No soy de los que al recordar el pasado se arrepienta de no haber actuado de esta o aquella manera. A lo hecho, pecho. Con la edad y la experiencia que vamos acumulando a lo largo de la vida, decepción tras decepción, nos volvemos menos ingenuos, más descarados, perdemos las vergüenzas acumuladas durante la pubertad. Esto ni es bueno ni es malo, es una fase más por la que hemos de pasar. "Sage ou fou, à seize ans, on est farouche". Todos, alguna vez, lamentamos haber perdido aquella inocencia y hay momentos en los que vuelve, pero la consecuencia es casi siempre la misma, un buen batacazo y un refuerzo en nuestra coraza. A menudo me pregunto, cuando escucho la canción de Bizet, qué hubiera pasado si el protagonista hubiera visto el beso en la boca antes que el insecto en el cuello, quizás se hubiera llevado un bofetón... quizás no... Lo peor que nos puede pasar cuando nos inhibimos de actuar de una forma determinada, más o menos acertada, es quedarnos con la duda de lo que hubiera podido ser y no fue. Lo más gratificante, por mi propia experiencia, es haber actuado conforme a tu conciencia, que algunas veces consiste en no hacer lo que los demás esperan que hagas, entonces, puede ser que descubras que te has equivocado, incluso es posible que aciertes, pero también lo es que aparezca la cruda realidad, las máscaras se caigan al suelo y contemples la putrefacción en los rostros de los demás, esto tiene un efecto beneficioso, y es que te permite ver dónde están los seres humanos de verdad. Si hay algo a lo que aspiro es a desaparecer un día de este mundo con la cabeza bien alta, con más o con menos amigos, pero con la conciencia tranquila. Ojalá lo consiga.
Vaya... qué trascendente me he puesto para presentar algo de tema tan intrascendente como la siguiente canción de Bizet.
Vaya... qué trascendente me he puesto para presentar algo de tema tan intrascendente como la siguiente canción de Bizet.
La Coccinelle
Elle me dit: "Quelque chose
Me tourmente." Et j'aperçus
Son cou de neige, et, dessus,
Un petit insecte rose.
J'aurais dû — mais, sage ou fou,
À seize ans, on est farouche, —
Voir le baiser sur sa bouche
Plus que l'insecte à son cou.
On eût dit un coquillage;
Dos rose et taché de noir.
Les fauvettes pour nous voir
Se penchaient dans le feuillage.
Sa bouche fraîche était là:
Je me courbai sur la belle,
Et je pris la coccinelle;
Mais le baiser s'envola.
"Fils, apprends comme on me nomme",
Dit l'insecte du ciel bleu,
"Les bêtes sont au bon Dieu;
Mais la bêtise est à l'homme."
Paris, mai 1830.
Victor Hugo. (Les Contemplations, I, 15, 1856)
Este gracioso, erótico y naif poema fue puesto en música por Berlioz (también lo utilizaría Saint-Saëns) a ritmo de vals, lo podéis escuchar cantado por Sylvia McNair y por Cecilia Bartoli, dos interpretaciones antitéticas:
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