Nos queda la tercera y última diosa del Anillo, Erda, uno de los personajes más enigmáticos y fascinantes de La Tetralogía. Asciende desde las profundidades en el Prólogo ante la duda de Wotan sobre si entregar el anillo a los gigantes y le advierte "¡Cede, Wotan, cede! ¡Escapa a la maldición del anillo! Sin remedio, a oscura ruina te consagrará su adquisición". Representa la sabiduría inmemorial del mundo y vive en las entrañas de la tierra. Es toda una Pitia, "cómo fue todo... yo sé; cómo es todo, cómo llegará a ser... lo veo también", su aparición en el Oro suspende repentinamente la acción para proyectarse en un futuro de profecía y advierte a Wotan sobre la caída de los dioses y del riesgo que acarrea su voluntad de poder: "¡Todo lo que es... , acaba! Un día sombrío amanecerá para los dioses...: ¡te lo aconsejo, evita el anillo!", de aquí se deriva una consecuencia musical, el motivo del Ocaso de los Dioses surge por la inversión del motivo de Erda. Madre de las Normas, que tejen el destino, es dueña del saber eterno ("Ewiges Weib!" - "Mujer eterna"; "Cuando yo duermo, velan las Normas, ellas tejen la cuerda e hilan devotamente lo que yo sé), pero se trata de un conocimiento pasivo, no actúa ante los acontecimientos: En la primera escena del tercer acto de Siegfried, Wotan la saca de su sueño, Erda aparece "como cubierta de escarcha" y después ella vuelve a él. Pero no es sólo una espectadora visionaria: engendró a Brünnhilde junto a Wotan ("Una virgen del deseo le parí a Wotan: él le ordenó que le eligiera los héroes en el combate. Audaz es ella, y también sabia: ¿por qué me despiertas, y no preguntas nuevas a la hija de Erda y Wotan?"), pertenece al mundo en el que se atiende a la salud del Universo. Su lado prehistórico y letárgico se acentúa con las características de una voz como la de contralto, se adapta mejor este timbre para conferir al personaje de cierto misterio intemporal, la voz de mezzo parece demasiado clara y humana para ello, lástima que no abunden las verdaderas contraltos. Me hubiera gustado que Kathleen Ferrier hubiera encarnado alguna vez este personaje, pero me temo que nunca fue así, por lo menos testimonio fonográfico no hay.
Junto a la Fricka de Ludwig y a la Freia de Grümmer he añadido una de las Erdas más famosas de todos los tiempos, Ernestine Schumann-Heink (1861-1936), una verdadera contralto con una técnica prodigiosa, su facilidad para la ejecución de trinos y toda suerte de coloraturas le permitieron frecuentar otros tipos de repertorio (su célebre Brindisi de Lucrezia Borgia), pero cuando se despidió en el Met en 1932 lo hizo cantando Erda.
Muy buenas notas, maac y estupenda selección para el fragmento. Este momento suspende en el tiempo, es maravilloso. Y me pasa algo parecido a ti, cada vez que lo escucho, pienso en Ferrier. Hubiera sido la madre de todas.
ResponderEliminarVuelvo a las entrañas de la tierra (léase libros). Sólo puedo asomar un poco para ver qué bien tejes los hilos de tu blog :)