viernes, 8 de febrero de 2008

Haendel - Orlando en Les Arts (2)

Hoy continuamos preparando el Orlando de Les Arts. La foto de la izquierda no corresponde a la producción de Glyndebourne que se verá en Valencia sino a la realizada por Robert Carsen para Aix y Paris en los años noventa cuando se ofreció en Reggio Emilia el año 2004, los personajes de la foto son Medoro y Angelica.

William Christie en una entrevista dada en 1994 opinaba lo siguiente sobre el papel de Orlando:

"Evidentemente, la primera condición que debe reunir un cantante que desea abordar este papel es tener la tesitura necesaria para ello. Es un rol que es cruel para un contratenor. Y no es que no les vaya por los agudos que requiere, sino por el hecho de que pide constamente un esfuerzo de pasaje en la parte central que, para un falsetista, es el punto de dificultad máxima (de hecho es Orlando el personaje más grave que Haendel escribió para su castrato predilecto). Por lo tanto he optado por una voz femenina rica, noble y musical (se refiere a la producción de Robert Carsen con decorados de Antony McDonald del Festival de Aix, con Felicity Palmer en el papel protagonista, en 1993 que se vería al año siguiente en el Théâtre des Champs-Elysées con Patricia Bardon). Es necesario también, obligatoriamente, hacer que el personaje sea interesante. Orlando canta poco; es fácilmente comprensible que un artista tan adulado como Senesino protestara ante un personaje al que le faltaba brillantez vocal. Orlando es el centro de la historia pero, al contrario de lo habitual, las arias más bellas no las tiene él. Es una especie de anti-héroe musical y hay que hacer que el personaje sea interesante por su fuerza dramática. En mitad de la acción dramática, la escena esencial es una escena de locura que no lleva aparejada ninguna aria, un simple recitativo apasionado que interrumpe una pequeña gavota. Requiere un gran actor, una actriz soberbia."

La fotografía de la izquierda corresponde a Bejun Mehta durante los ensayos de la ópera en el Palau de Les Arts.
Sigue diciendo Christie en la entrevista:
"(...) Adoro toda la obra de Haendel. No hay ópera haendeliana de la que podamos decir que sea mediocre. Sin embargo creo que en tres ocasiones el músico se ha superado a sí mismo: Giulio Cesare, Alcina y Orlando tienen una riqueza sin igual. Con Orlando en particular, da la sensación de que se produce un cambio de rumbo. Haendel se arriesga y rompe con las convenciones: se aleja de aquello que le había dado el éxito en sus obras precedentes, el lado virtuoso y de bravura. Eligió una simplicidad naif y, por lo tanto, inquietante, no encontraba su sitio en el contexto heroico al que estaban habituados sus contemporáneos. Las protestas de Senesino y la fría acogida del público londinense no deben sorprendernos si tenemos en cuenta la novedad de la obra
".

Aria de Orlando "Fammi combattere" por Ewa Podles:



Por Nathalie Stutzmann:



Por Patricia Bardon:



Fammi combattere
Mostri e tifei,
Novi trofei
Se vuol dal mio valor.
Muraglie abbattere
Disfare incanti,
Se vuoi ch'io vanti
Darti prove d'amor


Veíamos el otro día el carácter blando con que comenzaba el protagonista de Orlando el Acto I, pues ahora hemos comprobado que lo acaba heroicamente, tal y como le pedía Zoroastro.

¿Qué ha pasado entre tanto? Pues es muy sencillo. Angelica no ama a Orlando sino a Medoro, príncipe africano que encontró malherido y cuyas heridas curó -mira, como Isolda-, Zoroastro, el mago, le ha aconsejado disimular para evitar la venganza de Orlando si éste conoce que su amor no es correspondido, y Angelica, haciendo caso a Zoroastro, se ha hecho la celosa ante Orlando pidiéndole que no vuelva ver más a Isabella, una princesa a la que Orlando rescató hace poco-. Orlando accede inmediatamente a los deseos de su amada y en su aria "Fammi combattere" se muestra dispuesto a luchar contra monstruos y tifones, a derribar murallas y deshacer encantos para que Angelica tenga pruebas de lo mucho que la ama.

"Fammi combattere", un alegro lleno de fogosidad y ritmo endiablado, es un aria di bravura que exige del intérprete un canto virtuoso y hábil dominio de la coloratura, se asemeja bastante a arias como "Venti, turbini" de Rinaldo, "Al lampo dell'armi" de Giulio Cesare o "Furibondo" de Partenope.

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