viernes, 25 de abril de 2014

"Maror" una ópera valenciana en el Palau de les Arts


El arte no conoce de patrias, de genes ni de idiomas y uno no sabía si se estrenaba en Les Arts "Maror", ópera de Manuel Palau i Boix, porque se trataba de un compositor de la tierra, porque es una ópera cuyo libreto está escrito en valenciano, por su calidad musical, por capricho de nuestra Consellera de Cultura o por una mezcla de todas estas cosas, así que me dirigía al Palau de les Arts con ánimo de averiguarlo y con muchísimo escepticismo. Lo peor de todo es que parece que amenazan con programar otras óperas valencianas ("patrióticas", como según el dirario Levante, las llama Helga Schmidt). 


Antes de seguir quiero hacer un inciso: no soy contrario a este tipo de programaciones, pero no me parece que ahora sea el momento más adecuado ya que supone demasiado riesgo y coste para un teatro al que desde que inició su trayectoria no se le ha hecho más que recortar  presupuesto y programación, y el público, como ha quedado demostrado hoy, no responde (con sólo tres funciones han quedado muchas localidades por vender), mientras que Simon Boccanegra, que era una reposición y no se encuentra entre las óperas de Verdi más conocidas, con  cinco representaciones, hubiera soportado algunas funciones más con lleno en la sala..

Pobre entrada en el estreno de Maror en el Palau de les Arts.
"Maror" significa marejada en valenciano y eso es lo que sufre una modesta familia de pescadores en un pueblo de la comarca de La Marina en los años cuarenta del siglo XX cuando la protagonista decide casarse con el padre del que era su novio, al que por error creían muerto. Ya os podéis imaginar el lío que se monta cuando aparece el chico, la cosa termina con la muerte de padre e hijo.



Cuando se estrena una obra de estas características se corre el peligro de que el equipo encargado de hacerlo no esté a la altura, no es el caso, la Orquesta de la Comunitat Valenciana es un lujo, ha demostrado que puede con cualquier ópera, desde la Turandot de Puccini hasta el Parsifal wagneriano o la Salomé de R. Strauss, por citar algunas, lo mismo cabe decir del Coro de la Generalitat, no así de la Escolanía de la Mare de Déu cuyas prestaciones operísticas, y lamento decirlo,  son siempre muy mejorables. El equipo de cantantes,como es natural dadas las características de la obra y el presupuesto del coliseo valenciano, era, sobre el papel, solvente.


La puesta en escena, sin ser nada del otro mundo, me ha gustado, está ambientada en la playa, los elementos son mínimos, una especie de empalizada hace de hogar de la familia pescadora y en el fondo se proyectan imágenes del mar, unas veces en calma, otras con oleaje más o menos acusado, correcta la dirección de actores.

Los cantantes me han defraudado bastante, sobre todo Minerva Moliner como Rosa, la protagonista femenina, que ha mostrado un timbre agresivo, poco agradable, mal proyectado, con tendencia al grito  y por momento entubado; mientras que el tenor Javier Palacios como Tonet, quien fuera novio de Rosa, la soprano Sandra Fernández, que encarnaba a Teresa, Josep Miquel Ramón, barítono que se encargaba del rol de Toni, Maria Luisa Corbacho como Anna, Cristina Faus como María y Bonifaci Carrillo como Tio Estrop han estado simplemente correctos, no me apetece dejar títere sin cabeza.

La dirección musical de Manuel Galduf ha resultado poco refinada y tosca, no ha sacado todo el lirismo que la música de Manuel Palau  encierra. Y es que la música compuesta por Palau para Maror me ha sorprendido gratamente, uno la encuadraría dentro de la corriente verista, con influencias más puccinianas que debussianas, a las que se añaden toques del folclore local, resultando (sobre todo en los momentos menos dramáticos), muy colorista sin eludir el realce de aspectos psicológicosdel drama; no existen en Maror números cerrrados, se busca un continuo musical y el canto tiende a la declamación. Por otra parte, los personajes de Maror, pertenecientes al pueblo llano, se ven atormentados por su propia realidad y se verán abocados a la fatalidad impuesta por un cruel destino, otro rasgo que conecta la ópera con el verismo. Ha sido una experiencia muy interesante e instructiva, lástima que no hayamos contado con unos intérpretes con verdadero talento vocal y dramático.

Os dejo el vídeo de presentación que ha realizado el Palau de les Arts.


Y con esta ópera damos por finalizada la temporada 2013-2014 del Palau de les Arts, a falta de las dos propuestas que ofrecerá Zubin Mehta dentro del Festival del Mediterráneo, La forza del destino y Turandot, eso ya son palabras mayores.

Estos días ha aparecido en la prensa la poco afortunada afirmación de que Maror es la primera ópera en valenciano, eso no es cierto, parece ser que lo que se ha querido decir es que es la primera ópera en valenciano estrenada en el Palau de les Arts, la información daba lugar a confusión y partía de la propia Conselleria de Cultura (http://www.cece.gva.es/agenda.asp?id=2410).


miércoles, 2 de abril de 2014

Simon Boccanegra en Les Arts 30/03/2014


Simon Boccanegra es una ópera extraña dentro de la producción verdiana, estrenada en 1857 fue un fracaso, Verdi y el libretista Arrigo Boito decidieron revisarla treinta y cuatro años más tarde, por ello participa de características del primer Verdi y del más maduro. Para muchos es una de las mejores óperas del compositor, no es mi caso, entre mis preferidas es cierto que seguramente, con ese libreto no menos complicado que el de Il trovatore, que como Boccanegra está inspirado en un drama de García Guitérrez, figuraría en el top ten, pero lejos de la cabecera. 
La dirección escénica de la propuesta original de Les Arts es de Lluís Pasqual y ahora Leo Castaldi se ha encargado de la reposición. 
Del apartado escénico, e intentando ser positivo, me quedo con el buen uso de la iluminación por Albert Faura y el contraste conseguido a través de los colores del vestuario por Franca Squarciapino, no así con ese mar como de chapapote, ni con el monótono subir y bajar de enrejados, si bien fue lo único que dotó de movilidad a la escena haciendo interesantes distinciones entre planos. Es Simon Boccanegra una ópera en la que se puede sacar mucho partido durante las intervenciones escénicas del coro pero no es este el caso, predominó el estatismo. No me gustó esta producción cuando se estrenó hace siete años y con el tiempo no veo que haya mejorado.
Contaba este Boccanegra de Les Arts con la presencia del incombustible Plácido Domingo en el papel titular, la representación comenzó varios minutos tarde tras anunciar por megafonía que el tenor no se encontraba en buen estado vocal, a pesar de ello no canceló. Que Domingo no es Boccanegra, que no es barítono, no es nada nuevo, así que no me extenderé sobre este particular, sólo destacar que todas sus carencias las sabe suplir con una presencia escénica y una inteligencia dramática dignas de encomio.
Como Amelia intervino la soprano china Guanqun Yu, el público de Les Arts ya pudo escucharla en I due foscari la pasada temporada, estamos ante una soprano en alza con un timbre bien proyectado, homogéneo y muy atractivo, lo malo es que es inexpresiva, incapaz de sacar partido en los momentos de abandono y no llega a traspasar esa barrera que conduce a la emoción, una lástima. Si pudiera dominar más la dicción y ser capaz de jugar con intensidades y dinámicas no me cabe la menor duda de que estaríamos hablando de una de las grandes sopranos de la actualidad.
Ivan Magri es un tenor que por vocalidad se adapta muy bien al personaje de Gabriele Adorno, uno de los prototipos de tenor lírico de corte verdiano, en este sentido nada que objetar, sin embargo las desigualdades tímbricas y la descuidada línea de canto, afean un tanto su interpretación, sobre todo en los momentos de menor lucimiento en los que, sin duda, se reserva. Resuelve sus intervenciones con suficiencia pero no deja de ser un cantante par aun segundo reparto.
También muy correcto, pero no para lanzar cohetes, el bajo Vitali Kovaliov como Jacopo Fiesco. El resto de cantantes pasaron sin pena ni gloria.
Orquestalmente no fue tampoco un Boccanegra redondo, poco sutil la dirección de Evelino Pidò, fue mejorando conforme avanzaba la representación y los mejores momentos llegaron en el tercer acto, en el que la batuta mostró mayor contención y esfuerzo por resaltar el matiz, entonces se atisbó algo de compromiso dramático; buen nivel el mantenido por el Coro de la Generalitat Valenciana, tal y como nos tiene acostumbrados; lo mismo hay que decir de la excelente Orquesta de la Comunidad Valenciana, lástima que con esta ópera no haya topado aún con el director adecuado puesto que tampoco Lorin Maazel supo extraer lo mejor de estos músicos cuando se encargó del estreno.
En todo caso, con el presupuesto que dispone el teatro podríamos hablar, una vez más, de auténtico milagro, salí encantado de la representación.
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