martes, 17 de marzo de 2009

Ya estoy pensando en otra cosa...



La temporada del Palau de les Arts está llegando a su fin y yo, en vez de en Turandot, estoy pensando en otra cosa, os he dajado una versión de lujo, la de Celibidache, que, sin olvidar a otros visitantes del blog que también lo son, dedico a una amiga que sé que es una ferviente admiradora del director; mientras la escucho recuerdo con una sonrisa aquello de "íbamos subiendo las interminables escaleras del Teatro Real con la lengua afuera cuando me dijo: ¡El día de hoy no lo olvidarás en la vida!".





Cósima, hija de Franz Liszt, había mantenido una relación sentimental con Wagner durante tres años de la que nacieron tres hijos: Isolde (1865), Eva (1867) y Siegfried (1869); sin embargo Cosima todavía estaba casada con Hans von Büllow, director de orquesta y pianista que había sido alumno de Liszt y era amigo de Wagner, dirigió la orquesta en los estrenos de Tristán e Isolda y Los Maestros Cantores. En julio de 1870 se disolvió el matrimonio posibilitando que Wagner y Cósima contrajeran matrimonio el 25 de agosto en Lucerna. Ese mismo año, para celebrar el 33 cumpleaños de Cosima, Wanger compuso un "saludo Sinfónico", que con el tiempo se tituló Idilio de Sigfrido. Esta obra tiene la particularidad de que se interpretó por primera vez en la escalera principal de la casa que el matrimonio tenía en Tribschen, Lucerna (Suiza) por una orquesta muy reducida (trece músicos: flauta, oboe, 2 clarinetes, fagot, 2 cornos, trompeta y cuerdas), de ahí que primero se la conociera con el nombre de Música de la escalera. Había sido ensayada en secreto. La mañana del 25 de diciembre de 1870, cumpleaños de Cosima, los músicos se presentaron en Tribschen dispuestos a tocarla bajo la dirección del propio Wagner y ante Cósima, los niños y Nietzsche. Este tipo de sorpresas no era ninguna novedad en las celebraciones de la pareja, en 1869 Hans Richter -que tocaría la parte de la trompeta en el Idilio- se había presentado, por petición de Cósima, el día del cumpleaños de Wagner, a las seis de la mañana para interpretar la llamada del cuerno de Sigfrido, y al año siguiente Cósima llevaría una banda militar para interpretar la Huldingungsmarsch, una obra que Wagner había compuesto para celebrar el 19 cumpleaños de Luis II de Baviera.

Del Idilio del Sigfrido hay una versión orquestal posterior, que es la que suele tocarse habitualmente en las salas de concierto. La parte principal del material temático de la pieza fue introducida en el dúo final del tercer acto de la Segunda Jornada de la Tetralogía, Sigfrido. Ayer sonaba el Idilio en el In Fernem Land, el blog de Joaquim, la casualidad quiso que yo ya tuviera preparada la entrada de hoy y al final he decidido publicarla. Os dejo con la interpretación de Celibidache con la Filarmónica de Munich en 1993:




Y para terminar escucharemos el final de Siegfried. Mira que me ha costado decidirme por una versión, al final la elegida ha sido la de Birgit Nilsson y Hans Hopf con Kempe en Bayreuth 1960. Siempre suele ser Varnay o Flagstad las que me llevan al huerto, pero en este fragmento en concreto entiendo que Nilsson exhibe un derroche de medios, una incandescencia, insuperable. Hans Hopf no será el Sigfried más matizado pero me gusta su timbre y llega al final en buena forma.



Y hasta aquí llegamos el año pasado, sólo nos queda El Ocaso para completar la Tetralogía, lo bueno será que esta vez podremos verla rerpresentada de un tirón.

6 comentarios:

  1. Empezar un post con la marcha funebre de Götterdämmerung, acojona, perdón acongoja.
    El Idilio nos ha unido una vez más, no es la primera, ni será la última. Por suerte tenemos muchas cosas coincidentes y eso me satisface muchísimo.
    Mira la Nilsson está mercurial (como siempre dice Colbran), pero la Varnay en el 51 en Bayreuth, me puede.

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  2. Muchísimas Gracias, Maac. Celibidache, es uno de mis directores preferidos. Desde la primera vez que lo escuché sentada en aquella fila del Teatro Real que estaba a la altura de la lámpara- esa zona que los franceses llaman poéticamente "le paradis" y nosotros el gallinero - no he dejado de admirarle. Entonces yo era una estudiante que vivía en Madrid. No sabes qué gracia me ha hecho que recordaras aquella vieja historia...

    Desde luego que es una coincidencia que ayer Joaquim dedicara otro post a esta misma música con la impresionante arquitectura de Palladio como fondo. O mejor no, como muy bien dice Joaquim, hay muchas coincidencias entre vosotros dos y tambien a mí me satisfacen muchísimo. Si tuviera que sintetizarlas diría que para mi los dos teneis grandes dosis ; bondad, inteligencia y sensibilidad. Y qué calificativo para la Nilsson "mercurial"...


    Leer a diario vuestros blogs siempre es un regalo, teneros entre mis amigos un lujo.

    Nunca mejor dicho; Gracie mille Maac!

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  3. Tú ya estás como Hagen en vigilia esperando la que se os avecina en Valencia.

    Las dos interpretaciones de Celibidache, un director por el que también siento predilección, son fantásticas. Cómo hace flotar el sonido en el Idilio. Es uno de los directores que más echo en falta en la discografía del Anillo, se me hace la boca agua de imaginármelo.

    La Nilsson sin calificativos y el bueno de Hopf, que es bastante rudo, aunque no llegaba a las cotas de los mejores era superior a la pandilla de los Beier, Lusting, Aldenhoff… más heroico que un Thomas y más auténtico que un Vinay.

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  4. Gracias por vuestros comentarios. Ya decía que aunque iba dedicado a una persona no era la única celibidachiana del blog. Y sí, empezar un post con la Marcha fúnebre previas las palabras "Ya estoy pensando en otra cosa..." puede dar lugar a malentendidos. Assai, es que me hizo mucha gracia las dos vertientes de "no lo olvidarás en la vida".

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  5. Ja ja ja Maac, al final voy a contar la historia, porque supongo que más de uno se habrá quedado con la intriga de esa "doble vertiente"

    Érase una vez...una jovencilla estudiante de universidad que tenía un compañero listo, culto y que además le gustaba la música. Un día me invitó a un concierto en el Real. Por aquel entonces -uff decir cuántos años hace da vértigo- solo existían los discos de vinilo y yo no había escuchado una sinfonía de Bruckner. Además, no tenía casi posibilidades económicas de asistir a un concierto.

    La cuestión es quedamos en la puerta y me saludó con un me alegro que hayas venido, cortés pero enigmático. Empezamos a subir las interminables escaleras del Real y, cuando yo iba con la lengua afuera, se paró en seco y me dijo: ¡El día de hoy no lo olvidarás en la vida! Prefiero no contar lo que mi incultura me hizo pensar en esos momentos...hasta las piernas me temblaron ja ja ja

    Entonces Celibidache estaba en su espléndida madurez, parecía un Lord con su pelo canoso casi blanco ligeramente largo y ondulado. Un porte realmente elegante, que a pesar de la vertiginosa altura donde estabamos pude apreciar. Dirigió una conmovedora 4º sinfonía de Bruckner que no olvidaré nunca en la vida, como tampoco la amabilidad de mi compañero, que sabía -aunque su modestia e inteligencia le impidió explicármelo con claridad- que Celibidache y su Bruckner eran realmente excepcionales.

    Fué sin duda un día inolvidable para mi, como él con la clarividencia de su inteligencia vaticinó y que se hizó aún más cuando intenté comprar sin éxito un disco suyo...todos conocéis su historia.


    Pasó muchísimo tiempo y lo volví a ver dirigir a Bruckner en el Palau, sentado en una silla especial debido a su enfermedad. Fue tremenda la sensación que me produjo ese concierto, porque a parte de lo que me conmovió, sentí que era una despedida. Y así fue, no podría volverlo a ver más dirigir.

    Sé que Bruckner no está entre tus predilecciones Maac, pero Celibidache lo asociaré siempre al mejor Bruckner, al menos para mi al más conmovedor.

    Gracias de nuevo Maac, como bien dice Golaud, son dos interpretaciones fantásticas.

    Feliz dia San José y un beso especial para esas dos preciosidades!

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  6. Es una anécdota preciosa, Assai.

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