UNA RUEDA QUE RUEDA

SIEGFRIED - Leonid Zhakozhaev (Siegfried), Jennifer Wilson (Brünnhilde), Juha Uusitalo (Viandante), Gerhard Siegel (Mime), Franz-Josef Kapellmann (Alberich), Catherine Wyn-Rogers (Erda), Stephen Milling (Fafner), Olga Peretiatko (Pájaro del Bosque) - Orquesta de la Comunitat Valenciana. Dir. musical: Zubin Mehta. Dir. de escena: Carlus Padrissa (La Fura dels Baus). Valencia, Palau de Les Arts, 10/06/2008.

El listón estaba colocado muy alto, difícil lo tenía Calus Padrissa y su Fura dels Baus tras el exitoso Prólogo y Primera Jornada de la Tetralogía, pero la rueda había comenzado a girar el año pasado y no se puede detener una rueda que rueda. Y ahí ha estado el acierto de Siegfried, en seguir las pautas marcadas por los precedentes para no perder una visión unitaria del conjunto del Anillo, y ahí estaba también el principal inconveniente, sin perder de vista lo anterior no había que repetir lo mismo. A mí me parece que lo han conseguido, además de la traslación de la acción en el tiempo, han sabido introducir otras novedades como por ejemplo una pantalla traslúcida (ignoro el nombre técnico) sobre la que proyectar imágenes en primer plano, nuevos artilugios mecánicos, reutilización de otros como las antorchas del final de acto de Walkyria en la fragua de Mime. A la vez, algunos de los artilugios vistos en la jornada anterior, como el espectacular móvil que se levantaba en La Walkyria, por fin lograban tener su sentido y lo que entonces nos pareció gratuito hoy ya no lo es. El resultado es un espectáculo teatral de primera magnitud con banda sonora de Wagner, la Obra de Arte Total -por ridículo que suene-. Fiel al espíritu del compositor y radicalmente moderna. Salvo dos o tres puntualizaciones finales no me voy a extender más en la escenografía ya que en este mismo blog han aparecido fotos y un pequeño vídeo de la producción, las imágenes -que en realidad no le hacen justicia- hablan por sí mismas.


En cuanto a los cantantes la representación también ha sido satisfactoria. El protagonista de la ópera lo encarnó Leonid Zakhozaev, es un tenor con un hermoso timbre y musicalidad, aunque no es propiamente un tenor heroico sólo hubo un momento en el que la orquesta pareció que lo iba a poner en apuros, en realidad estoy convencido de que Wagner sabía muy bien como tenía que escribir para no sobrepasar a los cantantes, otra cosa es la resistencia vocal que algunos de sus papeles exigen, Siegfried es uno de ellos y Zakhozaev -aunque hubo un momento en el que había tenido mis dudas- llegó al comprometido final con bastante frescura, cosechó algunos bravos, se hubieran quintuplicado si hubiera sido un cantante conocido. Físicamente es el Siegfried ideal. En cuanto a su interpretación dramático-vocal, que no escénica, es muy mejorable, sin duda con el paso del tiempo, y si el cantar roles tan pesados como el de ayer no le pasa factura, la mejorará. Jennifer Wilson era Brünnhilde, no sé exactamente lo que tiene que no me acaba de llegar, su voz es bella y potente pero quizás le falta aristocracia en el fraseo, un recrearse en sí misma, lirismo. Seguramente es que le exijo demasiado. Aunque es cierto que en la apoteosis final, con Zakhozaev y el impulso que Mehta supo dar a la orquesta me hizo vibrar. Me vais a perdonar el atrevimiento porque no sé mucho ni de barítonos ni de bajos. Juha Uusitalo me gustó muchísimo más que el año pasado, es lógico que con el tiempo vaya madurando el personaje, por sus características vocales su Viandante-Wotan no es terrible, es un Viandante muy humano y no desaprovecha los momentos de lirismo de su parte. Juha aquí tienes a tu fan número uno. Gerhard Siegel, como buen especialista en Mime que es, estuvo soberbio. Stephen Milling puede cantar Hunding y Hagen con toda la tranquilidad del mundo, no hizo que echaramos de menos a Salminen, del que creo que es discípulo. Correcta la Erda de Catherine Wyn-Rogers y bien Olga Peretiatko como Pájaro del Bosque. Muy bien Franz-Josef Kapellmann en el corto papel de Alberich. Y como viene siendo habitual, magnífica la labor de ese pedazo de Orquesta de la Comunitat Valenciana, unos pianísimos de ensueño en las cuerdas, sobresaliente sobre todo en los actos primero y tercero, sólo un fallo casi insignificante en el solista de trompa.

Algunos detalles en la escena supongo que se pulirán en futuras representaciones, por ejemplo el hecho de que en un determinado momento por unos segundos permaneciera encendido un foco rojo de cara al público. Bastantes ruidos debidos a la grabación en video -cuando había que cambiar de cinta-, supongo que eso es lógico, y todo plagado de micrófonos, seguramente con vistas a la comercialización en DVD. Salí muy impactado de lo que había presenciado y tardé bastante en reaccionar, a los diez minutos, en el coche, de vuelta a casa, experimenté sensaciones indescriptibles, es tanta la atención que el montaje requiere del espectador que resulta agotador, cinco horas y media que se pasan como un suspiro pero es agotador. Ya estoy contando los días que me quedan para volver, será el 17 de junio. Y así es como yo lo he visto-vivido, no sé cómo habrá sido en realidad.