martes, 23 de diciembre de 2008

Música y naranjas.


Hoy no había previsto entrada. Pasé por el blog de... bueno, no voy a decir el nombre que luego se me queja de las veces que sale... pasé por un blog y me he puesto a ver un emotivo post navideño con música de Bach de fondo, a la segunda pasada me he levantado y he ido directamente a la cocina, tenía hambre, he cogido lo primero que he visto, una naranja, la he apoyado sobre el banco, he agarrado un cuchillo y cuando lo he colocado sobre la piel para comenzar a pelarla he recordado a mi abuelo. La música de Bach sonaba a lo lejos.
A mi abuelo le encantaban las naranjas.
Mi abuelo todos los días almorzaba jamón, lomo o longaniza, un tomate partido por la mitad sobre el que echaba una pizca de sal y una naranja u otra fruta, pero si había naranjas no existía otra opción posible.
Mi abuelo siempre tuvo el pelo blanco.
No sé la música que le gustaba a mi abuelo, él siempre escuchaba las noticias en la radio y veía "el parte" al final de los telediarios, la obsesión por el tiempo la seguía manteniendo después de haber llevado una vida dedicada a la agricultura.
Mi abuelo fue soldado republicano y todos los domingos iba a misa.
A mi abuelo le encantaba salir a pasear y charlar con el primero que se le cruzara en su camino.
Mi abuelo un día se atascó al intentar decir algo, a mediodía, mientras comíamos; comenzó a pronunciar una sílaba extraña, algo así como cac cac cac cac cac hasta que consiguió desatascarse, nunca más pronunció una frase de más de tres o cuatro palabras. Un día, al volver de un largo viaje, le pregunté: "Yayo, ¿quién soy?", me miró a los ojos, "¿quien soy?... ¿quien soy?... yayo... ¿me conoces?", ante mi insistencia, sin dejar de mirarme a los ojos, con ternura, me dijo: "de casa".
Mi abuelo nos llevaba al circo, con el paso de los años éramos nosotros los que lo llevábamos a él.
Tenía capacidad para sorprenderse de las cosas más sencillas. Mi abuelo, cuando veía un camión aparcado, se acercaba y miraba la TARA y el PMA -creo que ahora se denomina MMA, masa máxima admitida-, y decía "¡Madre mía! XXXX kilos", nunca le parecía que era poco. Cuando veía un caballo, un toro, un cerdo o una oveja siempre me decía cuánto debía pesar... "¡esa borrega pesará por lo menos 70 kilos!" Cuando veía un gran árbol siempre calculaba cuántas personas se necesitarían para abarcar su tronco y cuando lo había calculado, una vez más, se admiraba del grosor del tronco.
Mi abuelo nos metía en su cama y nos contaba cuentos.
Un día, volviendo de un largo viaje en tren, llamé por teléfono a casa y nadie me contestaba, colgué y le dije a Geni: "Se ha muerto mi abuelo". Y efectivamente, se había muerto. No lloré, no sentí tristeza, al fin y al cabo era lo que él estaba deseando desde hacía mucho tiempo.
Yo lo acribillaba a preguntas: Yayo... ¿y qué pasó cuando acabó la guerra?... ¿y por qué la perdieron? ... ¿y es verdad que mataban a los curas?... ¿y tú, en la guerra, qué hacías?... ¿es verdad que en el río había maquis?... ¿conociste a mi otro abuelo?... ¿es verdad que se murió poco antes de la guerra? ¿y de qué se murió?
Y siempre que le hacía esta última pregunta me decía: "tu otro abuelo se murió de un aire..."
De un aire... y yo me quedaba tan satisfecho al haber averiguado la causa de la muerte de mi otro abuelo... se había muerto de un aire...
Y cuando estábamos en la playa de vacaciones se subía el camal del pantalón más arriba de las rodillas y con su sombrero y su garrote iba paseando, descalzo, por la orilla, para arriba y para abajo, para arriba y para abajo.
La música que escuchaba -de la que me he copiado hasta la versión- y una naranja... peligrosa combinación.


13 comentarios:

  1. ...Joder!! Maac, me he emocionado.
    Es cierto, los yayos son algo especial y como tenemos dos seguro que al menos uno de los dos lo es y lo son por que no sienten el vertigo ni la responsabilidad de tener que educarnos, lo hacen con su comportamiento, con su cotidianeidad, sin pretenderlo y dejan huella, claro que la dejan.
    Tu yayo fué un poco (o un mucho) el de todos nosotros, sólo varía la fruta del desyuno, el mío se acompañaba de "cacaus y tramusos"
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Caramba maac que maravilloso relato y que sorprendente cambio de registro.

    Yo sólo conocí a un abuelo, el materno. El padre de mi padre murió mucho antes de que yo naciera y cuando mi padre era adolescente. Murió en Grenoble donde está enterrado.
    De mi abuelo tengo recuerdos entrañables, pero no pude tratarle como me hubiera gustado. Murió tranquilamente cuando yo aun era adolescente. Con lo que me hubiera gustado poder hablarle teniendo una visión más madura de la vida
    Por lo demás, me alegro que hayas escogido JSB, nunca falla, lo tiene todo sin hacer ostentación de nada.

    BON NADAL AMIC

    ResponderEliminar
  3. Todos tenemos recuerdos entrañables de abuelos y algunos de padres, yo agradezco poder recordarlos con paz, con un poquito de nostalgia,y en estas fechas brindar por ellos y por los buenos recuerdos, que eso sí que son regalos de verdad. Va por ellos!!!

    ResponderEliminar
  4. Ya ves, maac...tu emotivo escrito me ha hecho pensar en mi padre con especial intensidad. Mi padre fue soldado republicano y sobretodo un hombre sensible, inteligente y bondadoso. Ël tuvo para siempre la capacidad de sorprenderse porque guardaba grandes dosis de inocencia que, como un don, le permitían ser siempre como un niño. Era melómano profundo, valoraba la ciencia, se entusiasmaba con puentes y edificios. Un dia se puso la mano sobre el vientre e hizo una mueca que nunca olvidaré. Murió a los pocos meses.
    Felices fiestas, Maac. Y con naranjas.

    ResponderEliminar
  5. Me has hecho recordar al abuelo… y en navidad, ¡¡¡uyyyy!!!! Venga...
    Mi abuelo siempre permaneció en casa, estaba “con su pelo blanco” cuando llegué y estaba apagándose, sin luz en los ojos, cuando partí; el año que abandoné mi casa familiar, mi abuelo también se fue unos meses después, una fría noche de enero sin despedirse, sin levantar revuelo. Fue muchas cosas “el meu iaio”, agricultor por herencia, maestro por estudios y finalmente ganadero por vocación. Lo recuerdo los últimos tiempos al sol, siempre al sol “amb el gaiato entre les mans i el cigarret entre els llabis”.
    Cuando quiero encontrarme con él, me acerco a los campos de naranjos que tuvimos, y allí, quitando malas hierbas, regando, poniendo cañas en las ramas, recolectando, enseñando a mis hermanos, cuidando y amando sus árboles… me siento un ratito a charlar con él.

    Bon Nadal, maac.

    ResponderEliminar
  6. Yo sólo conocí a mi abuela paterna, que había nacido en 1889 y nos contaba historias de cuando su abuelo luchaba contra los franceses en la guerra de la independencia. De la guerra civil nunca nos contó nada, sólo nos decía que ojalá nunca tuviesemos que vivir una experiencia como esa. Lo que sé de la guerra civil me lo ha contado mi padre, que era un niño entonces pero aún lo recuerda.

    ResponderEliminar
  7. Conmovedor relato de amor, con guerra al fondo.

    Creo que mi felicidad del futuro sería poder convertirme en un querido y musical abuelo de pelo blanco, con Bach al fondo.

    ¡Felices Fiestas!

    ResponderEliminar
  8. El relato es muy emotivo. Estas serán las primeras navidades sin mi abuelo materno, el único al que he conocido bien, pero no puedo recordarlo con tristeza, tenía un gran sentido del humor y cuando pienso en él sólo me sale una sonrisa. Lo único con lo que no hacía bromas era con el hambre que pasó durante los años de la guerra. Tu post es un homenaje para todos los abuelos.

    ResponderEliminar
  9. Qué mezcla, Maac, naranjas-Bach-iaios, una combinaciòn explosiva la víspera de Noche Buena. En los vuestros siento a los míos, la guerra, el campo, también los naranjos, y vaya coincidencia, el lado republicano. En casa aún guardamos las cartas y los dibujos de mi abuelo materno cuando tuvo que esconderse de aquella refriega horrible.
    Gracias Maac.

    ResponderEliminar
  10. Quiero poner fondo musical en el foro que administro con otros colegas.
    El foro va sobre las rutas y el mundo de los camioneros y gente que andamos de acá para allá por las carreteras…
    http://lamarchadelcamionero.blogspot.com/
    ¿Qué me aconsejais?
    Si quereis participar estais invitados.
    Felices Fiestas a todos.

    ResponderEliminar
  11. Seguramente no es este el blog que necesitas, pero si te puede servir de ayuda te puedo dar este enlace:
    http://www.blogoff.es/2006/10/27/como-poner-musica-en-tu-blog-goearcom/

    ResponderEliminar
  12. Gracias a todos por vuestros comentarios, no creáis que esta entrada ha sido fruto de la Navidad sino que surgió espontáneamente, como la magdalena de Proust. Podría haber sido cualquier otro día del año.

    ResponderEliminar
  13. Maac, gracias por el relato tan auténtico y sencillo; mientras te escribo oigo la música de Bach y me inundo de paz... No he conocido a mis abuelos y siempre me ha faltado algo, he sentido como una ausencia que nadie puede reemplazar, quizás por eso mismo tengo sus fotografías enmarcadas sobre el piano que conservo desde que era niña... Me miran, se que les hubiera gustado
    estar un "ratito" de la vida conmigo y yo con ellos... Ha terminado la audición de mi amado músico justo ahora. Un abrazo entrañable de
    Josefina.

    ResponderEliminar