miércoles, 12 de mayo de 2010

La Salomé de Behrens.

Behrens como Salomé. Salzburgo 1977.


"La música surge del contexto dramático (...) Nunca he tenido la tentación de utilizar la voz como un fetiche. Para mí es como un vehículo, no puedo considerarla como un becerro de oro."

Hildegard Behrens

Y hoy llegamos a una Salomé a la que le costó bastante entrar a formar parte de mis preferidas, Hildegard Behrens, hoy ya se ha hecho un merecido hueco entre ellas. La voz de Behrens es un misterio, escuchándola en Salomé parece antes la de una soprano lírica o lírico-spinto que la de una dramática que pudiera afrontar roles tan monumentales como los de Isolda o Brünnhilde, ¿estaremos ante el ideal buscado por el compositor, una mujer recién llegada a la edad núbil con la voz de Isolda? Pudiera ser. Cuando Behrens grabó esta Salomé acababa de triunfar en Salzburgo con este papel y con idéntico reparto. Aunque había cantado Leonora de Fidelio en el Covent Garden el año anterior, fue en las representaciones de Salzburgo el año 1977 cuando alcanzó renombre internacional. Lo que más me gusta de Behrens es el timbre tan maleable que exhibe, le permite emitir suavemente, de un modo casi etéreo, las frases más sutiles, alejándose de las Salomés-Turandot, y a la vez descender al grave con cierta comodidad, si bien no tiene más remedio que recurrir a resonancias de pecho que para algunos no serán muy ortodoxas. Es la de Behrens, sobre todo en estudio, una de las Salomés más sensuales y eróticas de la discografía. Siempre cuidada por la batuta de Karajan, que tiende a lo camerístico y delicado, obviando en la medida de lo posible los detalles expresionistas de la partitura -no olvidemos que la orquesta de Salomé supera los 100 instrumentistas-; ahora bien, Karajan se preocupa por la transparencia del sonido para así resaltar el cromatismo de la música y la genial orquestación de Strauss, no he querido decir que Behrens necesitara de un cuidado especial -su voz era más que suficiente, pensemos en todos los roles que cantó- sino que la lectura de Karajan en estudio permite a la soprano olvidarse del volumen y, en algunos momentos, mostrar un timbre de un lirismo sincero e intenso, acariciante y sensual. Junto a la baza del canto, Behrens juega la baza de la expresión dramática y es entonces cuando su Salomé es realmente invatible, aunque pueda rivalizar con otras sopranos en uno u otro lado no se le puede atacar abiertamente por ninguno de los dos flancos. Behrens tenía un sentido del canto y una expresividad innatos, y tanto es así que en su biografía se puede leer algo tan increíble como que no comenzó sus estudios vocales hasta que alcanzó la edad de 26 años; u debut se produjo a los 34 años cantando La condesa de Las bodas de Figaro, un rol de soprano lírica. Precisamente fue Karajan quien la descubrió en Düsseldorf y le ofreció debutar en el Festival de Salzburgo con Salomé en l1977, el triunfo de la soprano fue monumental. He estado dudando hasta el último momento sobre si era mejor subir la grabación live procedente del Festival o la de estudio. La escucharemos en la grabación de estudio efectuada al año siguiente, un monumento de la fonografía.



1 comentario:

  1. Brutal. Y menuda orquesta. He empezado y acabado debajo de la silla

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