jueves, 18 de octubre de 2012

A propósito de Rigoletto (X) - Una ópera de dúos (1)

Siepi debutó en 1941 como Sparafucile
Cuando Verdi fue requerido por una soprano para que añadiera un aria adicional para Gilda, el compositor contestó lo siguiente: "ho ideato il Rigoletto senz’arie, senza finali, con una sfilza interminabile di duetti, perché così ero convinto. Se qualcuno soggiunge: «Ma qui si poteva far questo, là quello» ecc. ecc. io rispondo: Sarà benissimo, ma io non ho saputo far meglio" (Carta a Borsi, 8 de septiembre de 1852). Ante las palabras del propio compositor no hay discusión posible, Rigoletto está estructurada a través de una sucesión de dúos.


El primero de ellos tiene lugar en el primer acto y lo protagonizan el propio bufón y el sicario Sparafucile en un desierto callejón de Mantua. Rigoletto, de regreso a casa, ya no es el bufón de la corte del duque de Mantua, sino el padre, un ser humano que parece apesadumbrado como consecuencia de la maldición pronunciada por el viejo Monterone. Sparafucile, que lo sigue desde lejos, se le acerca, Rigoletto primero lo confunde con un mendigo y después con un ladrón, pero finalmente la siniestra figura le da a conocer sus servicios. Se trata de un asesino a sueldo bastante barato procedente de Borgoña, cobra la mitad con el encargo y el resto una vez el trabajo ha terminado, suele matar en la calle de una estocada pero también puede hacerlo en casa, para ello le ayuda su atractiva hermana, que seduce a los hombres y los atrae hacia allí. Si alguna vez lo necesita lo podrá encontrar en el mismo callejón, siempre por la noche. Rigoletto tomará buena nota de todo esto.

El episodio es siniestro en todos los aspectos. Tras una oscura y beethoveniana introducción orquestal de maderas y cuerdas Rigoletto recuerda la maldición de Monterone ("Quel vecchio maledivami"), posteriormente la aparición de Sparafucile da lugar a un andante subrayado melódicamente por el violonchelo y el contrabajo (la combinación de la voz de bajo y el violonchelo es muy del agrado de Verdi) . Las voces no cantan, se aproximan a la declamación mediante una técnica que se denomina parlante. La intervención de Sparafucile termina con una prolongada nota en el extremo grave.


Escuchamos esta escena por Cornell MacNeil (Rigoletto)  y Cesare Siepi (Sparafucile)







Terminada la escena, cuando el borgoñón va alejándose, Rigoletto, yo diría que horrorizado, no dudará en compararse con él, ambos se dedican a lo mismo, uno mata con la lengua y el otro con la espada ("Pari siamo!... Io ho la lingua, egli ha il pugnale").

1 comentario:

  1. Pues para no cantar, hay que ver lo bien que cantan. Sensacionales ellos y Verdi.

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