Ahora que blogger ha introducido -por fin- la posibilidad de programar las entradas iba a dejar una preparada para el sábado porque iba a estar en Barcelona en una Walkyria semiescenificada -la orquesta estaba en el foso-, pero al final no me dio tiempo. Ahora mismo acabo de salir de Turandot. Como no tengo mucho tiempo hoy contaré algo sobre mi experiencia en el Liceu.
Entrar en el Liceu era casi como entrar en casa, había visto tantas retransmisiones por televisión desde ese teatro que casi lo sentía como propio, había contemplado tantas veces sus fotografías y había realizado tantas visitas virtuales desde su página web desde hace tantos años que todo allí me resultaba familiar. Respecto a La Walkyria, me lo habían puesto tan crudo que casi salí encantado. Lo retransmitieron por radio así que quizás alguno de los lectores del blog lo ha escuchado. Plácido Domingo no está ya para cantar Siegmund, es cierto que la voz suena todavía fresca y es increíble que el paso del tiempo no haya hecho mella en lo que es, en un sentido estricto, su instrumento, sin embargo llegó al final del primer acto muy cansado y empleó mil y un trucos para salir a flote, cosa que -a juzgar por la mayoría de las opiniones del público asistente con el que he hablado- lo consiguió con creces, para eso es lo gran artista que es y por eso uno recorre más de trescientos kilómetros para escucharlo. Waltraud Meier, por la que también van pasando los años, estuvo estupenda, es una artista con un conocimiento y dominio absoluto de su instrumento, una cantante de las grandes, mientras escuchaba a Henschel como Fricka -¡Qué instrumento más irregular!- pensé más de una vez en lo bien que hubiera cantado ese papel Waltraud. Hunding es poco para un bajo como René Pape sólo le puedo poner un pero y es por comparación con Hundings de sonidos más cavernosos como el de Salminen que no sólo saben dar carácter señorial al personaje sino que causan auténtico pavor. El tándem Domingo/Meier (Siegmund/Sieglinde) funciona a la perfección, lástima que Weigle no supiera galvanizar la orquesta -quizás condicionado por los apuros de Domingo- para conseguir que el público llegara al delirio más absoluto al terminar el primer acto. Me gustó la Fricka de Henschel pero su timbre era muy irregular con cambios asombrosos, respecto al Wotan de Held tenía tan pocas esperanzas después de los comentarios que había leído que su monotonía casi me pareció un mal menor y respecto a Herlitzius, se trata de ver la botella medio llena o medio vacía, tiene un gran caudal de voz, sólo le falta encauzarlo, pero tampoco estuvo tan mal como me la habían pintado.
Y no quisiera terminar sin hacer mención a lo bien cuidados que estuvimos durante todo el día por nuestros amigos catalanes, así da gusto.
Seguidamente podemos ver a Domingo y Meier bajo dirección de Muti en La Scala, año 1994:Entrar en el Liceu era casi como entrar en casa, había visto tantas retransmisiones por televisión desde ese teatro que casi lo sentía como propio, había contemplado tantas veces sus fotografías y había realizado tantas visitas virtuales desde su página web desde hace tantos años que todo allí me resultaba familiar. Respecto a La Walkyria, me lo habían puesto tan crudo que casi salí encantado. Lo retransmitieron por radio así que quizás alguno de los lectores del blog lo ha escuchado. Plácido Domingo no está ya para cantar Siegmund, es cierto que la voz suena todavía fresca y es increíble que el paso del tiempo no haya hecho mella en lo que es, en un sentido estricto, su instrumento, sin embargo llegó al final del primer acto muy cansado y empleó mil y un trucos para salir a flote, cosa que -a juzgar por la mayoría de las opiniones del público asistente con el que he hablado- lo consiguió con creces, para eso es lo gran artista que es y por eso uno recorre más de trescientos kilómetros para escucharlo. Waltraud Meier, por la que también van pasando los años, estuvo estupenda, es una artista con un conocimiento y dominio absoluto de su instrumento, una cantante de las grandes, mientras escuchaba a Henschel como Fricka -¡Qué instrumento más irregular!- pensé más de una vez en lo bien que hubiera cantado ese papel Waltraud. Hunding es poco para un bajo como René Pape sólo le puedo poner un pero y es por comparación con Hundings de sonidos más cavernosos como el de Salminen que no sólo saben dar carácter señorial al personaje sino que causan auténtico pavor. El tándem Domingo/Meier (Siegmund/Sieglinde) funciona a la perfección, lástima que Weigle no supiera galvanizar la orquesta -quizás condicionado por los apuros de Domingo- para conseguir que el público llegara al delirio más absoluto al terminar el primer acto. Me gustó la Fricka de Henschel pero su timbre era muy irregular con cambios asombrosos, respecto al Wotan de Held tenía tan pocas esperanzas después de los comentarios que había leído que su monotonía casi me pareció un mal menor y respecto a Herlitzius, se trata de ver la botella medio llena o medio vacía, tiene un gran caudal de voz, sólo le falta encauzarlo, pero tampoco estuvo tan mal como me la habían pintado.
Y no quisiera terminar sin hacer mención a lo bien cuidados que estuvimos durante todo el día por nuestros amigos catalanes, así da gusto.
Noche mágica, y un placer conocer a maac y a su esposa, muy guapa, muy simpática y que aguantó como una leona el maratón :-)
ResponderEliminarJo! Me has decepcionado, me esperaba una reprimenda por lo de Domingo. Si es que los fans ya no son lo que eran...
ResponderEliminarMaac:
ResponderEliminar¿Era la primera vez que visitabas el Liceu?
Noche fantástica en el Liceu, de las que no se olvidan fácilmente...
ResponderEliminarHabrá que ir pensando en el Parsifal valenciano para devolver la visita... ;-)
PS: A Geni seguro que no se le olvida la maratón barcelonesa...
Eso, eso , una para el Parsifal ;)
ResponderEliminarSí, Ximo, siempre hay una primera vez y la mía era ésta.
ResponderEliminarSi lo llego a saber...¿Ya hiciste la ronda por el salón de los espejos, el foyer y todo eso?
ResponderEliminarCreo que no era el día más apropiado, ya habrá otros.
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