Hoy celebramos los doscientos años del nacimiento de la célebre cantante Maria Malibran (Maria Felicia García Sitches) nacida en París, 24 de marzo de 1808 - Manchester, 23 de septiembre de 1836, hija de los cantantes Manuel García y Joaquina Briones, hermana de Pauline Viardot-García y del maestro de canto Manuel Patricio Rodríguez-García.
Como homenaje he pensado que es interesante copiar en el blog una biografía que aparece firmada por ningún escritor o crítico musical y que apareció en la Revista Barcelonesa en 1847, sólo once años después de su muerte. Yo he disfrutado mucho leyéndola espero que vosotros también, por cierto, atención a lo que se dice respecto a la canción "Yo que soy contrabandista":
BIOGRAFÍA. MADAMA MALIBRAN. (Aparecida en 1847 en la publicación Revista Barcelonesa, Tomo I)
Maria García de Malibran, una de las más célebres cantarinas de nuestra época, nació en París el año 1809 (sic). Su padre, tan ventajosamente conocido como compositor, y sobre todo como profesor de canto, necesitó, si se ha de dar crédito al rumor público, una gran perseverancia, y una inflexible severidad para inspirarle la afición a este arte, en que a la postre llegó a ser la más aventajada de sus discípulas.
Maria García de Malibran, una de las más célebres cantarinas de nuestra época, nació en París el año 1809 (sic). Su padre, tan ventajosamente conocido como compositor, y sobre todo como profesor de canto, necesitó, si se ha de dar crédito al rumor público, una gran perseverancia, y una inflexible severidad para inspirarle la afición a este arte, en que a la postre llegó a ser la más aventajada de sus discípulas.
Hallábase Maria en Londres con su familia, compuesta de su padre, su madre, su hermana y su hermano, Manuel García, todos ellos dotados de las mayores disposiciones músicas, cuando vino un incidente imprevisto a obligar a María, que acababa de cumplir quince años, a suplir a la prima donna en el papel de Rosina del Barbero de Sevilla. Bien que la partición de esta ópera le fuese conocida, no dejó de parecer a los inteligentes un prodigio la superioridad con que desempeñó su papel. Su salida al teatro fue un triunfo; e iniciada de este modo en los secretos de la escena, no tardó en encargarse del papel de Felicia en el Crociato en Egipto. Su canto hizo furor, sobre todo en el lindo terceto del Giovinetto cavaliere.
A poco partió María con su padre para Nueva York, donde representó, con no menor éxito, el papel de Tancredi en la ópera de este nombre, el de Malcolm en La Donna del Lago, y el de Desdémona en Otelo.
Cuéntase que su padre, que representaba el personaje del Moro de Venecia, hallándola fría y poco expresiva en el ensayo, le juró que le daría verdaderamente de puñaladas si no mostraba más animación en la escena del desenlace. Esta amenaza, en boca de un maestro tan rígido, produjo el efecto deseado en su hija, la cual, después de la representación, en que estuvo patética y sublime, vino a recibir los elogios y las caricias que, transportado de gozo, le prodigó García. Tiene este compositor, como todos saben, la gloria de haber sido para el nuevo mundo un Colón musical. Después de haber dejado admirados a los graves habitantes de la república de la unión, se fue García a México a encantar con los acentos de su joven discípula los odios de los muelles (nuevos?) descendientes de los súbditos de Motezuma.
En América fue donde, habiéndose relacionado con la joven cantarina un comerciante que pasaba por muy rico, la ofreció su mano y su nombre. Era este comerciante Mr. Malibran; hombre que podía ser su padre, pero su caudal hizo parecer menos desproporcionado este enlace. Verificado que fue, se retiró María del teatro; pero a poco vino a arrebatarles todo su caudal una quiebra, de que fue víctima su marido. No faltó quien dijera que Mr. Malibran preveía esta catástrofe, y que, en esta previsión, se había casado sin otro objeto que el de reparar, especulando con el mérito de María, los descalabros de su fortuna. Sin afirmar lo que acabamos de decir, lo damos como un rumor que cundió demasiado para que podamos nosotros abstenernos de citarlo.
Entonces volvió Madama Malibran al teatro; y la oposición que para el pago de sus sueldos presentaron los acreedores de su marido, dio margen entre éste y María a reyertas muy acaloradas que se terminaron por una separación, de cuyas resultas retornó María, en 1827, a París, donde había pasado los primeros años de su vida. Su llegada interesó vivamente a todos los aficionados, y particularmente a la condesa de Meroni y a sus tertulianos, los cuales, propagando con complacencia la naciente celebridad de la jovez actriz, le facilitaron el acceso del teatro italiano. María, cuyo genio no se había revelado hasta entonces, tanto en Londres como en América, más que en reuniones, por decirlo así, de familia, en que representaba con su padre, su madre y sus hermanos, se emancipó por primera vez en las tablas de la grande ópera el 14 de enero de 1828, en una solemne representación en que, a beneficio de Galli, representó el papel de Semiramis en la ópera del mismo nombre. Difícil es describir el efecto que en ella produjo, y he aquí las palabras que, en el Diario de los Debates escribió sobre su canto un crítico, cuyo juicio puede servir de autoridad: "Su voz, que va hasta el contralto, dijo Mr. Castil-Blaze, es un mezzo soprano de grande extensión, manejada con tal arte que, puede decirse que posee los tres diapasaones: su metal es sonoro y halagüeño; su método el de la buena escuela; su trino, bien articulado, puede prolongarse sin alterar su movimiento ni su exactitud; Madama Malibran cuenta apenas 19 años; su cuerpo es airoso, su físico agradable."
Después de haber obtenido dos meses más tarde un triunfo no menos brillante, en un concierto dado en el Conservatorio, vio en fin llegar el día de su salida en el teatro Italiano, donde se había contratado mendiante 50.000 francos y un beneficio anual. Bien pronto se apropió todos los primeros papeles de su voz, y si bien es verdad que, como cantarina, tuvo que luchar con la maestría de Madama Sontag y con los recuerdos de Madma Fodor, también es cierto que desde luego se colocó en primera línea, ya como agraciada cómica, ya como trágica consumada. Cada representación nueva, cada nuevo papel que se le encargaba, era para ella ocasión de un nuevo triunfo. El 13 de abril desplegó en el papel de Desdémona todos los recursos de su genio, y pocos días después admiró en el Barbero de Sevilla al público de la ópera con la novedad y la verdad nacional del traje de Rosina.
Con efecto, puede decirse que Madama Malibran introdujo una verdadera reforma en los trajes del teatro italiano, donde la observancia de este punto del arte teatral estuvo siempre muy descuidada. Pero más aún que por su traje, sorprendió María por su canto en el papel de Rosina, de quien hizo en vez de una amante apasionada, una señorita picaresca, llena de gracia y de ingeniosa candidez. Esta forma inesperada que hizo del papel de Rosina una verdadera creación, sorprendió tanto más cuanto, que ya se había visto todo el amor, todo el terror y toda la melancolía que había sabido dar esta eminente actriz al personaje de Desdémona. Pero uno de los caracteres distintivos de su talento era su prodigiosa flexibilidad; diferente siempre, según el espíritu de su papel, mostrábase, sin embargo, siempre la misma por su naturalidad en el desempeño. En la escena de la lección de música con Don Basilio, produjo un efecto admirable su brillante ejecución en el piano, y sobre todo la feliz idea que tuvo de introducir en aquel sublime juguete la canción tan conocida en España, Yo que soy contrabandista, que ya se le había ocurrido a García hacer figurar en una de sus óepras, como en una de las suyas lo había hecho un compositor francés con el aria de Marlborough. En este papel de Rosina fue sobre todo donde, utilizando la extraordinaria flexibilidad de garganta que recibió de la naturaleza, hizo la parte de soprano coltralto, introduciendo en su papel muchos pasos nuevos, que el gusto severo admiró en su boca, y que otra menos ejercitada no hubiera podido aventurarse a hacer, sin exponerse a tropiezos desagradables.
También creó y dio un carácter particular al papel de la Cenerentola que representó con suma gracia y excesiva delicadeza; y fue tal el entusiasmo que, en la última representación de Otelo, que dió en París el 24 de junio, excitó en el papel de Desdémona, que corrido el telón, volvió el público a llamarla con grandes voces; y a estas voces y a los aplausos del público vinieron a unirse los de los principales actores que acababan de representar con ella. Esta escena, en que llovieron sobre María aplausos y coronas, se reprodujo ocho días después, el 2 de julio, en una representación dada a beneficio suyo.
Continuará...
IMÁGENES INSERTADAS EN EL ARTÍCULO POR ORDEN DE APARICIÓN:
- Portada de la edición de la Revista Barcelonesa en la que aparece el artículo
- Manuel del Popolo Vicente García, padre de Maria Malibran
- Dibujo de Maria Malibrán
- El Diorama de París hacia 1830
Ahora, para jugar un poco, unas cuantas versiones de Una voce poco fa y otras ¿Cuál os suena más Malibran?
Maria Callas
Cecilia Bartoli
¿Una mezcla entre ambas?
¿Sutherland en su años mozos?
¿Supervía?
¿Horne?
¿Ponselle?
Jugando con los nombres que planteas, y haciendo un ejercicio de imaginación, pienso que:
ResponderEliminar- Poseía la inteligencia musical de una Ponselle y de una Callas, así como la versatilidad de ésta ultima, por la capacidad de afrontar papeles más ligeros como Rosina y otros de fuste dramático como Maria Stuarda. La frase, "uno de los caracteres distintivos de su talento era su prodigiosa flexibilidad; diferente siempre, según el espíritu de su papel" casa perfectamente con la griega. ¡Vaya picardía tiene la Callas en ese vídeo de Paris! (No funciona, pero lo he visto mil veces).
- Tendría la gracia y el encanto de una Supervía para los papeles ligeros, aunque no pienso en una voz como la de la mezzosoprano española.
- Con Horne quizá compartiría la extensión de la voz, el tinte oscuro, pero capaz de transmitir acentos más patéticos, de una pasta no tan brillante ni sinuosa como la de Marilyn.
- Respecto a Sutherland, aunque cantó repertorio de Malibran, por las descripciones que nos han llegado, las voces no tendrían nada que ver. La suya era una voz de lírico-ligera, y hasta pienso que fue más virtuosa con la coloratura, mientras qué la talla como intérprete de Malibran estaría muy por encima.
- ¿Bartoli?. No sé qué decir. Bueno, que aunque me parece una cantante estupenda en según qué cosas, la voz no es un reflejo de la Malibran según las descripciones que nos han llegado, ni acaba de cuajar en papeles como Sonnambula que cantaba ésta (lo digo por los fragmentos del disco). Comparando la Rosina de Supervía con Bartoli, los estilos son totalmente diferentes, y pienso más en Malibran al escuchar a la primera, por el estilo que no por la voz, que en al escuchar a la segunda. También decir que lo que hicieron en el último disco con el "Yo que soy contrabandista" me parece poco serio.
Todo esto me lo he sacado de la chistera, jeje, y lo mismo no doy ni una. Así que perdona el atrevimiento, pero es divertido imaginar como fue una voz ÚNICA.
Está claro que estamos jugando y que por mucho que nos podamos imaginar la voz de la Malibran o intentemos buscar paralelismos con voces que conocemos, nunca sabremos exactamente cómo era. Comparto tus puntos de vista y yo no lo hubiera podido decir mejor, excepto una cosa, lo del contabandista, de vez en cuando un toque de humor no viene mal y sobre todo cuando estamos ante una pieza que no tiene grandes pretensiones.
ResponderEliminarEl 24 de Marzo Cecilia Bartoli festejaba el bicentenario del nacimiento de María Malibrán, realizando tres conciertos en el mismo día, un recital acompañada por Lang Lang, una versión concierto de La Cenerentola y un concierto correspondiente a la gira de su último disco... Habrá que esperar a las crónicas para ver cómo fué la cosa...
ResponderEliminar¡Casi na!
ResponderEliminar