domingo, 24 de marzo de 2013

La Flauta Mágica (VI) - No tan tonto



Si una cosa buena tiene el libreto de La flauta mágica es que consigue reunir una variada muestra de lo que podrían ser la mayoría de los pototipos de personas que podemos encontrar en cualquier sociedad, entre todos estos modelos destaca especialmente el de Papageno, todos estaríamos de acuerdo en definir su carácter con adjetivos como simpático, popular, gracioso, llano, extrovertido, alegre, jovial...; desde su misma salida a escena tiene ganada la simpatia del espectador y si no fuera por la existencia del personaje de la Reina de la Noche, con sus complicados y espectaculares picados y ascensos al agudo, estoy seguro de que sería el más popular de los protagonistas de la ópera. No es extraño que Schikaneder, que iba a ser el encargado de interpretar a Papageno en el estreno, mostrara especial aplicación en que estos rasgos quedaran perfectamente perfilados en el libreto, encima tuvo la suerte de que Mozart, con su genio, remató la faena dotando a sus intervenciones de melodías populares, ligeras, como danzantes, y fáciles de cantar, de forma que el pajarero de la reina se mostrara como un ser nomal y corriente, un hombre como nosotros, preocupado, en pimera instancia, por satisfacer sus necesidades primarias, alejado de lo que pudiera ser un modelo ideal de ser humano. Porque el modelo ideal de ser humano es el encarnado por Tamino, para él parece que lo primordial consiste en situarse en un nivel superior, lleno de espiritualidad y sabiduría (cultura);  por eso Tamino  nos parece menos franco, está sometido a las reglas impuestas por la función que tiene en la sociedad, tiene muy asumido que es un príncipe que tiene que esforzarse en alcanzar una perfección que, como todos sabemos, no existe, al menos en el mundo que yo conozco. La flauta mágica no tiene pretensiones veristas y se mueve en el terreno de lo fantástico y sus convenciones, como cualquier cuento no carece de finalidades moralizantes, y aunque la búsqueda de Tamino es pura utopía, ello tampoco debe significar que los seres humanos debamos dejar de luchar por nuestros ideales, supongo que este es el mensaje que quieren divulgar Schikaneder y Mozar junto con el de que la masonería no es una institución cerrada sino abierta a gente procedente de cualquier sustrato social; pero al mismo tiempo, y ahí está el personaje de Papageno para demostrarlo, no dejan de ser conscientes de quela mayoría de los hombres -yo creo que todos- tenemos momentos de crisis dudas y flaquezas, no somos, como sí lo es Tamino, de una sola pieza. Como todos los seres tenemos ideales, también Papageno persigue un ideal, una pareja con la que fundar una familia, y lo conseguirá, es cierto que Tamino también lo conseguirá pero siempre situándose en un plano más espiritual, pesiguiendo el conocimiento y la sabiduría, aunque no nos engañemos, al final le tira lo que a todos nos tira: una foto. Tampoco está tan alejado de su Leporello o su Sancho Panza. ¿No será que ya tiene otras necesidades más apremiantes cubiertas? Estoy covencido de que Mozart, como su libretista, sentía una especial simpatía por el pajarero, no hay más que escuchar la música que para él compuso, entre ella ese tierno dúo del acto primero en el que la pareja nos habla del amor, sorprende que los intépretes del dúo no fueran Tamino y Pamina. El amor endulza las penas, todas las criaturas lo alaban, da sabor a nuestros días y actúa en el ciclo de la Naturaleza:



Y ahora ya está bien de divagar, nos queda situar a Papageno en el cotexto vocal de la obra, un aspecto que a mí me interesa mucho. Ya señalé en una entrada anterior que Schikaneder destacaba más por su capacidad escénica que por sus cualidades canoras (aún así las debía tener, pensemos que La flauta es una ópera) y que Mozart se adaptó a esta característica constuyendo un perfil vocal centrado en melodías populares vienesas, sin grandes complicaciones;  el intérprete de Papageno debeser un barítono lírico que no requiere una voz de gran extensión puesto que  no se moverá  en los extremos de su tesitura, así que se tendrá que centrar en lo expresivo y en lo melódico. En cuanto expresividad no deberá abusar de recursos histriónicos, Papageno no es un payaso sino un ser puro y natural, y así deberá ser su línea de canto: pura y natural, por eso grandes liederistas han sido grandes Papagenos (espero no terminar discutiendo si Fischer-Dieskau resulta, o no, natural), su timbre mejor si es brillante que apagado, para que transmita alegría de vivir, ingenuidad y despreocupación por todo aquello que no sea material. 

Vamos a escuchar algunos conocidos Papagenos:

Hermann Prey


Dietrich Fischer-Dieskau


Walter Berry


Y más recientemente:

Simon Keenlyside


Christian Gerharher


Daniel Schmutzhard


4 comentarios:

  1. "El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo" (Escrivá de Balaguer) Ya sé que el asunto no es el matrimonio, pero está claro que Papageno no haría carrera ni en el opus ni en la masoneria

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  2. Quiero tanto a este personaje que les hago diseñar figurines de Papageno (y papagena) a mis sufridos alumnos y de paso les explico alguna cosilla de ópera. Al final, algunos ejercicios, entre plumas y jaulas, son muy resultones.

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    1. Desde luego, Papageno, da mucho juego no sólo ,a tus alumnos, también a los directoes de escena o a los diseñadores de vestuario.

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