miércoles, 23 de mayo de 2012

37ª maac-chorrada - OLOR A CALAMARES


Lo primero que me llamó la atención de la noticia es la presencia de calamares, me recordó a nuestra simpática bloggera Kalamar y creo que eso fue lo que hizo que me interesara por la noticia. Resulta que a un señor llamado Carlos Herrera, tiene 36 años, le han dado en Buenos Aires el premio ArteBA-Petrobas Artes Visuales de 50.000 pesos (8.800 euros) por una obra titulada Autorretrato sobre mi muerte.

La obra de arte consiste en unas zapatillas, una camiseta y unas medias de jugar al rugby, todas estas prendas usadas y metidas en una bolsa. Dentro de cada zapatilla un calamar muerto y pudriéndose.



¿Que es lo que pretende el Sr. Herrera? A estas alturas no creo que sea escandalizar -aunque lo ha hecho- ¿Entonces qué? Pues no lo sé pero tengo la impresión de que, aparte del Presidente del Tribunal Supremo con sus viajes a Puerto Banús en fines de semana, alguien nos está tomando el pelo, pero aquí no pasa nada es algo a lo que últimamente estamos acostumbrándonos y lo raro parece que es ser decente.

Busco información en la Red para ver si es que detrás de este montaje hay algo más, alguna interpretación muy sesuda e intelectual que a una mente tan insignificante como la mía se le escapa y encuentro una entrevista al Sr. Herrera  en la que el entrevistador afirma que lo mejor que tiene este Autorretrato es "que utiliza un material orgánico muy sugestivo (la carne de un animal) descomponiéndose", mientras que el autor dice que "es una intepretación sobre lo que considero un momento de mi vida, una posibilidad de muerte, un retrato de mi muerte. La obra no indaga en ningún aspecto que tenga que ver con lo emocional o con la relación con el alma, ni lo espiritual ni la elevación , sino todo lo contrario. Lo que trata de representar es la muerte en su estado más concreto, mas matérico. Como lo que queda, lo que uno deja; y lo orgánico." Se ve que el Sr. Herrera no hojea  los periódicos o ni siquiera enciende el televisor porque no hace falta irse muy lejos para comprobar que la muerte deja lo material en degradación -a no ser que el muerto o la muerta de turno sea un rico heredero o heredera sepultado entre joyerio y obras de arte, y aún así se trata de objetos efímeros-, mientras que lo inmaterial como no tiene una existencia concreta no perece, ni nace, ni existe más que en otra dimensión, pero es que en realidad no es la muerte sino el tiempo lo que hace que todo sea efímero y al final lo que uno deja (si uno no es un Shakespeare, un Cervantes o un Homero) no es nada.

Sigue diciendo el autor que "gracias a la investigación que hice sobre distintos olores similares a los que uno siente cuando va al cementerio, este fue el que más se acercaba a representar ese olor tan agudo de la muerte", y el entrevistador con socarronería afirma entonces que en realidad la obra por el olor no recuerda a ningún cementerio sino a un puerto. Yo creo que a mí me hubiera recordado los bajos del Mercado Central de Valencia en mi niñez a eso de las siete de la tarde o el del contenedor de la pescadería que hay junto a mi casa cualquier noche de verano.

En realidad lo que ha hecho Carlos Herrera es una enorme redundancia: mostar lo efimero a través de una manifestación artística efímera. En fin, que ya hace muchísimo tiempo que los artistas decidieron que lo suyo era ser filósofos, pero muchos pretenden ser filósofos a lo cómodo porque la parte teórica se la elaboran los demás.

A mí me parece una imagen preciosa, y quedé tan seducido de su fotografía que decidí plagiarla. En la entrada de casa también puse mis zapatillas de running (las pobres ya necesitaban ser sustituidas), unos calcetines de deporte malolientes, una camiseta sudada y todo dentro de una bolsa de Mercadona, como no tenía calamares metí dos hamburguesas, la carne picada en descomposición me pareció una idea mucho más poética y efectiva -claro, que yo, al contrario que el Sr. Herrera, no he estado haciendo ninguna labor de investigación (ahora pienso que debí haberla hecho porque creo que unas morcillas hubieran quedado incluso mejor, aunque tardan más en descomponerse). Después de estar, en mis idas y venidas, pasando junto a la bolsa durante tres días me senté al lado para observar mi obra y esperar a que me llegara el olor. Es mucho más cómodo, aunque quizás no más romántico, que viajar a la República Democrática del Congo para apreciar el olor a muerto in situ, y es también menos frío que visitar el depósito de cadáveres de cualquier ciudad. Lo que pasaba es que mientras miraba mi "Autoretrato", mientras sentía que me pudría como la carne picada, no sabía si sacar unas velas y ponerme a rezar en plan velatorio o simplemente gozar del espectáculo de mi cuerpo en descomposición.

Hay que ver qué mal se les trata a los calamares, nuestra amiga bloguera no debe estar muy contenta.

8 comentarios:

  1. Para lo que sirven chorradas tan auténticas como las de este señor, es para disfrutar de las tuyas, una vez resignados a que mantengas ese título en estas columnas. Enhorabuena, estás haciendo de la naturalidad y la sinceridad un estilo propio. Y conste que hoy soy abstemio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me queda una duda y es que no sé cómo hizo la investigación. Y es que si finalmente decido llevarla a cabo cómo tengo que hacer para ir comprombando las semejanzas entre los olores del cuerpo humano en descomposición y las materias sobre las que quiera hacer mi investigación ¿dónde acudir? ¿cómo pedir un trozo de carne humana prestado?

      Eliminar
    2. Puedes preguntarles a estos dos

      http://www.noticiasgrotescas.com/2011/12/dos-presentadores-comen-carne-humana-en.html

      Eliminar
    3. Uf... eso sí que es fuerte. No lo supieron explotar, podrían haberlo convertido en una manifestación artística.

      Eliminar
  2. He recordado una anécdota de mi infancia. Mis padres me llevaron a ver una exposición y yo me detuve, totalmente perplejo, ante una obra abstracta consistente en brochazos varios, algo que parecía cabello pegado en el lienzo y un paquete de tabaco también pegado. Con la indiscreción que caracteriza a los niños estallé en unas carcajadas tan grandes que la gente me miraba y se reía también. Espero que el autor no estuviese por allí, porque el bochorno habría sido menudo. Ya se sabe que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad.

    Mira que han pasado veinte años -fue en la Exposición Universal de Sevilla del 92 y yo tenía entonces siete años- pero recuerdo aún perfectamente esa exposición de arte contemporáneo. Había otro cuadro parecido titulado "Santa Claus" o algo así, y un escritorio con su mesa y su silla instalados en una pared en lugar de estar en el suelo.

    Mirándolo bien, creo que pudo ser uno de los días más divertidos de mi vida...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay una serie de preguntas que no son mías, sino de García Márquez en "Manual para ser niño", que siempre tengo presente: ¿Qué es la cultura, para qué sirve, cuánto cuesta, para quién es?

      Eliminar
  3. Cómo huele a amoníaco!!
    Ay, Maac, qué buenas son tus maacchorradas! La verdad es que estoy muy contenta de que te acuerdes de mí. Y si es por una obra de arte, mejor todavía. Porque hace muuucho que la pudrición es tema de representación, como en los bodegones de Vanitas. Ese sr Herrera no se debe haber leído un manual básico de Hª del arte, pero lo que sí ha aprendido es a echar jeta y discurso, y conseguido que estemos hablando de él. Hay uno muy cotizado que se lo curró menos: una piel de plátano y zas! la idea se la ha comprado un magnate alemán..en fin.
    Yo tendría que haber cogido unas sábanas que colgué en el terrado, manchadas de guano negro de gaviotas que habían comido calamares en el puerto, y haberlas llevado a una galería,
    quién sabe, a lo mejor saldrían en la revista Artfòrum, y Kalamar no estaría perdiendo el tiempo en su blog.

    Lo de la carne picada tiene mucha más gracia, se descompone en un tictac y debe coger unos colorcillos..

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No sé si los artistas son conscientes de que desde Marcel Duchamp a la actualidad han pasado ya cien años y hay caminos que durante esos años ya han transitado otros, ahora creo que es el momento de decir basta ya, se ha especulado todo lo especulable, ya no se es original presentando un calamar en putrefacción, ni siquiera provocador. El que quiera ser filósofo que se dedique a escribir libros ¿no?

      Eliminar