El pasado viernes falleció la cantante sueca Elisabeth Söderström, contaba con 82 años de edad. A Elisabeth Söderström la recordaré siempre por dos cosas: por haberme dado a conocer la obra de un compositor excepcional, Leos Janacek, a través de las grabaciones que efectúo junto a Mackerras en DECCA y por ser la primera Leonora de Fidelio que conocí en imágenes.
Escuchemos en un vídeo de Youtube subido por PieterdeRooijHolland una selección de Katia Kabanova en la grabación que realizaron para DECCA, en 1977, Elisabeth Söderström como Katia, Petr Dvorsky como Boris, la Orquesta Filarmónica de Viena y Charles Macckerras en la dirección:
Dejemos que sea ella misma la que nos cuente cosas sobre su carrera y su manera de entender el canto a través de una entrevista que le realizó Juan Antonio Muñoz H. y que completa la encontraréis en "La Música Emol":
- Durante mi larga carrera, que comenzó en 1947 y que aún no termina, he tenido la fortuna de cantar una gran variedad de música. Mi debut profesional fue en el Teatro de la Corte de Drottningholm, después de realizar estudios en Estocolmo. En 1950 llegué a ser miembro de la Opera Real con un contrato que me permitió desarrollar una carrera internacional. Cuando tenía 20 años, ofrecí mis primeros recitales con acompañamiento de piano, orquesta y grupos de cámara. Tuve compromisos para actuar en Alemania, Gran Bretaña, Francia y los países escandinavos como una cantante de concierto. Mi repertorio consistía de obras en alemán, italiano, francés, inglés y ruso. Opera, opereta, Lieder y hasta música popular. Me sentía cómoda con todo. Para mí siempre ha sido bastante natural expresarme a través del canto y realmente no podría decir si hay un repertorio en específico en el que me sienta mejor.
- Aprendí pronto que Strauss era un maravilloso hombre de teatro. Sus óperas se tienen que interpretar tanto con una buena actuación como con un buen canto. No necesariamente tiene que existir una gran voz, sino que se debe saber cómo articular y utilizar la declamación dramática. Los mismos valores se necesitan en la música de Janácek. Tanto Strauss como Janácek son hombres expertos en drama y dan mucho quehacer en la parte escénica. Uno tiene que descubrir qué quieren decir entre las líneas cantadas.
- En 1957 canté el Compositor ("Ariadna en Naxos"), en Glyndebourne. Me fue tan bien que me pidieron que volviera a cantar Octavian en "El caballero de la rosa", en mayo de 1959. Ya había firmado contrato con la Metropolitan Opera para hacer Sophie en diciembre. En enero de 1959, hubo una crisis en la Opera de Estocolmo. Se suponía que tendríamos un nuevo "Caballero" en febrero y de un momento a otro ya no había Mariscala; prácticamente me ordenaron que me aprendiera y cantara el rol.
.(En 1959 interpretó Oktavian, Sophie y la Mariscala). Ese fue el año más interesante de toda mi vida operística. La oportunidad única de meterme bajo la piel de estos tres personajes interesantes sólo con la ayuda de Von Hoffmansthal y Strauss era fantástica, y no necesitaba ningún modelo. Todo lo que requería era la música. Canté Octavian hasta 1968, pero me incliné definitivamente por la Mariscala María Teresa en 1971.
En 1978 estaba haciendo la Mariscala en la Royal Opera. La cantante en el rol de Octavian tuvo problemas vocales y al final del primer acto su voz desapareció. En el intermedio, el gerente trató de encontrar reemplazo para ella, pero no tuvo suerte. Tendremos que mandar al público para la casa, dijo. Sobre mi cadáver, contesté. Déme el vestuario. Cantaré el segundo acto mientras trata de encontrar otro Octavian. Fue sólo cuando estaba en bambalinas con la rosa de plata en la mano que me di cuenta de que habían pasado diez años desde que había cantado el rol por última vez. Pero las palabras vinieron a mi mente con total naturalidad, el público quedó contento y Kerstin Meyer acudió a nuestro rescate en el tercer acto. Volví felizmente a mi Mariscala.
- Trabajando con Pierre Boulez, "Pelléas et Mélisande" (Debussy) fue otro hito en mi vida. El creó una atmósfera maravillosa en los interludios. Logró que fuera fácil para mí representar a una niña que ha sufrido un gran dolor, que ha sido desesperadamente infeliz, pero que encuentra momentos breves de felicidad y amor con Pelléas. Hay un misterio con respecto a ella y al público se le debe dar la oportunidad de adivinar su pasado. Como Mélisande, uno debe saber cuál es su secreto pero nunca decirlo; ella muere sin revelar su tragedia.
Y para finalizar su Leonora en Glyndebourne bajo la dirección de Haitink:
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