No se están haciendo muchos comentarios en estas entradas sobre Les Troyens y me preocupa un poco por si son un rollazo. Hay algo que me hace continuar y es que la cantidad de visitas no parece que se haya visto resentida estos días, está dentro de lo que considero media de visitas del blog y tira un poco por arriba, así que seguiré con el tostón hasta el final.
Lo mejor del segundo acto de Les Troyens no está en ningún número musical es especial sino en la cohesión interna de cada una de las dos escenas que lo componen. Cada una de ellas forma un bloque tan compacto que es imposible fragmentarlo para hacer una audición.
Si ayer decíamos que el primer acto, y como consecuencia la ópera, carecía de Obertura o de Preludio el segundo acto sí tiene una suerte de de Preludio o cierta introducción orquestal de carácter narrativo puesto que hay un desarrollo escénico.
En la PRIMERA ESCENA la acción transcurre en el palacio de Eneas, allí encontramos al héroe dormido, aparece Ascanio, su hijo, que se le acerca pero rehúsa despertarlo y termina marchándose. Aparece el fantasma de Héctor y un ruido como el de un trueno despierta a Eneas.
Eneas contempla el fantasma y se dirige a él inquiriéndole para que revele las preocupaciones que lo han llevado a su presencia. El fantasma le anuncia que Troya ha caído y le recomienda que huya con su hijo y el resto de supervivientes llevando consigo las estatuas de los dioses de la ciudad. Debe partir con las naves hacia Italia, allí fundará un Imperio nuevo. Héctor desaparece.
Llega Panteo, le confirma lo anunciado por el espíritu: los griegos han salido de dentro del caballo y han aniquilado a los centinelas, lo que ha propiciado una invasión desde el exterior; Príamo, el rey, ha muerto; la ciudad está en llamas. Aparecen Ascanio, Corebo y un grupo de soldados, no hay escapatoria, las torres de la ciudad se hunden, no cesan de llegar refuerzos griegos. A pesar de todo Eneas y los suyos intentarán resistir.
Escuchamos toda la escena del fantasma de Héctor en la versión de Colin Davis con Ben Heppner (Eneas) y Orlin Anastassov (Espíritu de Héctor):
SEGUNDA ESCENA. Ahora estamos en el interior del palacio de Príamo ante el altar de Vesta-Cibeles, las mujeres troyanas imploran a la diosa que acuda en su socorro, el estado general es de abatimiento.
Aparece Casandra, que sigue con sus pronósticos. No morirán todos, Eneas y un grupo de ciudadanos han liberado a los que se quedaron aprisionados en la ciudadela, el tesoro de Príamo está en su poder. Pronto verán elevarse una nueva Troya en Italia. Corebo ha muerto.
Ahora todas sus conciudadanas reconocen que Casandra tenía razón, que no estaba loca. Con el prestigio recuperado, Casandra las incita a no someterse a los griegos y las convence: “Puras y libres bajaremos al río infernal”, seguirán a Casandra. Sin embargo, hay un grupo de mujeres que no están dispuestas al sacrificio, son expulsadas. Las elegidas entonan un coro de júbilo hasta que entran los griegos buscando el tesoro, entonces Casandra se suicida y el resto la imita repitiendo la palabra mágica de la esperanza: “Italie”. Fin del segundo acto.
Escuchamos esta segunda escena por Marilyn Horne y la O. y Crs. De la RAI, dirigidos en 1969 por Georges Prëtre:
Lo mejor del segundo acto de Les Troyens no está en ningún número musical es especial sino en la cohesión interna de cada una de las dos escenas que lo componen. Cada una de ellas forma un bloque tan compacto que es imposible fragmentarlo para hacer una audición.
Si ayer decíamos que el primer acto, y como consecuencia la ópera, carecía de Obertura o de Preludio el segundo acto sí tiene una suerte de de Preludio o cierta introducción orquestal de carácter narrativo puesto que hay un desarrollo escénico.
En la PRIMERA ESCENA la acción transcurre en el palacio de Eneas, allí encontramos al héroe dormido, aparece Ascanio, su hijo, que se le acerca pero rehúsa despertarlo y termina marchándose. Aparece el fantasma de Héctor y un ruido como el de un trueno despierta a Eneas.
Eneas contempla el fantasma y se dirige a él inquiriéndole para que revele las preocupaciones que lo han llevado a su presencia. El fantasma le anuncia que Troya ha caído y le recomienda que huya con su hijo y el resto de supervivientes llevando consigo las estatuas de los dioses de la ciudad. Debe partir con las naves hacia Italia, allí fundará un Imperio nuevo. Héctor desaparece.
Llega Panteo, le confirma lo anunciado por el espíritu: los griegos han salido de dentro del caballo y han aniquilado a los centinelas, lo que ha propiciado una invasión desde el exterior; Príamo, el rey, ha muerto; la ciudad está en llamas. Aparecen Ascanio, Corebo y un grupo de soldados, no hay escapatoria, las torres de la ciudad se hunden, no cesan de llegar refuerzos griegos. A pesar de todo Eneas y los suyos intentarán resistir.
Escuchamos toda la escena del fantasma de Héctor en la versión de Colin Davis con Ben Heppner (Eneas) y Orlin Anastassov (Espíritu de Héctor):
SEGUNDA ESCENA. Ahora estamos en el interior del palacio de Príamo ante el altar de Vesta-Cibeles, las mujeres troyanas imploran a la diosa que acuda en su socorro, el estado general es de abatimiento.
Aparece Casandra, que sigue con sus pronósticos. No morirán todos, Eneas y un grupo de ciudadanos han liberado a los que se quedaron aprisionados en la ciudadela, el tesoro de Príamo está en su poder. Pronto verán elevarse una nueva Troya en Italia. Corebo ha muerto.
Ahora todas sus conciudadanas reconocen que Casandra tenía razón, que no estaba loca. Con el prestigio recuperado, Casandra las incita a no someterse a los griegos y las convence: “Puras y libres bajaremos al río infernal”, seguirán a Casandra. Sin embargo, hay un grupo de mujeres que no están dispuestas al sacrificio, son expulsadas. Las elegidas entonan un coro de júbilo hasta que entran los griegos buscando el tesoro, entonces Casandra se suicida y el resto la imita repitiendo la palabra mágica de la esperanza: “Italie”. Fin del segundo acto.
Escuchamos esta segunda escena por Marilyn Horne y la O. y Crs. De la RAI, dirigidos en 1969 por Georges Prëtre:
Maac, de rollazo nada. Aquí tienes a unos incondicionales de tus crónicas. Pero es verdad que últimamente la gente está perezosa.
ResponderEliminarEsto se arregla haciendo un post de Mairén y Barrilete y verás si se anima el respetable a comentar.
Como te dijo Titus, la Horne está genial.
Ya veremos Matos como se porta.
Nos vemos el sábado.
Por Dios, qué puede decir un alma sensible como la mía de Beneyto, la Helena de Troya valenciana, La salvaguarda de los auténticos valores de la nación valenciana. Orgullo de un pueblo como el nuestro que es crisol de culturas fundidas entre naranjos en flor y campos de arroz donde resuenan, como proclama nuestro magnífico himno, cantos de amor e himnos de paz; y que, además, es envidia del resto de naciones, por su afán de superación, su entrega, su alegría, su fiesta, su comida, sus trajes -dignos del mejor de los regalos-, sus playas, sus esbeltas edificaciones que se extienden de norte a sur y de este a oeste, inundándolo todo y formando un cojunto armónico con la naturaleza, y por qué no decirlo una vez más, sus mascletás y sus castillos, sinfonías de música y color. Música ¿he dicho música? ¡Qué mejor palabra para definir Valencia que música! Valencia es música y música es Valencia. La música corre por las venas de los Valencianos, que desde pequeños son apuntados a las fallas pero también a nuestras bandas de música. Sí queridos visitantes del blog. ¡Quien puede decir que conoce el éxtasis si no ha sentido nunca el placer de escuchar el pasodoble Paquito el cholocatero en la Malvarrosa, junto al mar, saboreando la horchata de chufa obtenida gracias al trabajo y el esfuerzo, el sudor pero también el cariño, el mimo, del labrador valenciano!
ResponderEliminarEstoy sorprendida, de rollazo nada. El problema es que despues de leerlas quede algo interesante por decir, qué cosas se te ocurren Maac.
ResponderEliminarDe tostón nada, hombre. Lo que pasa, al menos a mí, es que soy un ignorante sobre esta ópera (y muchas más :-) y me basta con ir aprendiendo al leer tus entradas.
ResponderEliminarGracias, once more.
Ah, y te ha salido una vena nacionalista "mu apaña" :-)
No..no. Que va, rollo!!!, lo que ocurre, al menos a mí, es que desconozco practicamente esta ópera y lo único que puedo hacer es aprender y callar. Estas haciendo un trabajo excelente. Gracias!!
ResponderEliminarMe uno a los demás en cuanto a que de rollazo nada. Per, de momento, sólo lo conozco de vista. Me reservo un momento generoso para dedicar todo el tiempo necesario a estas crónicas de Les Troyens, ópera de la que sólo conozco algún fragmento y, mira por donde, se me antoja algo espesa para una sensibilidad como la mía que no hace tanto disfrutó de sus primeros wagners...
ResponderEliminarFeliz finde!