En el estreno vienés de Don Giovanni (1788)
el papel de Donna Anna fue interpretado por Aloysia Weber
La calidad de Don Giovanni es tal que decir que un aria es tu favorita de la ópera equivale a decir que es una de tus arias favoritas de la historia de la ópera, tal es el caso de "Or sai chi l'onore" y el recitativo que le precede.
La protagonista principal de la escena es Donna Anna, su única obsesión, desde la noche del asesinato de su padre, es la búsqueda y persecución del asesino. Su prometido, Don Ottavio, que juró venganza poco después del funesto acontecimiento, está siempre a su lado como un perro fiel y trata de reconfortarla.
En la escena que precede a "Or sai chi l'onore", súbitamente, Donna Anna descubre con horror que el asesino de su padre no es otro que Don Giovanni, el que parecía ser amigo de la pareja y que, en ese mismo momento, acaba de salir de escena. Intentando controlar sus emociones (en la medida de lo posible) relata a Don Ottavio los acontecimientos que se sucedieron en aquélla fatídica noche y que dejaron en su memoria un recuerdo imborrable. Es curioso que sea Don Ottavio el que propone que narre los hechos, parece que tiene un interés en saber qué es lo pasó en los aposentos de Donna Anna, yo creo que lo único que pretende este caballero galante y light, es saber si hubo o no consumación del acto sexual. Cuando Don Ottavio conoce que no hubo consumación se queda tranquilo, ya no dice nada más en esta escena, esto es tremendo, bien pudiera ser que Don Ottavio, a pesar de haber jurado fidelidad a su prometida, mantuviera sus dudas -aunque ser fiel no significa necesariamente dar crétido a todo-, lo que contribuye a dibujar una personalidad, la de don Ottavio, bastante ambigua y contradictoria, más todavía si pensamos en que, una vez que Donna Anna ha salido, manifiesta también sus dudas sobre la veracidad de la acusación que recae sobre Don Giovanni y que, a pesar de sus palabras, la sensación que produce al espectador es que se trata de un personaje pusilánime y cobarde -yo es que a este tío (disingannarla voglio, o vendicarla) no me lo creo-, es por eso que al final no nos extrañará que la prometida aplace su compromiso un año, por lo menos. Pero habéis pensado que pudiera ser que Donna Anna no fuera sincera, que no narrara los hechos como sucedieron sino como a ella le interesa contarlos, que Don Giovanni sí le hubiera robado, como ella dice, el honor. Claro que esto sería ir muchísimo más allá del texto.
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DON OCTAVIO: ¿Qué ocurre?
DA: Por piedad, ¡socorredme!
DO: Bien mío, ¡tened valor!
DA:¡Oh, Dios!, ¡Oh, Dios! ¡Es el asesino de mi padre!
DO: ¡Qué decís!
DA: No lo dudéis. Las últimas palabras que el impío profirió, la voz toda, recordaron a mi corazón a aquel indigno ser que en mis aposentos...
DO: ¡Oh, cielos! ¿Es posible que bajo el sagrado manto de la amistad?... Pero, ¿cómo ocurrió? Narradme el extraño suceso.
DA: La noche estaba ya avanzada, cuando en mis estancias, donde sola por desgracia me encontraba, vi entrar, envuelto en una capa, a un hombre a quien, en principio, tomé por vos;¡mas al punto advertí mi error!
DO: (con afán)¡Cielos, seguid!
DA: Callado se acerca a mí y pretende abrazarme; intento liberarme, él me estrecha aún más; grito. Nadie viene. Con una mano trata de ahogar mi voz y, con la otra, me aferra con tal fuerza, que ya me creo vencida.
DO: ¡Pérfido! ¿Y más tarde?
DA: Finalmente mi dolor, mi horror ante el infame atentado, acreció de tal modo mi vigor, que a fuerza de revolverme, doblarme, forcejear, conseguí escapar de él.
DO: ¡Ay! ¡Respiro!
DA: Entonces redoblo mis gritos, pido socorro; huye el felón; con audacia le sigo hasta la calle para detenerle,convirtiéndome en asaltante. Mi padre acude, quiere saber quién es, pero el malvado, que era más fuerte que el pobre anciano, completó su fechoría dándole muerte."
Se trata de un recitativo acompañado en el que la tarea más importante para la soprano que interpreta a Donna Anna consiste en expresar de forma convincente el texto, para ello debe valerse de los cambios de entonación y debe también ser musical y mantener el ritmo marcado por Mozart. La cantante tiene que demostrar que además de cantar es una actriz con suficientes recursos expresivos como para, a través de sus inflexiones, expresar las fases psicológicas por las que va transitando el personaje mientras narra lo que ha sido el momento más terrible de su vida, y pienso que se debe poner de manifiesto tanto el horror como las dificultades por las que atraviesa el personaje para liberarse de la represión que la amordazaba, sus dudas pero también su determinación. Pero musical y dramáticamente no sólo asistimos a ese transitar por la psicología de Donna Anna, también a la descripción de los hechos que son narrados. Lo curioso es que la soprano está contando algo que ya sabemos, se relanza la situación inicial de la ópera desde la óptica del personaje que la padece, y para mantener nuestro interés el libretista, Da Ponte, va introduciendo información que desconocemos -al igual que Don Ottavio nosotros tampoco sabíamos el alcance de los abusos de Don Giovanni sobre Donna Anna-, así la tensión no decae, todo lo contrario, se intensifica, da sentido y prepara la potente explosión del aria que sigue, "Or sai chi l'onore"; un aria que no requiere de una voz ancha pero sí seguridad en el agudo y recursos suficientes para ofrecer variaciones en las repeticiones y para que el resultado final se aleje de la monotonía:
Aria de Donna Anna, "Or sai chi l'onore": Ahora sabes quién el honor quiso robarme, quién fue el traidor que me arrebató el padre. Venganza te pido, la pide tu corazón.
Recuerda la herida en su pobre pecho; evoca la sangre, empapando la tierra,si languidece en ti la ira del justo furor.
(sale)
Difícil ha sido elegir versiones, al final he optado por dos realizadas en vivo, me ha costado desechar la realizada por una Joan Sutherland en estado de gracia con la magnífica dirección de Carlo Maria Giulini, grabada en estudio para EMI, mi primer Don Giovanni, le tengo cariño porque es una de las primeras grabaciones de ópera que escuché, y tanto me ha costado no ponerla que no me he resistido a hacerlo, así que ya no son dos sino tres, y lo más seguro es que al final sean cuatro o más, pero ya veréis qué pedazo versiones, una es clásica, pertenece a la grabación realizada en el Festival de Salzburgo de 1953, protagonizada por Anton Dermota y Elisabeth Grümmer bajo la dirección de Furtwängler, la otra es más actual, se trata de una grabación del Met efectuada en el año 2005 con René Fleming y Paul Groves bajo la dirección de Levine, el estilo empleado por Fleming al cantar Mozart siempre me pareció demasiado exagerado, se podría decir que es un estilo verista siglo XXI, pero últimamente parece que le he cogido el gustillo, es un placer encontrar sopranos capaces de sonar con personalidad propia al interpretar Mozart, y eso es lo que más me gusta de esta soprano, no hay otra como ella, lo mismo vale para Grümmer, ambas interpretaciones contrastan entre sí, como también contrasta con ellas la espectacular vocalidad de Joan Sutherland - sobre todo en el aria - en la grabación de estudio realizada para EMI en 1959, la acompañaban Luigi Alva como Don Ottavio y Carlo Maria Giulini en la dirección:
Y finalmente Edda Moser y el anodino Kenneth Riegel en la acertada, pero también pretenciosa, versión cinematográfica de Joseph Losey con la Orquesta de la Ópera de París bajo la dirección de Lorin Maazel, pero no todo el mundo está de acuerdo en cuanto al acierto de esta película, incluso hay algunos que no encuentran nada positivo: DÍAS DE CINE. Bueno, aunque la película os parezca una porquería seguro que os encanta Moser.
La traducción la he obtenido en la página de libretos traducidos al castellano KAREOL. Para realizar la entrada he consultado el libro "Las óperas de Mozart" de Stefan Kunze y "An Interpretive Guide to Operatic Arias" de Martial Singer.
Maac no sé si al final has cambiado de idea y has dejado en 3 en lugar de en 4 las versiones, pero no veo la de Elisabeth Grümmer.
ResponderEliminarTengo muchísimo cariño por esta obra, quizá sea por ese magnetismo que tienen los comienzos; aquello que es de lo primero que recuerdas haber escuchado...
Como tú has hablado de versiones a las que les tienes cariño, te diré que la versión de Karajan con Tomowa-Sintow y un extraordinario Ramey, está entre mis favoritas. A pesar de que Tomowa-Sintow no es una joven, la defiende con tanta valentía mejor sería decir con tanta "bravura", que me parece toda una lección, junto con el maravilloso ajuste, precisión y matices de la orquesta.
Me ha hecho gracia - y coincido contigo- en la sesgada narración que realiza Dona Anna de su pérdida del honor, abusando quizá de la credulidad y bondad de Don Ottavio. A mi me encanta la igenuidad de Da Ponte en este punto:
"La noche estaba ya avanzada, cuando en mis estancias, donde sola por desgracia me encontraba, vi entrar, envuelto en una capa, a un hombre a quien, en principio, tomé por vos;¡mas al punto advertí mi error!"
Parece que de lo mas normal -quizá sería mejor decir frecuente- que los maridos vayan embozados al encuentro de sus mujeres. En este punto cabría preguntarse cómo advirtió el error Donna Anna, pero eso no es lo importante, lo mejor es la espectacular aria que surge de toda esta confusión.
Estoy disfrutando con esta serie de tus arias favoritas, muchas también son las mías.
Gracias, Assai, por lo extenso y acertado del comentario.
ResponderEliminar1) Jeje... ¿en principio tomó por él? ¿y hasta cuando lo tomó por él? ¿quiere decir que al suponer que era él se avalanzó? ¿realmente el deseo de donna Anna sobre don Ottavio era tan apasionado como para avalanzarse sobre él?
2) Es verdad, se me había olvidado poner la de Grümmer, he aprovechado para cambiar la versión a la de Furt del 53.
3)Estoy de acuerdo con lo que dices de la versión de Karajan con Tomowa-Sintow.
Las escenas que ocurren fuera de escena (en este caso antes de iniciarse la ópera) desde luego pueden dar lugar a interpretaciones, como sucede aquí con la narración de Donna Anna, y como puede suceder por ejemplo con Gilda en el tercer acto de Rigoletto. Me he reído mucho cuando Assai ha dicho que parece normal que los maridos vayan embozados al encuentro de sus maridos, muy agudo.
ResponderEliminarDe las cuatro quizá Fleming sea la que menos se ajusta al estilo, y Moser en efecto me ha encantado. Grummer y Sutherland son ya un merecido clásico. Claro que se podrían añadir más, como la recién aparecida en el blog Eleanor Steber, Gruberova, Janowitz... en fin, que esto da para una liguilla.
*sus mujeres, perdón
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