Miedo me doy cuando me da por una ópera, ya sabéis que últimamente Il trovatore es la ópera por la que pierdo los vientos, pero nada extraordinario, recurrir a esta ópera ha sido una constante durante muchos años de mi vida y no ha venido mucho por el blog, así que ahora me desquito. Es curioso.. uno..., es decir, yo mismo, no necesariamente habla más de lo que más le gusta, pero para que os hagáis una idea, debo tener entre 30 y 40 versiones de Il trovatore, no sé si me quedaré corto, hace mucho que no las cuento, y lo mejor de todo es que no suelo escuchar habitualmente más que tres o cuatro de ellas. En realidad la culpa de tener tantas versiones no es mía, es de un amigo que cuando se enteró que tenía como unas 10 (cuando sólo había vinilos o CDs) se empeñó en regalarme copias de grabaciones y hacer que otros amigos me enviaran más copias de otras grabaciones, y entonces fue cuando ya dije - "Vale, vale... sigamos con la colección."-. Este amigo lo había conocido en internet, en un foro de ópera y su nick era Werther, el mío era maac (no tiene más misterio que las iniciales de mi nombre y apellidos), quedábamos muchas veces para ir a unos grandes almacenes a ver discos, era cuando los grandes almacenes tenían una ingente colección de discos de música clásica, y dábamos la nota cuando uno de los dos veía alguna edición que le llamaba la atención y llamaba al otro para enseñársela desde la otra punta de la sección, y se escuchaba, ante el asombro del resto de clientes, "maaaaac" o "Weeeertheeer". Cuando salíamos tomábamos un café o una cerveza, y Werther entonces aprovechaba para quitar los precintos de los discos y sacarlos de las bolsas con la marca de los almacenes, para que, al llegar, su mujer no pudiera comprobar que eran nuevas adquisiciones, así se evitaba la bronca, afortunadamente yo era algo menos compulsivo en mis compras y no tenía que recurrir a esas artimañas. Reunir cantidades desmesuradas de versiones más allá del encanto de coleccionar o recopilar, que lo tiene, no sirve para mucho, porque a ver quién saca tiempo para escuchar, si hablamos de Il trovatore, tanta Pira y tanto All'opra, all'opra, o mueres en el intento o acabas en un sanatorio para enfermos mentales.
Perdone Usted, pero... ¿no se habrá equivocado de ópera?
Entre todas las versiones de Il trovatore hay una que está bien a ratos y a ratos es horrible, se trata de una grabación en directo procedente de la Ópera de San Francisco efectuada en 1973 con Luciano Pavarotti como Manrico, Joan Sutherland como Leonora, Elena Obratzsova como Azucena e Ingar Wixell como el conde, dirigidos por Rychard Bonynge.
La Leonora de Sutherland tiene muchas virtudes y muchos defectos también, en el lado de las virtudes habría que destacar la suficiencia en la ejecución de la coloratura y una pastosidad más densa que la de una soprano ligera (Leonora es una especie de soprano dramática de agilidad, lo que no quiere decir que Sutherland lo sea); en el de los defectos más o menos lo que todos sabemos, algunos graves exagerados artificialmente, entubamientos, penosa articulación y dicción...
Donde realmente la australiana me saca de quicio es sobre todo en la cabaletta "Tu vedrai che amore in terra", la encuentro totalmente fuera de estilo, hasta el punto de que parece que esté cantando otra cosa, por si fuera poco su marido va a toda pastilla sin jugar con esas variaciones dinámicas que en este fragmento tanto me gustan, es como si Bonynge hubiera dicho - Joan, ¡corre que parece que hoy la cena hoy nos la sirven fría y este maldito público no deja de inteturrimpir la representación para aplaudir!- La Leonora de Sutherland aparece aquí muy cabreada cuando debiera mostrar un estado de entrega total y amor apasionado más allá de la muerte. El agudo final es deslumbrante y muy alargado pero a mí no me dice nada. Vamos a escucharla:
Donde realmente la australiana me saca de quicio es sobre todo en la cabaletta "Tu vedrai che amore in terra", la encuentro totalmente fuera de estilo, hasta el punto de que parece que esté cantando otra cosa, por si fuera poco su marido va a toda pastilla sin jugar con esas variaciones dinámicas que en este fragmento tanto me gustan, es como si Bonynge hubiera dicho - Joan, ¡corre que parece que hoy la cena hoy nos la sirven fría y este maldito público no deja de inteturrimpir la representación para aplaudir!- La Leonora de Sutherland aparece aquí muy cabreada cuando debiera mostrar un estado de entrega total y amor apasionado más allá de la muerte. El agudo final es deslumbrante y muy alargado pero a mí no me dice nada. Vamos a escucharla:
Por el contrario me gusta mucho como dirige Riccardo Muti a Barbara Frittoli -aunque su interpretación también me deja indiferente- en La Scala en el año 2000, es que no hay color, con da capo y todo, como Dios manda, el agudo se lo capa, todos sabemos que Muti en este aspecto no permite excesos, realmente suena a Verdi, y en otros fragmentos cuando pone el acelerador lo pone de verdad y la verdad es que es un gustazo cuando decide ir a toda pastilla pero es que él sabe cuándo puede/debe hacerlo.
Tengo la grabación y coincido en lo de Sutherland. Wixell tampoco es que sea un lujo, pero el Manrico lírico de Pavarotti, aun a riesgo de que me apedreen, me parece interesante. No digo que sea mejor que un Corelli ni nada de eso, sino tan solo que, como el de Bjorling, merece la pena conocerse al menos.
ResponderEliminarA mí también me parece interesante el Manrico de Pavarotti pero hay que reconocer que era demasiado lírico, peores resultados obtuvo Alagna, que recurrió a un oscurecimiento artificial de la voz.
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