sábado, 18 de octubre de 2008
Amfortas o la seducción del dolor.
Más de una vez me he planteado cuál es el personaje que me hubiera gustado interpretar si hubiera sido cantante de ópera, independientemente de las cualidades que hubiera podido tener. Casi siempre he concluido que me hubiera gustado interpretar alguna vez el Otello verdiano por las posibilidades dramáticas que ofrece en cualquiera de sus intervenciones y por esa muerte espeluznante y, por qué no, hermosa.
Entre mis preferencias, y no muy lejos de Otello, se sitúa Amfortas, el sufriente, con ese impresionante monólogo del primer acto de Parsifal. Me seduce mucho, en la ficción, Amfortas, su falta de esperanza -que no sé si interpretarlo también como falta de fe-, su dolor, pero para nada lo envidio en un plano real, no estoy tan loco, me da algo de miedo lo que alguno pueda pensar al leer esta entrada.
Quedan menos de quince días para el Parsifal de Les Arts y hace unas semanas que he dejado de escuchar la ópera -aunque he visto durante estos días parte de la película de Syberberg-, porque no he sentido la necesidad de hacerlo; sin embargo, hoy me ha pasado algo parecido a lo que ocurrió el otro día con Ezio Pinza, escuchando una recopilación de arias y fragmentos interpretados por George London ha sido inevitable el reencuentro con el personaje de Amfortas y, una vez más, me he visto sobre un escenario suplicando la muerte y el fin del sufrimiento, con la voz de London, por supuesto, ya que me pongo. Cantando como London, y sobre todo con esa voz, tampoco le haría ascos al holandés.
AMFORTAS
Nein! Laß ihn unhenthüllt! Oh!
Daß keiner, keiner diese Qual ermißt,
die mir der Anblick weckt,
der euch entzückt!
Was ist die Wunde, ihrer schmerzen Wut,
gegen die Not, die Höllenpein,
zu diesem Amt - verdammt zu sein!
Wehvolles Erbe, dem ich verfallen,
ich, einz'ger Sünder unter allen,
des höchsten Heiligtums zu pflegen,
auf Reine herabzuflehen seinem Segen!
O Strafe, Strafe ohnegleichen
des - ach! - gekränkten Gnadenreichen! -
Nach ihm, nach seinem Weihegruße,
muß sehnlich mich's verlangen;
aus tiefster Seele Heilesbuße
zu ihm muß ich gelangen.
Die Stunde naht;
ein Lichtstrahl senkt sich
auf das heilige Werk;
die Hülle fällt.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
A mí también me gustaría ser capaz de cantar así, aunque mi sueño operístico imposible es cantar alguno de los Mefistófeles, me da igual que sea el de Gounod, el de Berlioz o el de Boito. Como ni sé cantar ni tengo voz de bajo, me tengo que aguantar.
ResponderEliminarQué grande era London, sentaba cátedra en todo lo que cantaba.
Se puede soñar ? ;) A mi me gustaría la Carmen ! Vamos, que yo soy una mezzo frustrada , jejeje.
ResponderEliminarEs difícil imaginar que se pueda cantar mejor.
ResponderEliminarA diferencia tuya, sigo con Parsifal, qué obra tan simbólica y oscura. Amfortas -y me aparto de tu opinión en esto- representa para mi al culpable, ese sentimiento es lo que le atormenta, ese dolor que no cesa es la "transformación física " de la culpa; la herida en el costado que no cierra...
No creo que tenga falta de fe, si no todo lo contrario. Precisamente, su fe hace que le acompañe una permanente "consciencia" de que no actuó bien y esto no deja de ser una interpretación personal, sin más, quizás tambien equivocada por qué no.
Estoy re-escuchando el fragmento y es impresionante, gracias again
Son muy interesantes vuestras interpretaciones y los personajes de Wagner no dan lugar a una sola. Esta variedad forma parte de la riqueza de sus obras.
ResponderEliminarEn lo que no estoy de acuerdo con el amigo Assai es que la música en Parsifal sea oscura en general. Sí lo es, en mi opinión, la escena inicial del Acto II de Klingsor, y porque transpiran la desesperación y el deseo de aniquilación, las intervenciones de Amfortas, aunque a mí me resulta antes una música de gran dramatismo que oscura. Pero en frente nos encontramos la espiritualidad y el esplendor de la escena del Grial del final del Acto I, el cromatismo del segundo acto en voces de las muchachas flor o la sensualidad en el dúo Parsifal-Kundry. La música del Acto III es casi por entero de “plácida decadencia”- perdón por la pedantería- y es el poso que deja Wagner con este punto y final. Adoro la música de este tercer acto, es totalmente hipnotizante.
Si pudiera elegir qué cantar, escogería Siegfried, jeje.
Golaud te contesto por alusiones -ja ja ja, como se dice en argot parlamentario- Seguramente me he expresado mal, me refería a que la historia utiliza un lenguaje muy simbólico, en este sentido es oscura, compleja, y se presta a la interpretación, no me refería a la música.
ResponderEliminarNo está reñido el lenguaje simbólico con el dramatismo y el sentido transcendente de la obra o espiritual como quieras llamarlo -al menos para mi- está en los tres actos; al final está tratando cuestiones como la tentación, el pecado, la culpa, la muerte...y la redención.
Y estoy de acuerdo contigo con la sensación "hipnotizante" que deja la música del tercer acto. Cuando la escuchaba sentada en el sofá esta tarde me ha parecido que se detenía el tiempo, que se quedaba como suspendida en el aire... Todo era perfecto, hasta que el ruido de la lluvia me ha devuelto a la realidad.
He estado encantada con este día lluvioso y parsifaliano!!!
Que tengais todos una buena semana y bona nit!!!!
Okis, Assai, perdona por la confusión, había pensado en la música. Por lo menos nos hemos entretenido un rato escribiendo :)
ResponderEliminarMejor semana para tí.
Te dejo el Amfortas enterito para tí Maac, el dolor no me seduce nada y menos el de Amfortas, un dolor culpabilizante del que tiene que dar cuenta constantemente a todos y que además es causa de la aniquilación del grupo, ni hablar. Yo me pido, me pido, .... Der Wanderer (jeje!!), que conste que ese también sufre, pero en un plano más "celestial", por otra parte no me importaría (en absoluto) cantar como ... Gian Giacomo Güelfi, puestos a pedir... y ya que nos ponemos, cantar el Scarpia con la Tebaldi, ... en fin, mañana es martes y hay que madrugar, bona nit a tots!!
ResponderEliminarA ver... El dolor en escena no es dolor, es una representación del dolor. Amfortas y Kundry, pero sobre todo él, son los personajes que mejor me caen en Parsifal, y a pesar del comportamiento de aquél negándose a celebrar pueda parecer egoista, porque él ya tiene bastante con lo que tiene. Y comprendo a Parsifal y su compasión precisamente por eso, porque, en difinita, el pecado de Amfortas no es pecado sino el efecto de un comportamiento muy humano aprovechado por un ser sin escrúpulos, Klingsor. Amfortas es un ser humano, no un ente espiritual que se regocija en un acto de renuncia a lo que le está pidiendo su propia voluntad, no se merece ese sufrimiento, ese es el dolor de Amfortas y por eso entiendo que Parsifal se solidarice con él y se compadezca de su dolor, porque es injusto. Para mi los odiosos son Klingsor y Titurel. Ya sé que esta interpretación es sui generis pero es la que yo hago para que la obra tenga un sentido con el que pueda estar de acuerdo. Parsifal está abierta, como casi toda la obra de Wagner, a muchas y muy distintas interpretaciones, la religiosa es la que menos me seduce.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en que a Amfortas le toca "bailar con la más fea", él ha cometido un error previamente (sólo uno, es cierto) sin embargo Kundry está condenada a seguir la voluntad de Klingsor que la tiene absolutamente esclavizada, sin haber cometido falta previa. Ella al menos puede achacar su situación a una injusticia, cosa que Amfortas no puede hacer ya que de alguna manera es "responsable" de su situación.
ResponderEliminarSí, Álvaro, Kundry es una pecadora nata,también cometió falta previa, pero no de carácter carnal, recuerda que se rió en la misma cara del Salvador del sufrimiento de éste.
ResponderEliminar