudio MONTEVERDI : Pianto della Madonna sopra il Lamento dell'Arianna. Motete para soprano y bajo continuo de Selva Morale e spirituale, publicado en Venecia en 1640. Lo escuchamos en versión de Gabriel Garrido con Adriana Fernandez.


Pianto della Madonna sopra il Lamento dell'Arianna

Se trata de una adaptación con texto en latín del famoso Lamento d'Arianna, compuesto por Monteverdi para su segunda ópera, Arianna, basada en un libreto de Ottavio Rinuccini y estrenada en Mantua en 1608. Nunca se imprimió la música de esta ópera, se perdió para siempre, sólo el Lamento se publicó en 1623 separadamente, aunque ya en 1614 había aparecido un arreglo en forma de madrigal a cinco voces (Sexto Libro de Madrigales).

Iam moriar, mi fili, iam moriar, mi fili.
Quisnam poterit mater consolari
in hoc fero dolore,
in hoc tam duro tormento?
Iam moriar, mi fili.
Mi Jesu, o Jesu, mi sponse, sponse
mi, dilecte mi, mea spes, mea vita,
me deferis, heu, vulnus cordis mei!
Respice Jesu mi, respice Jesu precor,
respice matrem tuam
quae gemendo pro te pallida languet
atque in morte funesto, in hac tam dura
et tam immani Cruce
tecum petit affigi.
Mi Jesu, o Jesu mi,
o potens homo, o Deus
cujus pectores, heu, tanti doloris
quo torquetur Maria.
Miserere gementis,
tecum quae extincta sit quae per te vixit.
Sed promptus ex hac vita discendis,
o mi fili, et ego hic ploro.
Tu confringes infernum, hoste victo superbo,
et ego relinquor,
praeda doloris, solitaria et maesta.
Te pater almus, teque fons amoris suscipiant laeti,
et ego te non videbo,
o pater, o mi sponse.
Haec sunt, haec sunt promissa
Archangeli Gabrielis?
Haec illa excelsa sedes
antiqui patris David?
Sunt haec regalia sceptra,
quae tibi cingant crines?
Haec ne sunt aurea sceptra,
et sine fine regnum,
affigi duro ligno
et clavis laniari atque corona?
Ah Jesu, ah Jesu mi,
en mihi dulce mori!
Ecce plorando, ecce clamando
rogat te misera Maria,
nam tecum mori est illi gloria et vita.
Heu, fili, non respondes!
Heu, surdus es ad fletus atque querellas!
O mors, o culpa, o inferne, esse sponsus meus
mersus in undis velox!
O terrae centrum,
aperite profundum,
et cum dilecto meo me quoque absconde!
Quid loquor, heu, quid spero? Misera,
heu iam! quid quaero?
O Jesu, o Jesu mi,
Non sit, non sit quid volo,
non sit quid volo,
sed fiat quod tibi placet.
Vivat maestum cor meum, pleno dolore,
pascere, fili mi, matris amore.

Déjame morir, Hijo mío, pues quién podría consolar a una madre con este dolor atroz, con estos tormentos insoportables. Déjame morir, Hijo mío. Jesús mío, mí Jesús, mi amado esposo, mi esperanza, mi vida. Me dejas, ¡Ah! Mi corazón se desgarra. Piensa en mí, Jesús mío, te lo suplico, piensa en tu madre que gime y suspira detrás de Ti y que te pide el compartir contigo esta muerte atroz, clavada sobre la dura y terrible cruz. ¡Jesús mío! ¡Mi Jesús! ¡Poderoso Hombre! ¡Dios! El sufrimiento de tu corazón alcanza también a María. Ten piedad de sus gemidos y deja a aquélla, que ha vivido por Ti, morir contigo. Tú tienes que abandonar la vida demasiado pronto, Hijo mío, y yo tengo que llorar aquí abajo. Bajarás a los infiernos y vencerás al fiero enemigo, y yo quedaré abandonada, presa de la tristeza, sola, con el corazón roto. Te acogerá tu querido Padre y el Espíritu Santo, y yo no volveré a verte. Padre mío, mi bien amado Padre ¿Son esas las promesas del Arcángel Gabriel? ¿Así es el elevado trono de nuestro antepasado David? ¿Así es la Real corona que debe ceñir tu frente? ¿Así es el cetro dorado, los límites de tu reino, el ser clavado en cruel madera, traspasado por clavos y coronado de espinas? ¡Ay, Jesús! Jesús mío, la muerte hoy me parece algo dulce. Mira mis lágrimas, escucha mi lamento, complace a la pobre Maria que te lo suplica. Morir contigo es su gloria y su vida. Hijo mío ¿No respondes? ¡Eres sordo a mi llanto y gemidos! ¡Oh, muerte! ¡Oh, pecado! ¡Oh, infiernos! Mi Hijo hundido en el fondo del abismo. ¡Oh, tierra, ábrete desde lo más profundo y sepúltame con mi bien amado! ¿Pero qué digo? ¿Que es lo que, en mi desolación, estoy deseando? ¡Basta de llantos! ¡Jesús! ¡Mi Jesús! Que no sea satisfecha mi voluntad, sino la tuya. Deja vivir a este pobre corazón aunque esté inundado por el dolor; y Tú, Hijo mío, fortifícate del amor de una madre.

Ariadna abandonada. Angelica Kauffmann (1774)

Podemos escuchar las otras versiones citadas, el Lamento d'Arianna -que ya pasó por el blog el año pasado- por Kathleen Ferrier, una versión super-reducida y anticuada pero que vale la pena por la calidad de la cantante, y el madrigal por La Venexiana.


Lamento d'Arianna - Ferrier


Lasciatemi morire (Sexto Libro de Madrigales) - La Venexiana




No hay comentarios:

Publicar un comentario