lunes, 20 de junio de 2011

Salve Regina (I). La antífona en las cruzadas.

Castillo de Chantilly, donde se encuentra el manuscrito de nuestra Salve de hoy.

Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. 
A ti clamamos, los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús,fruto bendito de tu vientre. 
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Amén.

El anterior texto es la traducción del "Salve Regina", una antífona católica del Breviario, la más famosa de las cuatro antífonas dedicadas a la Virgen María, que tiene su origen en el siglo XI y cuya autoría todavía no se conoce con certeza, vamos... que hay varias teorías de las que no me voy a hacer eco.

 Abadía de Fontevraud, donde se efectuó la grabación.

A lo largo de esta serie, que hoy comienzo, me he propuesto escuchar varias versiones de este cántico, comenzaremos por una versión medieval, la que grabaron el grupo Ensemble Organum y Marcel Pérès a finales de 2005 en la abadía de Fontevraud para el disco "Le chant des Templiers" (2006), dura aproximadamente 15 minutos, se trata de una pieza hallada en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, data del siglo XII  y era usada en las prácticas litúrgicas de los Caballeros Templarios. El manuscrito se encuentra actualmente en el Museo Condé (Castillo de Chantilly, a 60 km de París) tras ser comprado por Enrique de Orleans, duque de Aumale (1822-1897).  La Salve que presenta Pérès, con gran protagonismo de voces bajas, nos permite hacer un viaje en el tiempo tan fabuloso como largo y, a la vez, percibir no sólo la espiritualidad de esta música sino lo que de intemporal hay en ella, para mí hoy es totalmente vigente independientemente de su funcionalidad.


Salve, Regina, mater misericordiae,
vita, dulcedo et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exules filii Hevae.
Ad te suspiramus gementes
et flentes in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, advocata nostra, illos tuos
misericordes oculos ad nos converte.
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, o pia, o dulcis Virgo Maria.

Ora pro nobis, sancta Dei Genitrix.
Ut digni efficiamur promissionibus Christi.

3 comentarios:

  1. Puedo escucharlo muy bien, pero de fondo, no manteniendo la atención. El sentimiento es vigente porque siempre hay motivos para lamentarse, pero muy largo, mucho de lo mismo. Es lo que pienso, consciente de que puede ser un ignorante sacrilegio.

    ResponderEliminar
  2. No, ignorante sacrílego no, en todo caso el sacrílego lo seré yo al desvincular la música del texto; ese efecto que se produce al ser un canto monótono y repetitivo a ti te aburre, pero me parece que es justo lo que se busca, que no es entretener sino ayudarnos en la concentración, en la relajación y en la profundización hacia el interior del oyente, a meditar. Pero sí, es monótono y repetitivo.

    ResponderEliminar
  3. Coincido al 100%. No queria sacar lo del texto por no hacerme ya más pesado con el asunto, pero pensaba que es un canto al servicio de la oración, y si te crees la letra es perfecto porque la apoya pero desde luego no te distrae.

    ResponderEliminar