Mozart: Le Nozze di Figaro. Valencia. Palau de Les Arts. 6/03/2008. Ales Jenis (Conde Almaviva), Virginia Tola (Condesa), Tatiana Lisnic (Susanna), Erwin Schrott (Figaro), Rinat Shaham ( Cherubino), Eugenia Bethencourt (Marcellina), Riccardo Zanellato (Bartolo), Vicenç Esteve (Basilio). Producción de la Royal Opera House, Covent Garden. Orquesta de la Comunidad Valenciana. Director musical: Tomás Netopil. Dirección de escena: David McVicar (De la reposición: Leah Hausman). Escenografía y vestuario: Tanya McCallin.
Asistí al estreno de Las bodas de Fígaro casi por accidente, cuando adquirí las localidades no me di cuenta de que el 6 de marzo era el día del estreno, no hubiera pasado nada si no fuera por el hecho de que la entrada sale más cara. No vale la pena, la verdad. La suerte que tuve es que ese mismo día había mitin en la plaza de toros de Valencia, lo que me libró de encontrar algunos de los rostros de los políticos locales, de lo que me no me libré es de ver personajillos como Rappel. El público del día del estreno, si siempre es como el de ese día, deja mucho que desear, demasiado visón en el patio de butacas, las señoras no dejan sus abrigos en guardarropía, bien sea por afán de figurar -característica muy valenciana- o porque no los confundan entre sí a la hora de entregarlos y termine cada señora llevándose el de su vecina de patio de butacas, los señores todos de azul, más uniformidad imposible, lo único que distinguía a unos y a otras era el peinado: unos calvos, otros con pelo cano, unas con permanente, otras con moño... A la hora de aplaudir no se puede ser más frío e indeciso. No sabía que la burguesía valenciana era tan aficionada a los caramelos. Algunas de las perlas que me regaló la velada fueron las siguientes: una señora de la fila de atrás comentaba que "no sabía que se llamaba Las noches de Fígaro, pensaba que eran las bodas...", otra señora que sacó su abanico a mitad de la primera parte (Actos 1 y 2) y rrrrrraaaaaaacccc, cha cha cha cha cha... tanto era el escándalo que una de las acomodadoras no dudó en alumbrarle con la linterna, la señora no se daba por aludida y al final tuvo que desplazarse la joven para llamarle la atención, y algún señor que pensó que el mejor momento para carraspear era en mitad de "Dove sono", justo cuando la soprano hace una pausa, debió pensar que ahí no molestaba a los demás... Los cuchicheos que se escucharon al final, cuando apareció La Condesa, precedida de un montón de lacayos con candelabros, vestida de noche, como si se tratara de La Cenerentola, aquí la mitad de la sala se ve que se perdió.
Asistí al estreno de Las bodas de Fígaro casi por accidente, cuando adquirí las localidades no me di cuenta de que el 6 de marzo era el día del estreno, no hubiera pasado nada si no fuera por el hecho de que la entrada sale más cara. No vale la pena, la verdad. La suerte que tuve es que ese mismo día había mitin en la plaza de toros de Valencia, lo que me libró de encontrar algunos de los rostros de los políticos locales, de lo que me no me libré es de ver personajillos como Rappel. El público del día del estreno, si siempre es como el de ese día, deja mucho que desear, demasiado visón en el patio de butacas, las señoras no dejan sus abrigos en guardarropía, bien sea por afán de figurar -característica muy valenciana- o porque no los confundan entre sí a la hora de entregarlos y termine cada señora llevándose el de su vecina de patio de butacas, los señores todos de azul, más uniformidad imposible, lo único que distinguía a unos y a otras era el peinado: unos calvos, otros con pelo cano, unas con permanente, otras con moño... A la hora de aplaudir no se puede ser más frío e indeciso. No sabía que la burguesía valenciana era tan aficionada a los caramelos. Algunas de las perlas que me regaló la velada fueron las siguientes: una señora de la fila de atrás comentaba que "no sabía que se llamaba Las noches de Fígaro, pensaba que eran las bodas...", otra señora que sacó su abanico a mitad de la primera parte (Actos 1 y 2) y rrrrrraaaaaaacccc, cha cha cha cha cha... tanto era el escándalo que una de las acomodadoras no dudó en alumbrarle con la linterna, la señora no se daba por aludida y al final tuvo que desplazarse la joven para llamarle la atención, y algún señor que pensó que el mejor momento para carraspear era en mitad de "Dove sono", justo cuando la soprano hace una pausa, debió pensar que ahí no molestaba a los demás... Los cuchicheos que se escucharon al final, cuando apareció La Condesa, precedida de un montón de lacayos con candelabros, vestida de noche, como si se tratara de La Cenerentola, aquí la mitad de la sala se ve que se perdió.
La escenografía de Leah Hausman, aunque impacta al inicio, conforme avanza la función va mostrándose demasiado monótona y convencional, tiene algo positivo: que no molesta, el director de escena, David McVicar, no supo sacar partido en las situaciones cómicas que plantea Da Ponte y especialmente en el final del cuarto acto la acción se desarrolló de forma muy confusa. Los muros y pinturas de las estancias presentan grietas y manchas, respectivamente, como indicando que la situación en la mansión de los condes no es muy boyante, sin embargo, nadie lo diría atendiendo al número de personas que están a su servicio.
La orquesta sonó estupendamente, como nos tiene acostrumbrados, y la dirección del discípulo de Maazel, Tomás Netopil, fue correcta, un buen profesional.
En cuanto a los cantantes brilló sobre los demás Erwin Schrott, qué timbre más hermoso, qué capacidad para colorear y matizar las frases y qué desenvuelto sobre el escenario. Todo lo contrario se puede decir decir del Conde, Ales Jenis, más monótono y soso imposible -si lo de los micrófonos es cierto ya puede pedir Jenis que le aumenten el volumen o que bajen un poquito el de Schrott-. Las chicas estuvieron todas bien, con aciertos parciales, pero sin que ninguna llegara a sobresalir. En definitiva, junto con La Bella y la Bestia y Carmen ha sido de lo peor de la temporada, aunque pasa la prueba con un aprobado alto.
Yo estas bodas me las salto, ahorraré para el Sigfrido, si es que salen a la venta alguna vez las entradas.
ResponderEliminarJajajaja Rappel en la ópera? Qué punto!!
ResponderEliminarEn lo de los caramelos y ruiditos varios te comprendo taaaanto...
Qué ganas de ver a Erwin Schrott en vivo!!!
...querido Maac, he aterrizado aquí por casualidad, ya sabes como es esto de "navegar" por la Red, y me alegra compartir comentarios, críticas, apreciaciones y experiencias en nuestra relación con la Opera y el Palau, afortunadamente tengo mas posibilidaes de conseguir entradas para cualquier teatro del mundo que para "el Palau" que lo tenemos en casa y se supone que es nuestro (?)que diferencia de oyente, que diferencia de gestión, ví "las bodas..." un 10 para Erwin, que pena que en "le dernier jour..." nos lo limitaran a 15 minutos, una obra con 8 "roles" de barítono-bajo y en la que todos se doblan (ver el programa de mano) Erwin tenia 4 personajes y acabó haciendo solo uno.
ResponderEliminarBueno, por hoy vale, te sigo y otro día te comentaré la arbitrariedad y el abuso con el que reubicaron los abonos de la Sala Principal a pricipio de temporada.
Hola Alfredo, bienvenido al blog y gracias por participar. Lo de la reubicación de abonos me suena, conozco algún caso. Pásate cuando quieras.
ResponderEliminar