De Curtis: "Non ti scordar di me"
"Partirono le rondini
dal mio paese freddo e senza sole,
cercando primavere di viole,
nidi d´amore e di felicità.
La mia piccola rondine partì,
senza lasciarmi un bacio,
senza un addio partì.
Non ti scordar di me,
la vita mia legata è a te.
Io t´amo sempre più,
nel sogno mio rimani tu.
Non ti scordar di me,
la vita mia legata è a te.
C´è sempre un nido
nel mio cor per te,
non ti scordar di me!"
La mezzosoprano romana se me había resistido en varias ocasiones pero esta vez lo he conseguido, estaba ahí al lado, 60/70 Km separan Valencia de Castellón, para ofrecer un recital con el pianista Sergio Comei. El programa tan coherente como variado estaba compuesto por obras de Rossini, Bellini, Donizetti, Viardot, García y Malibran, su título: Soirée Rossinienne.
La primera parte del recital suponía una vuelta a sus orígenes, concretamente a "Rossini recital" (1991), grabado con el pianista Charles Spencer y dedicado a la cantata "Giovanna d'Arco" y canciones rossinianas, y a "An Italian Songbook" (1997), un disco grabado con James Levine al piano en el que repasaba canciones de los tres compositores de ópera principales del belcantismo italiano decimonónico: Rossini, Bellini y Donizetti.
La segunda parte, tras iniciarse con Donizetti, estaba dedicada a composiciones de Rossini, sobre todo en francés, y de Manuel García (el primer Conde Almaviva rossiniano, célebre profesor de canto y compositor) y su hija Pauline Viardot (1821-1910), alguna de ellas, si no todas habían sido cantadas por su hermana, Maria Malibran (1808-1836), de ésta y como colofón final cantaba el Rataplán. Era el enlace entre "Chant d'amour" (1996) con Myung-Whun Chung al piano -un sorprendente recital dedicado a melodías francesas con obras de Bizet, Delibes, Berlioz, Ravel y de Pauline Viardot- y su última etapa, la del disco "Maria" (2006). Se cerraba el círculo, fuera quedaban las composiciones de Scarlatti, Caldara, Haendel, Vivaldi, Gluck, Mozart, Haydn y Salieri. Como bises ha ofrecido por este orden: Ti voglio tanto bene, de De Curtis, Canto negro de Montsalvatge y Non ti scordar di me de De Curtis.
Ahora tengo que hablar de la interpretación de Cecilia Bartoli y no sé por dónde empezar. He coleccionado sus discos desde el principio y con más afán antes de su "The Vivaldi Album" (1999) con Il Giardino Armonico que después, así que como si el recital hubiera estado expresamente dedicado para mí, me he recontrado con el Maac de los 23-30 años, podría decirse que Bartoli ha sido la única gran cantante que ha nacido y crecido conmigo, ¡si es que tenemos la misma edad! Muy ilusionado iba hacia Castellón y el recital ha desbordado las expectativas, me he encontrado con una voz que es reflejo exacto de su plasmación discográfica y con un tamaño mucho más grande del que esperaba. No tiene una voz tan pequeña como dicen sus detractores, cierto que no es enorme, pero no se caracteriza precisamente por su escaso tamaño o proyección. Sabe dominar las intensidades, la respiración, el canto ligado, su dominio técnico es tal que sabe hacer que pase desapercibido para dar lugar a la expresión, a plasmar el matiz de cada palabra ¿alguien dijo alguna vez que técnica es sinónimo de frialdad? Bartoli está ahí para demostrarnos que no es así, sobre todo hoy, que no ha tenido mucha cabida la pirotecnia vocal y hemos disfrutado de la Bartoli más intimista y delicada. En cuanto a su innata musicalidad no hay más que escuchar las grabaciones que acompañan esta entrada, a prueba de bombas, como me gusta decir a mí desde que se lo escuché a Reverter respecto a la técnica de Callas, musicalidad a prueba de bombas. Lleva ya veinte años de carrera profesional y su estado vocal me ha parecido envidiable, no he encontrado signos de fatiga. Yo que siempre he calificado a Bartoli, junto con Schwarzkopf, en dos de los ejemplos más claros de falta de homogeneidad, a partir de hoy me lo voy a tener que replantear.
Ha estado muy bien acompañada y cuidada delicadamente por el pianista Sergio Ciomei, no es el de los videos (Gyorgy Fischer).
Bartoli domina perfectamente la puesta en escena, su entrada ha sido deslumbrante: por su pomposo vestido de cola, su joyerío y también su desparpajo; además es que en la segunda parte se ha cambiado el vestido las joyas y los zapatos -espectaculares, ya se ha encargado ella de enseñarlos levantándose la falda en varias ocasiones-. Se ha metido al público en el bolsillo poco a poco, y es que el recital estaba muy bien planificado, creciendo en intensidad, que no en belleza lírica, conforme llegaba al final de cada una de las dos partes en que se ha dividido. Bartoli disfruta sobre un escenario y su energía trasciende y contagia al espectador, que no tiene más remedio que caer rendido a sus pies. Es lo que le pasó al señor que tenía al lado, antes de empezar el recital me decía que no le gustaba mucho el programa y que si lo hubiera sabido previamente no hubiera acudido, que le hubiera gustado algo más trascendente que una exhibición de Bellini, Rossini y Donizetti ¡Había que ver a este hombre al finalizar! Estaba exultante.
Lo siento por los demás pero hoy, con su vuelta al pasado, el recital de Bartoli estaba dedicado a mí, hasta Geni, que también ha salido entusiasmada, me ha dicho que le sonaban las canciones de haberlas escuchado conmigo, primero fuera de casa, en aquellas torturas a las que le sometía, y después dentro:
La primera parte del recital suponía una vuelta a sus orígenes, concretamente a "Rossini recital" (1991), grabado con el pianista Charles Spencer y dedicado a la cantata "Giovanna d'Arco" y canciones rossinianas, y a "An Italian Songbook" (1997), un disco grabado con James Levine al piano en el que repasaba canciones de los tres compositores de ópera principales del belcantismo italiano decimonónico: Rossini, Bellini y Donizetti.
La segunda parte, tras iniciarse con Donizetti, estaba dedicada a composiciones de Rossini, sobre todo en francés, y de Manuel García (el primer Conde Almaviva rossiniano, célebre profesor de canto y compositor) y su hija Pauline Viardot (1821-1910), alguna de ellas, si no todas habían sido cantadas por su hermana, Maria Malibran (1808-1836), de ésta y como colofón final cantaba el Rataplán. Era el enlace entre "Chant d'amour" (1996) con Myung-Whun Chung al piano -un sorprendente recital dedicado a melodías francesas con obras de Bizet, Delibes, Berlioz, Ravel y de Pauline Viardot- y su última etapa, la del disco "Maria" (2006). Se cerraba el círculo, fuera quedaban las composiciones de Scarlatti, Caldara, Haendel, Vivaldi, Gluck, Mozart, Haydn y Salieri. Como bises ha ofrecido por este orden: Ti voglio tanto bene, de De Curtis, Canto negro de Montsalvatge y Non ti scordar di me de De Curtis.
Ahora tengo que hablar de la interpretación de Cecilia Bartoli y no sé por dónde empezar. He coleccionado sus discos desde el principio y con más afán antes de su "The Vivaldi Album" (1999) con Il Giardino Armonico que después, así que como si el recital hubiera estado expresamente dedicado para mí, me he recontrado con el Maac de los 23-30 años, podría decirse que Bartoli ha sido la única gran cantante que ha nacido y crecido conmigo, ¡si es que tenemos la misma edad! Muy ilusionado iba hacia Castellón y el recital ha desbordado las expectativas, me he encontrado con una voz que es reflejo exacto de su plasmación discográfica y con un tamaño mucho más grande del que esperaba. No tiene una voz tan pequeña como dicen sus detractores, cierto que no es enorme, pero no se caracteriza precisamente por su escaso tamaño o proyección. Sabe dominar las intensidades, la respiración, el canto ligado, su dominio técnico es tal que sabe hacer que pase desapercibido para dar lugar a la expresión, a plasmar el matiz de cada palabra ¿alguien dijo alguna vez que técnica es sinónimo de frialdad? Bartoli está ahí para demostrarnos que no es así, sobre todo hoy, que no ha tenido mucha cabida la pirotecnia vocal y hemos disfrutado de la Bartoli más intimista y delicada. En cuanto a su innata musicalidad no hay más que escuchar las grabaciones que acompañan esta entrada, a prueba de bombas, como me gusta decir a mí desde que se lo escuché a Reverter respecto a la técnica de Callas, musicalidad a prueba de bombas. Lleva ya veinte años de carrera profesional y su estado vocal me ha parecido envidiable, no he encontrado signos de fatiga. Yo que siempre he calificado a Bartoli, junto con Schwarzkopf, en dos de los ejemplos más claros de falta de homogeneidad, a partir de hoy me lo voy a tener que replantear.
Ha estado muy bien acompañada y cuidada delicadamente por el pianista Sergio Ciomei, no es el de los videos (Gyorgy Fischer).
Bartoli domina perfectamente la puesta en escena, su entrada ha sido deslumbrante: por su pomposo vestido de cola, su joyerío y también su desparpajo; además es que en la segunda parte se ha cambiado el vestido las joyas y los zapatos -espectaculares, ya se ha encargado ella de enseñarlos levantándose la falda en varias ocasiones-. Se ha metido al público en el bolsillo poco a poco, y es que el recital estaba muy bien planificado, creciendo en intensidad, que no en belleza lírica, conforme llegaba al final de cada una de las dos partes en que se ha dividido. Bartoli disfruta sobre un escenario y su energía trasciende y contagia al espectador, que no tiene más remedio que caer rendido a sus pies. Es lo que le pasó al señor que tenía al lado, antes de empezar el recital me decía que no le gustaba mucho el programa y que si lo hubiera sabido previamente no hubiera acudido, que le hubiera gustado algo más trascendente que una exhibición de Bellini, Rossini y Donizetti ¡Había que ver a este hombre al finalizar! Estaba exultante.
Lo siento por los demás pero hoy, con su vuelta al pasado, el recital de Bartoli estaba dedicado a mí, hasta Geni, que también ha salido entusiasmada, me ha dicho que le sonaban las canciones de haberlas escuchado conmigo, primero fuera de casa, en aquellas torturas a las que le sometía, y después dentro:
Cuando vuelva, aquí estaré esperándola. Tranquila, Cecilia, que no me voy a olvidar de ti.
Hola Macc, es la primera vez que escribo en tu blog. Gracias por esta fantástica descripción del recital de Cecilia. Yo asistí el pasado día 16 en Madrid, y era la primera vez que la veía en directo. A mí me entusiasmo, me enamoró.
ResponderEliminarEn mi blog no supe expresarlo con la exactitud que tu has tenido, y creía que no le había hecho justicia. Me alegro de coincidir plenamente contigo. Un saludo desde Madrid.
Pues mañana la tenemos en el Palau de Barcelona. Ya tenía ganas de verla en directo, por primera vez, pero después de esta crónica...AÚN MUCHAS MÁS!
ResponderEliminarEsperemos, amigo Maac, que en Barcelona tengamos la misma suerte que en Valladolid y Castellón.
ResponderEliminarMe encanta la Bartoli!
De acuerdo en todo. Te ha salido una crónica estupenda, maac.
ResponderEliminarNo tengo más que sana envidia y mucha pena por no haber acudido al recital. Enhorabuena por la crónica, no se puede pedir más. Y enhorabuena a la intérprete por ser capaz de meterse al público en el bolsillo con un programa que está pensado para ella pero que sin embargo lo expande hacia el oyente.
ResponderEliminarLas dos veces que la he oído ha estado pletórica y compruebo co alegría que sigue en la misma línea.
Saludos.
Espero que mañana la cosa no decaiga...
ResponderEliminarAdemás tendremos la suerte de volverla a disfrutar en Noviembre con la gira de su nuevo disco y eso sí que piede ser lo más...
que envidia me daiisss pero gracias por compartir de manera tan bonita el evento y gracias especialmente por ese Non ti scordar que me comia la curiosidad.. Precioso!!!
ResponderEliminarNon ti scordar di me...;) Yo tampoco me voy a olvidar , jejejeje
ResponderEliminarA mí desde luego me encanta, cuando la he visto lo he pasado pipa. Y la voz pequeña es, pero perfectamente audible. Un poco como Juandi.
ResponderEliminarMe alegra que disfrutaras, todos los buenos cantantes ganan en vivo y Cecilia es un espectáculo :-)
Gracias por hacérnoslo vivir tan de cerca a todos los que no hemos estado allí (y nos hubiera encantado hacerlo). Un abrazo
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