lunes, 4 de mayo de 2015

"Nabucco" en el Palau de les Arts 30/04/2015



Con Nabucco se despide la temporada 2014-2015 de la Sala Principal del Palau de les Arts (Narciso, de D. Scarlatti, está programada en la Sala Martín i Soler). Nabucco es una ópera disfrazada de oratorio, pero una ópera al fin y al cabo, con su escenografía, su vestuario y su movimiento escénico, el título más popular del primer Verdi, quien con ella traspasó la escena operística de su época convirtiéndose en un símbolo de las reivindicaciones patrióticas italianas, sobre todo a través del coro "Va pensiero". Una ópera que no está entre las que más me gustan del compositor -porque hay mucha competencia, qué duda cabe-- y que yo encuentro deslavazada, a pesar de que hay una serie de melodías que se van repitiendo una y otra vez a lo largo de toda la obra y que la dotan de cierta continuidad; sin embargo, gusta al gran público, la muestra es que se están vendiendo muy bien las entradas (a principio de temporada no me lo hubiera imaginado). Es también una ópera que tiene al menos tres o cuatro números que pueden figurar con todo el derecho del mundo en cualquier antología verdiana (Va pensiero, Ben io t'invenni, Dio di Giuda...). Tiene momentos melódicos o contrastes dinámicos que te pueden hacer pensar en otras posteriores del mismo Verdi:  Rigoletto,  La traviata o en Don Carlos, por ejemplo. También recuerda a personajes de óperas posteriores como el paralelismo que se puede trazar entre Amneris y Abigaille o las eternas relaciones paterno-filiales que tanto gustaban al compositor y a las que tanto partido supo sacar. Tiene todos los ingredientes temáticos para que una ópera resulte atractiva: poder, religión y amor. Por lo tanto, siempre es interesante y entretenido asistir a su representación, sobre todo con una producción como la que ha presentado  el Palau de les Arts. Proviene de la Ópera Estatal de Baviera y está realizada por Yannis Kokkos, un director de escena francés de origen griego que tiene una dilatada y brillante trayectoria desde los años sesenta, primero como escenógrafo, y a partir de finales de los años ochenta como director de escena. Kokkos, como es en él habitual, se ha encargado no sólo de la dirección, también del decorado y vestuario. A mí me ha encantado, por su pureza de lineas y su dinámica. A primera vista es muy sencilla; sin embargo, todo está más pensado de lo que parece, sin dar la sensación de querer con ello sorprender al espectador o dar lugar a segundas lecturas (todo se entiende a la perfección). Incardinada en la corriente minimalista (que en algunos casos hoy ya comienza a parecer caduca) cuenta con pocos elementos: líneas rectas y predominio de los colores color rojo y azul junto a tonalidades doradas o plateadas. Mención especial hay que hacer de la iluminación de Michel Bauer, que juega un papel fundamental no solo desde un punto de vista estético sino también dramatúrgico. La acción no está ubicada en un momento temporal concreto, conjugando elementos que pueden recordar a la Antigüedad, al siglo XX o incluso a un futuro de ciencia ficción, es una solución idónea para una ópera como Nabucco, en la que si te descuidas y por intentar situar la acción en el momento temporal que se representa puedes caer en lo casposo, en la sensación de cartón-piedra (el que conozca alguna grabación videográfica sabrá a qué me refiero); o si, por el contrario, deseas actualizarla y situarla en una fecha en concreto en la imposibilidad de que las escenas religiosas puedan quedar bien integradas, se corre el peligro de que resulten anacrónicas y pierdan su lado más épico. 

Importantísima es la participación del coro, especialmente el que representa al pueblo hebreo, que se erige en uno de los protagonistas principales de la acción y por eso hablaré de él en primer lugar. No cabe duda de que el Coro de la Generalitat Valenciana es uno de los tesoros del Palau de les Arts y con Nabucco tiene una ocasión de lucimiento como pocas, no defrauda, en momentos como Va pensiero, dirigido  con tiempo ligero por Luissotti, da muestras de su estupenda sonoridad, limpidez en las texturas y perfecto empaste. Afortunadamente se contrataron refuerzos para compensar el balance entre voces graves y agudas, de otra forma hubiera sido imposible ofrecer esta ópera  al público de Les Arts. ¿No habrá llegado el momento de que los dirigentes del Palau  decidan incrementar la plantilla del Coro de la Generalitat?. 

Nabucco no es un papel que presente muchas dificultades vocales pero sí requiere que el intérprete sea un buen fraseador, sea dinámico y variado en el canto y tenga vis escénica. Dimitri Platanias cumplió a medias, su voz es muy atractiva pero no domina todos los recursos técnicos del bel canto, a su interpretación quizás le falte un poco de vida, es posible que los problemas vengan más de la parte escénica, es un auténtico marmolillo, no tiene movilidad alguna.

La soprano Anna Pirozzi, una total desconocida para muchos de nosotros, se encargó de interpretar el terrible papel de Abigaille, cumplió sobradamente con las exigencias vocales del personaje: potencia, dominio de la coloratura y seguridad en los saltos interválicos. Desde el punto de vista dramático supo reflejar la fiera que la esclava babilónica lleva dentro a la vez que conmover y ser dulce en la escena final a pesar de no poseer un timbre caracterizado por su seducción. Fue una de las triunfadoras de la noche. Tengo dudas de que su recorrido vaya más allá de Nabucco, hubo un momento, concretamente en el final del dúo con Nabucco, en el que su agudo fue más un grito que otra cosa, pero también fue capaz de ofrecernos regulaciones de intensidad de cantante de primer nivel. No soy adivino, me gustaría verla en otros roles como podría ser Leonora en Il tovatore. En todo caso uno agradece encontrar voces de este tipo.

El personaje de Abigaille tiene fama de ser imposible de cantar, pero el de Zaccaria no le va a la zaga, es uno de los papeles más complicados del repertorio verdiano para bajo. Serguéi Artamonov, de timbre cálido y proyección suficiente, no exhibió la flexibilidad que exige la partitura, pero si lo hubiera hecho estaríamos ante un fuera de serie, bastante hizo con cumplir, le faltó mayor solemnidad vocal para resultar convincente como la máxima autoridad religiosa de los hebreos.  

Brian Jadge me descolocó como Ismaele, vaya timbre más irregular, el color le está cambiando constantemente y su vibrato es excesivo, su línea de canto tampoco es muy depurada; sin embargo, cuando se ocultaba en el conjunto, como en algún momento del trío del primer acto era capaz de dar el pego porque el sonido que se escuchaba era grato al oído. El problema que presenta este papel es que no puede encomendarse a una premerísima figura porque ni siquiera posee un aria, a la vez que requiere de una voz fresca, viril y un intérprete que sea buen fraseador y no se le puede encomendar a cualqueira. Un personaje ideal para cantantes que puedan considerarse promesas.

Siempre he tenido la impresión de que Fenena sería mejor servicio por voces más ligeras que Abigaille para dotar de mayor credibilidad a un personaje más puro y de mayor integridad moral que el de su perversa hermana . A Verdi  no le pareció así o no pudo contar con la intérprete adecuada en el estreno. Pienso que la segunda hipótesis es la más factible, de hecho Verdi llegó a modificar la parte para que fuera cantada por una soprano, en todo caso lo habitual es que se encomiende a una mezzo. Sólo tiene una intervención en solitario, es corta y poco exigente vocalmente. Varduhi Abrahamyan cumplió sobradamente con las exigencias del personaje.

Abdallo y Anna no poseen intervenciones importantes, fueron correctamente cantados por David Fruci y Hyehyung Choi. Mayor protagonismo tiene el Sumo sacerdote de Baal, que fue interpretado por Shi Zhong.y que exhibió unos recursos algo limitados.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana  pudo brillar gracias a la maestría con la que dirigió Nicola Luissotti, no dejó que la tensión decayera en ningún momento y controló el volumen en todo momento, algo que si no se hace en una ópera como Nabucco puede resultar catastrófico, por lo menos desde mi butaca se escucharon las voces de todos los cantantes y no aprecié en ningún momento que alguno de ellos fuera tapado por la masa orquestal, algo que en Les Arts suele pasar más veces de la cuenta. 

El balance final no puede ser más positivo, estupenda escena,  la más redonda de la temporada, homogeneidad en los intérpretes, excelentes prestaciones del coro y orquesta y fantástica dirección musical hicieron que disfrutara como un enano de una ópera que no está entre mis preferidas..














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6 comentarios:

  1. Gracias por lo que nos toca!!!! Espero que sigas disfrutando los demás días. Un abrazo.

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  2. Me parece genial definir esta obra como: "Una ópera disfrazada de oratorio"... Será por eso que está estructurada en partes y no en actos, y que la percibamos un tanto deslabazada... Coincido contigo en que el montaje está muy bien pensado, y en que el nivel de la prestación musical es excelente. Me identifico en eso de que disfrutaste como un enano. Un abrazo.

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    1. Ópera disfrazada de oratorio, oratorio disfrazado de ópera. Tanto monta, monta tanto.

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  3. Enhorabuena por la crónica. Tengo que decir que la segunda me pareció mejor todavía que el estreno, salí encantada
    Enhorabuena Dulce, y a tus compañeros, creo es difícil imaginar un coro que suene mejor.

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    1. Gracias "assai": notamos el cariño del público (perdón Maac por utilizar tu blog para contestar a tus seguidores). ;)

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