miércoles, 22 de octubre de 2008

Parsifal. Cada vez más cerca.

Y para ir abriendo boca, escuchemos a nuestra Kundry -excepto el día 31 de octubre-, Violeta Urmana, en el monólogo de Kundry durante el segundo acto de Parsifal, la grabación tiene ya unos siete años, está realizada en el Met en el 2001.

Violeta Urmana y Christopher Ventris
como Kundry y Parsifal respectivamente, en Munich 2006




Parsifal, Acto II, "Ich sah das Kind an seiner Mutter Brust"







KUNDRY
Ich sah das Kind am seiner Mutter Brust,
sein erstes Lallen lacht mir noch im Ohr;
das Leid im Herzen,
wie lachte da auch Herzeleide,
als ihren Schmerzen
zujauchzte ihrer Augen Weide!
Gebettet sanft auf weichen Moosen,
den hold geschläfert sie mit Kosen,
dem, bang in Sorgen,
den Schlummer bewacht er Mutter Sehnen,
den weckt' am Morgen
der hieße Tau der Muttertränen.
Nur Weinen war sie, Schmerzgebaren,
um deines Vaters Lieb' und Tod.
Vor gleicher Not dich zu bewahren,
galt ihr als höchster Pflicht Gebot.
Den Waffen fern,
der Männer Kampf und Wären,
wollte sie still dich bergen und behüten.
Nur Sorgen war sie, ach! Und Bangen;
nie sollte Kunde zu dir hergelangen.
Hörst du nicht noch ihrer Klage Ruf,
wann spät und fern du geweilt?
Hei! Was ihr das Lust und Lachen schuf,
wann sie suchend dann dich ereilt;
wann dann ihr Arm dich wütend umschlang,
ward dir es wohl gar beim Küssen bang?
Doch ihr Wehe du nicht vernahmst,
nicht ihrer Schmerzen Toben,
als endlich du nicht wiederkamst
und deine Spur verstoben!
Sie harrte Nächte' und Tage,
bis ihr verstummt' die Klage,
der Gram ihr zehrte den Schmerz,
um stillen Tod sie warb;
ihr brach das Leid das Herz,
und - Herzeleide - starb.


KUNDRY
No, Parsifal, el necio y casto. Lejos... lejos está mi patria. He permanecido aquí sólo para que me encontraras. Vengo de lejos, y he visto mucho. Vi al nińo sobre el pecho materno y aun creo oír sus dulces balbuceos. A pesar de su dolor ¡cómo reía Herzelaida cuando veía sonreír a su pequeńo! Lo acostaba en una cuna de musgo y lo dormía con sus dulces besos. Velaba su sueńo la madre amante y le despertaba con la aurora las lágrimas ardientes de la madre. Pues sólo tuvo penas sin límite cuando tu padre murió. Evitarte una suerte parecida fue para ella la suprema finalidad. De las duras luchas, de los odios y de las guerras te apartó y te ocultó.¡Cómo sufría angustiada siempre! No quiso que supieras nada de esto. ¿Has olvidado ya su grito acongojado cuando atardecía y estabas lejos? ¡Ah! !Cómo saltaba su corazón cuando te buscaba y te hallaba al fin, y abrazándote con ardiente furia, te besaba hasta estremecerte! Pero su pena no te conmovió, ni sus muchos padecimientos, aquel día en que te fuiste para siempre sin dejar rastro tras de ti. Te esperó noches y días hasta que enmudeció su llanto. Lacerada por tanto dolor sólo deseaba la muerte. La aflicción quebró su corazón y Herzelaída... murió.

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