lunes, 11 de junio de 2012

El Preludio de "Tristán e Isolda" y más...


Rogelio de Egusquiza - La muerte de Tristan e Isolda, 1910

Esta es una ópera a la que tengo muchísimo respeto, en un listado de mis cinco óperas preferidas sin duda ocuparía un puesto, no sé cuál, pero más abajo de la quinta seguro que no estaba; me cuesta mucho hablar sobre ella, parece que ya se ha dicho todo y poco tengo que añadir yo, además en este caso no podría ser nada original, ni siquiera ejercer de "enfant terrible", me vuelve loco Tristán e Isolda. Bueno, ahora que lo pienso, sí podría decir una cosa para irritar a los wagnerianos empedernidos: que es la única ópera que conozco en la que puedes prescindir totalmente de seguir el texto (a veces incluso es recomendable), basta con leerse la sinopsis y dejarse llevar.



Desde el enigmático acorde inicial hasta su conclusión el preludio de Tristán e Isolda es uno de los fragmentos instrumentales más famosos de la historia de la ópera, una pieza que tiene identidad propia como pieza de concierto (frecuentemente se interpreta unido al Liebestod, dando lugar a un hermoso título: Preludio y Muerte de Amor), en el Preludio se encuentra el germen de toda la música que vendrá después, el Preludio y Liebestod representa también el triunfo del idealismo sobre el materialismo,. que es justo lo que nuestra sociedad necesita ahora más que nunca incluso más allá del puro sentimiento amoroso, quién sabe si con su muerte conseguirá su liberación, "la última redención en ese reino maravilloso".

En enero y febrero 1860 Wagner dirige algunos conciertos en París (la ópera no se estrenaría hasta cinco años después). En uno de ellos presenta el Preludio de Tristán e Isolda que provoca desconcierto entre los espectadores, pero también encontrará entusiastas seguidores. En este concierto Wagner explica su preludio así (el tercer párrafo casa perfectamente con el Liebestod):

"Un antiguo, inextinguible poema de amor original, al que se le dio nueva forma y se reprodujo en todos los idiomas de la Europa medieval, nos habla de Tristán e Isolda. El leal vasallo pide a su rey la mano de aquella que él se resiste a confesar que ama: Isolda, la que lo sigue como novia de su señor, porque debía seguir impontente al pretendiente. La diosa del amor, celosa por la represión de sus derechos, se venga: el filtro que, de acuerdo con la costumbre de la época, la madre de la novia había preparado previsora para el consorte que no se casa con su hija sino por razones políticas, lo hace escanciar por un ingenioso descuido para la juvenil pareja que, al beberlo arde en luminosas llamas y repentinamente confiesa la pertenencia del uno al otro. Entonces no tiene fin la añoranza, el deseo, el placer y los sufrimientos del amor: el mundo, el poder, la fama, el honor, la caballerosidad, la lealtad, la amistad, todo se disipa como un sueño insustancial; sólo vive una cosa: la añoranza, el deseo insaciable que renace de nuevo eternamente, morir de sed y desfallecer; única salvación: muerte, morir, sucumbir, no despertar jamás.

Porque se sintió enteramente en el más propio e ilimitado elemento de la música, el compositor que escogió este tema para la introducción de su drama de amor sólo pudo preocuparse en como limitarse, ya que el agotamiento del tema es imposible. Así pues dejó crecer sólo una vez, pero en un tirón largamente articulado el insaciable deseo, desde la tímida confesión, la más tierna atracción, a través de temerosos suspiros, esperanzas y vacilaciones, reclamos y deseos, placeres, tormentos, hasta hallar la salida hacia el más poderoso embate, el más violento esfuerzo que abre al corazón anhelante el camino al mar de la infinita dicha del amor.

¡En vano! Imponente, el corazón se abate para desfallecer de nostalgia, nostalgia sin logro, ya que todo logro sólo es renovada añoranza, hasta que en último agotamiento de la mirada quebrada, despunta el asomo del logro de la suprema dicha: es el embeleso del morir, del no ser ya, de la última redención en ese reino maravilloso, del que más nos alejamos cuando nos empeñamos en infiltrarnos en él con ímpetu arrollador ¿Lo llamamos muerte? ¿O es el maravillloso mundo de la noche del que, como dice la leyenda, brotó una hiedra y una vid sobre las tumbas de Tristán e Isolda y crecieron en estrecho abrazo?"
Como dentro de poco Zubin Mehta ofrecerá su visión de Tristán e Isolda en el Palau de les Arts me ha parecido oportuno incluir este video del Preludio y la Muerte de Amor  dirigidos por él junto a la Orquesta Filarmónica de NY con la grandísima soprano Jessye Norman como Isolda, la grabación está efectuada en 1989, lástima que haya un corte en el Preludio, la negraza está que se sale. No es extraño que Plácido Domingo deseara grabar su peculiar versión del héroe junto a ella con dirección der George Solti, al final, no sé por qué razón no se materializó, seguramente porque Domingo no encontró el momento vocal apropiado para hacerlo y después ya era demasiado tarde, Solti había muerto y Norman estaba prácticamente retirada:







Wagner: Tristán e Isolda 
(versión concierto, 23 y 28 de junio 2012).
Jay Hunter Morris (Tristan), Jennifer Wilson (Isolde), Ekaterina Gubanova (Brangäne), Liang Li (Reu Marke), Eike Wilm Schulte (Kurwenal), Karl-Michael Ebner (Melot), Jesús Álvarez (Pastor), Mario Cerdá (Joven marinero).  
Coro de la Generalitat Valenciana, Orquesta de la Comunidad Valenciana. 
Dirección musical: Zubin Mehta.


6 comentarios:

  1. Jamás puede escucharse sin que se ericen los pelillos de la nuca (o equivalentes) y con esta Jessye Norman, para morirse. (Curiosidad tonta: Este youtube solo tiene un canal de audio, qué cosas.)

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  2. Ahí está, la música de Tristán va mucho más allá de las palabras, que se muestran manifiestamente insuficientes para expresar aquello.

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  3. Según me ha llegado, parece ser que el Tristán e Isolda de Les Arts tendrá una versión semi-escenificada.
    Aleluiah!!! Menos mal!
    Carles S.

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    1. Gracias por la información, en principio desconfío de las óperas semi-escenificadas en el Auditorio Superior, no suelen quedar bien, pero les daré un voto de confianza y cuando lo haya visto opinaré.

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  4. ¿Se sabe el motivo por el cual, estando la sala de ópera disponible, se hace en el Auditorio?, no tiene ningún sentido.
    ¿Mehta no se opone?, siendo la acústica tan mala como habéis denunciado, debería hacerse en versión de concierto en la sala de ópera y todos saldríais ganando, Wagner el primero.

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    1. El motivo es tan sencillo como absurdo, hay que utilizarlo. En la primera temporada como el Auditorio estaba en proceso de reformas para adaptar la acústica, se hicieron los recitales y conciertos en la Sala Principal, después ya pasaron al Auditorio. Joaquim, nadie protesta; que yo sepa, sólo Atticus y yo estamos empeñados en que lo cierren y hagan toda la programación sinfónica en la Sala Principal. No sé si Mehta es consciente de lo mal que se oye, no sé si estando tocando la orquesta se habrá distanciado para comprobar la acústica.

      Para entender lo que pasa con el Auditorio Superior hay que atender a su proceso de gestación, Calatrava, con la lucidez que le caracteriza, pensó en un Auditorio al aire libre en la que por las noches los valencianos podían ir a los conciertos y contemplar la luna de Valencia y las estrellas (¡¡¡como en Valencia no hay contaminación lumínica y se ven tantas!!!), en plena construcción se dio cuenta de que había un puente al lado y que el puente llevaba tráfico (coches, motos, ambulancias, bomberos, sirenas de policía...), no podía estar al aire libre, pero él erre que erre, quería que se contemplara el cielo y tuvo una idea maravillosa: acristalar la cubierta, imagínate una sala de conciertos con cubierta acristalada, cuando se inauguró el teatro Maazel y todos los que hicieron pruebas -estaba programado que se hiciera allí Operalia y al final creo que no se tuvo que hacer en la Sala Principal- se alarmaron, así que se buscaron soluciones, se cubrió todo de madera, aún así se dejaron zonas en el centro con cristal que con el tiempo terminaron cubriéndose también, después se colocaron paneles "flotantes" los típicos en las salas de conciertos para direccionar el sonido, pero nada... esa sala no tiene solución, recuerdo que Juan Diego Flórez vino a grabar un disco con la Orquesta de la Generalitat y en un periódico local decía "espero que no llueva", yo todavía no he tenido la experiencia de estar en el Auditorio con lluvia pero sólo faltaba que se escuchara la lluvia caer, sería la guinda.

      El caso es que el sonido en la parte de arriba se emborrona, las voces llegan apagadas, cuando llegan, y en la parte de abajo hay muchas diferencias de sonido entre el centro y los laterales.

      Yo como ya estoy advertido procuro comprar localidades en la zona en que se escucha bien pero cuando tengo una ópera de abono en versión concierto tengo que tragar con la butaca que me asignan en función de la que he elegido en la Sala Principal, algo también incomprensible porque tendrías que darnos la opción de elegir, aunque nos costara más caro.

      PD: No dije nada pero fui de los primeros en votar en tu encuesta.

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