Acabo de llegar del Palau de les Arts, hoy me tocaba Esponsales en el Monasterio (Obrucheniye v Monastïre), una ópera de Prokofiev, estrenada en 1946, basada en una comedia inglesa titulada The Duenna, escrita por Richard Sheridan y ambientada en la Sevilla del siglo XVIII con libreto del mismo compositor y Mira Mendelson , que, voy a decir la verdad, se me atascó desde el primer momento en el DVD que grabaron a finales de los noventa, entre otros, Netrebko y Gergiev en el Mariinsky de San Petersburgo, así que lo fui dejando, lo fui dejando... hasta antes de ayer. Veía que se me echaba encima las fecha y me la puse por obligación y por no ir en blanco al teatro. Y tengo que decir que disfruté como un enano. Y hoy exactamente lo mismo, he disfrutado mucho, por la escenografía, por los cantantes, por la orquesta, y, como no, por la deliciosa música de Prokofiev y lo divertido del argumento, el típico de papá noble busca burgués rico para casar a guapa y joven hija pero al final todo le sale al revés.
La escenografía y el vestuario son de Robert Innes Hopkis, la dirección de escena de Danel Slater y la musical de Dmitri Jurowski (no confundir con su hermano), una producción del Festival de Glyndebourne 2006. Toda la acción, muy divertida -con esas situaciones de enredos y equívocos inverosímiles que se dan en la ópera bufa- se enmarca en la embocadura de un escenario de la época en la que transcurre la acción y los cambios entre los distintos cuadros están resueltos con gran economía de medios, rapidez y magníficos resultados, destacaría la inspiración en los cuadros de Goya para las escenas de carnaval, era como si los cuadros del aragonés hubieran cobrado vida. El público se lo ha pasado en grande, se han escuchado risas varias veces durante la representación, y eso quiere decir mucho cuando lo que se ofrece es una ópera en ruso. Los cantantes, la mayoría rusos, son prácticamente los mismos que los que estrenaron la producción en Glyndeboune, han estado todos a un gran nivel, sobre todo Voynarovski como Don Jerónimo, Matorin como Mendoza, Durseneva como La Dueña, Venteslav Anastasov como Don Carlos y Ljubov Petrova como Luisa, con un timbre muy puro y limpio y buena proyección vocal. En definitiva, un magnífico espectáculo que a mí se me ha pasado volando.
La escenografía y el vestuario son de Robert Innes Hopkis, la dirección de escena de Danel Slater y la musical de Dmitri Jurowski (no confundir con su hermano), una producción del Festival de Glyndebourne 2006. Toda la acción, muy divertida -con esas situaciones de enredos y equívocos inverosímiles que se dan en la ópera bufa- se enmarca en la embocadura de un escenario de la época en la que transcurre la acción y los cambios entre los distintos cuadros están resueltos con gran economía de medios, rapidez y magníficos resultados, destacaría la inspiración en los cuadros de Goya para las escenas de carnaval, era como si los cuadros del aragonés hubieran cobrado vida. El público se lo ha pasado en grande, se han escuchado risas varias veces durante la representación, y eso quiere decir mucho cuando lo que se ofrece es una ópera en ruso. Los cantantes, la mayoría rusos, son prácticamente los mismos que los que estrenaron la producción en Glyndeboune, han estado todos a un gran nivel, sobre todo Voynarovski como Don Jerónimo, Matorin como Mendoza, Durseneva como La Dueña, Venteslav Anastasov como Don Carlos y Ljubov Petrova como Luisa, con un timbre muy puro y limpio y buena proyección vocal. En definitiva, un magnífico espectáculo que a mí se me ha pasado volando.
Pues me alegro, estoy deseando que me toque el turno para disfrutar de esta obra. Ya contrastaremos opiniones entonces.
ResponderEliminar