Domingo, 27 de mayo, ocho de la mañana. Iba por una carretera local que
atravesaba longitudinalmente varias poblaciones, de esas que están plagadas de
rotondas entre rectas a doble carril, el nerviosismo se había apoderado de él y
no estaba prestando atención a las señales de limitación de la velocidad, realmente estaba ignorando su velocidad, pensaba en
otra cosa, en cómo sería ella, no había querido mostrarle una foto y la
decisión de conocerla la había tomado basándose en colores y medidas según la
descripción que le había hecho de sí misma, pensó que en realidad todos esos datos
no eran nada, ignoraba cómo era su rostro, qué mirada tenía, si le resultaría
atractiva o no, de pronto vio una figura humana en la carretera con una señal azul en
la mano que le indicaba con extraños movimientos que moderara su velocidad, era
un policía, se sobresaltó, varios metros más adelante una serie de balizas
señalizaban que la circulación se reducía a un solo carril y en un papel que
ocultaba una señal de tráfico móvil estaba escrito “CONTROL ALCOHOLEMIA”,
varios policías municipales estaban recogiendo las balizas, su trabajo había
terminado, menos mal, los había pillado a contrapié, por un momento había pensado que
nadie le quitaba la multa por exceso de velocidad, sonrió y respiró hondo para
tranquilizarse y continuar su camino, habían quedado en la puerta de una
discoteca, ella acudiría en coche, le había dicho que era guarda de seguridad,
estaba vigilando unos edificos de oficinas y estaba sola, tenían todo el tiempo del mundo
para entregarse al placer. Unos kilómeros más adelnate el GPS le advirtió que había llegado a su destino
pero no veía la discoteca, decidió avanzar unos metros más hasta la altura de
una rotonda, allí, si no encontraba la discoteca, daría la vuelta y volvería a
casa, pensó que quizás había sido víctima de una tomadura de pelo, a lo lejos
divisó un coche de policía aparcado en el arcén, otra vez la policía. Al llegar
a la rotonda dio dos vueltas completas hasta que por fin vio la edificación en
la que se habían citado, “POMUCO”, una discoteca que seguramente estaba de moda, a él no le sonada de nada, ya no estaba en la edad en la que se utilizan las discotecas para ligar
y nunca le había gustado bailar en ese tipo de antros de carretera, entonces
sonó el móvil, no sabía quién era, en la pantalla aparecía un mensaje: número desconocido,
descolgó.
- Eres el renault rojo que ha estado dando
vueltas en la rotonda, le dijo con fimeza una voz de mujer,
- Sí, sí, contestó él con nerviosismo, y antes de que le diera tiempo a elaborar alguna frase la llamada se cortó.
Intentaba meter el
coche en una especie de solar y al detenerse para contestar el teléfono había
quedado cruzado invadiendo un trozo de arcén, entonces apareció el coche de
policía que había divisado antes de llegar a la rotonda, pensó que hoy no iba a ser su
día, había tenido suerte en el control de alcoholemia pero ahora parecía que no
la iba a tener, quizás los policías que estaban desmontando el control tomaron
nota de la matrícula y habían avisado al compañero y éste lo buscaba para
notificarle la multa por exceso de velocidad, decidió aparcar el coche en el
solar, fuera de la carretera y del arcén, quedarse quieto, evitar levantar
sospechas, había dado demasiadas vueltas a la rotonda y se había desplazado
hacia el solar con indecisión y torpeza,
el coche de policía se acercó y se puso en paralelo al renault, se abrió la
ventanilla, él también decidió abrir la suya y una atractiva mujer policía le
dijo:
- Soy yo.
- Soy yo.
- -
¿Pero no me habías dicho que eras guardia de
seguridad?
- -
Como comprenderás no te voy a decir que soy
policía sin conocerte de nada, sígueme.
Un cuento que te mantiene en la intriga hasta el final. Chorrada? pues bienvenidas sean!
ResponderEliminarJosep, gracias, es un pasatiempo, lo mejor es la segunda parte, cada uno que ponga lo que quiera, jajaja.
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