Sybil Sanderson y Charles Delmas en la primera producción de Thaïs |
Athanaël, que de joven conoció a Thaïs en Alejandría pero que marchó al desierto incorporándose a una comunidad monástica siguiento el mensaje divino, es un personaje que se me hace sumamente odioso porque es un sádico, así se muestra no sólo cuando se quita la túnica y exhibe su cilicio ante Thaïs amenazadoramente (en la novela de A. France se cuenta que los monjes en aquellos tiempos arremetían sin piedad contra las cortesanas), sino también cuando la hace caminar por el desierto sin descanso hasta que de los pies de la muchacha brota sangre, y entonces los besa; es un embaucador, Thaïs en sus manos es un pobre animal engañado, sometido a su merced, Athanaël engaña a todos, a su comunidad religiosa al hacerle creer que es un elegido de Dios para salvar a la sensual cortesana, a Thaïs disfrazando sus celos (destruye la estatua de eros, lo único que quería salvar Thaïs, alegando que Nicias la tocó) y su afán de posesión bajo un amor que dice ser religioso, engaña también a Nicias, su amigo, a quien desprecia y a quien utiliza instrumentalmente para acercarse a Thaïs, y por lo tanto, en la medida en que vive entre esos engaños, se engaña también a sí mismo ¡Cuánto me cuesta encontrar alguna virtud en este personaje! Es el perfecto hipócrita. Por eso, cuando al final de la ópera soy testigo de su castigo me quedo reconfortado. En la novela de Anatole France parece ser que el final aún es más duro, la congregación de Albina se le echa encima acusándolo de vampiro y diciendo que se ha vuelto tan repugnante que al pasar la mano por su rostro ha sentido su propia fealdad: indignidad, vergüenza, monstruosidad.
Thaïs, una joven bella y sensual, seductora, a diferencia de Athanaël, sí tiene auténticos valores morales, conoce la virtud, es inocente. Es un ser que piensa por sí mismo, que duda de la vida entregada al puro placer, que sabe que la belleza es efímera y que su alma necesita creer en algo más consistente o pronto su vida no tendrá sentido (de ahí las dudas ante el espejo). En su espiritualidad, que despertará Athanaël pero que ya estaba en germen, encontrará su salvación. Claro que eso no quiere decir que sea perfecta, Thaïs, una víctima, se confunde con Athanaël y si no lo hiciera no tendríamos ópera, buscaría marido y junto con él tendría unos cuantos hijos. Su muerte, su redención, a primera vista pudiera parecernos justa pero en el fondo no es más que el resultado de una gran manipulación, no encuentro por ninguna parte el mensaje cristiano de amor al prójimo, Thaïs está encerrada en sí misma. De ahí que la Iglesia se escandalizara en el momento de su estreno, sobre todo porque el final, en la ópera, es bastante ambiguo, no sabemos qué pasara con Athanaël, si continuará con su perversión en la fe o si abrazará el lado opuesto buscando a Nicias . Podría decirse que Thaïs es la más antiparsifaliana de todas las óperas, de hecho hay quien la ve como una expresa reacción a Parsifal, aunque esta afirmación me parece fácil de fundamentar yo no la tengo tan clara.
Y para terminar os dejo la entrada de Thaïs (Renée Fleming) y su dúo con Nicias (Michel Schade), en el primer acto de la ópera:
Carai Maac, me he quedado sin palabras despues de leer "tu arenga moral". No sé si los años me han convertido en más tolerante o es que definitivamente me han hecho más laxa, pero yo entiendo y comprendo casi todo y qué juicio más rotundo, pobrecillo Athanaël :-) Si ves a la protagonista de Les Arts, seguro que lo comprendes perfectamente.
ResponderEliminarEsperando la crónica de Atticus - tengo mono de crónica- porque me gustó muchísimo la Thaïs que vi ayer, se me hizo cortísima. No sé en qué medida tuvieron la culpa los dos descansos, pero me quedé con tan buen sabor de boca que voy, de momento, a tripitirla ¿Vas el 28, no? Pues si es así y no pasa nada, nos vemos allí.
¡Vaya, assai, si tú dices eso es que igual me he pasado!
ResponderEliminarNos veremos, qué ganas tengo.