Hoy era una buena ocasión para ver cómo se desenvolvía Plácido Domingo con la Orquesta de la Comunidad Valenciana, en el Auditorio Superior del Palau de les Arts se ofrecía, en versión concierto, Le Cid de Massenet. La pasada semana el mismo Domingo daba a conocer que el teatro le había ofrecido la dirección musical de la orquesta a partir del año 2014, fecha en que finaliza el contrato de Omer Wellber, el tenor por el momento no ha ofrecido ninguna contestación, se ha limitado a decir que le haría mucha ilusión.
A mí no me desagradan las óperas en concierto, estoy bastante habituado a
ellas, cuando en Valencia, desgraciadamente, carecíamos de teatro de
ópera o, mejor dicho, de teatro destinado a la ópera, escuché unas
cuantas óperas en concierto en el Palau de la Música; sin embargo;
pienso que la falta de puesta en escena no favorece a Le Cid, una
ópera que bien montada y sin caer en tópicos ni en una estética casposa
tiene momentos muy dados a la espectacularidad escénica y capacidad
para sorprender al público, todas estas oportunidades en un auditorio se
pierden. Quizás los españoles por culpa del subconsciente y de la
manipulación que durante muchos años se hizo de la figura de este
mercenario castellano que fue a morir en Valencia, pudiéramos tener
algún problema con el argumento, por lo menos los que hemos vivido, aunque por muy pocos años en mi caso, durante el franquismo. Hay que intentar liberarse de prejuicios y ver Le Cid
como lo que es, una ópera compuesta por un francés sobre unos sucesos
que se suponen ( históricamente la ópera hace aguas por todas partes)
acaecidos en la Castilla medieval .
La verdad es que genialidad en la dirección de Domingo no he encontrado, ha habido momentos en los que me ha gustado más, como en parte del ballet (una música muy zarzuelera con algunas melodías y ritmos importados directamente de España según declaró el mismo Massenet) y otros en los que menos. Lo que sí he notado es que el, en este caso, director estaba muy pendiente de los cantantes y de que algunos signos que a mí me parecían muy claros, como que disminuyera en determinados momentos el volumen de la orquesta, no eran atendidos por los músicos, quizás porque cuando Domingo lo marcaba ya era demasiado tarde. Mucho mejor sonó la orquesta en Thaïs, del mismo Massenet, con un director muy especializado en este repertorio como es Fournillier.
Junto con Domingo en la dirección musical el siguiente interrogante consistía en saber cómo se desenvolvía Jorge de León en el papel del héroe castellano, un tenor lírico-spinto de corte francés. De León no domina la pronunciación francesa y eso es un serio inconveniente en Massenet. Seguramente el francés es el idioma más difícil de cantar en la ópera, recuerdo que Alfredo Kraus contaba que él vivió el cambio en la moda de cantar las óperas francesas en italiano por la de cantarlas en su idioma original, por lo que de pronto se encontró con el problema de que una de las óperas que más famoso le harían, Werther, no podía cantarla en idioma original y tuvo que replantear toda su técnica de canto para poderlo hacerlo en francés. La principal virtud de De León es la pasión con la que se entrega a los personajes que interpreta pero tiene mucho que pulir en su canto, es bastante abrupto y poco matizado, el timbre sufre variaciones de color en cuanto tiene que moverse en la zona central. Me ha dado la impresión de que no tenía muy bien preparada la ópera porque entre la forma que ha cantado "Ô souverain, ô juge, ô pere" y como ha cantado el resto ha habido un abismo. Lo siento pero es un tenor que no me acaba de convencer, no sé exactamente por qué, me cuesta expresarlo con palabras.
También tenía interés en escuchar a la ucraniana Liudmila Monastirska, había escuchado unas grabaciones suyas que me habían sorprendido por la calidad de su voz. Ha sido la gran triunfadora de la noche. Tiene una voz de un tamaño descomunal, junto con la de Sondra Radvanovski de las más grandes que he escuchado en mi vida (nunca he visto destacar una voz en los concertantes como lo hacía hoy la de Monastirska), un timbre muy natural y homogéneo en toda su extensión, sabe regular el sonido, incluso ha apianado en varios momento, y la voz siempre parece estar bajo su control. Lamentablemente parece que no dominaba el papel de Jimena, no despegaba su vista de la partitura, lo que le ha restado a su interpretación un punto de expresividad. Ha ofrecido una excelente interpretación de "Pleurez, pleurez, mes yeux", un aria de la que es muy difícil encontrar buenas grabaciones. Si hubiera tenido más implicación dramática, hubiera conseguido que muchos saliéramos levitando del teatro. Una Jimena que no se lanza al grito es un auténtico regalo.
La Infanta ha estado interpretada por Micaëla Oeste, una soprano lírico-ligera muy timbrada y musical, no le ha favorecido nada tener al lado un pedazo de voz como la de Monastirska. Muy bien también el bajo Hao Jiang Tian como Don Diego, el resto del reparto (James Rutherfond como Rey, el bajo Felipe Bou como el conde de Gormas y el barítono Josep Miquel Ramon como Santiago el Apostol) ha cumplido correctamente con su cometido.
El coro en Le Cid es un personaje más muy inegrado en la acción dramática (incluso en el aria estrella del tenor aparece) y su buena labor, como es el caso del Coro de la Generalitat Valenciana, es imprescindible para que se pueda ofrecer una buena versión de la ópera.
Y con esta ópera, de la que aún se ofrecerán dos representaciones más los días 27 y 30 de abril, terminamos la sexta temporada de ópera del Palau de les Arts ¡Vamos por la séptima!
Estuvimos anoche.
ResponderEliminarNo conocía la ópera (a parte de las dos arias conocidas) y por eso creo que me encantó. No así a mi pareja, que si bien la obra le gustó incluso más que Thaïs, descubrió todos los fallos de Domingo. Y es que ser músico da ventaja.
Según él, la orquesta e incluso el coro entraban a destiempo y Domingo no se hizo con ellos: nada que ver con Maazel e incluso el saltarín Wellber.
Yo ya escuché una vez dirigir a Plácido una ópera de Puccini en este mismo Palau, que esa sí la tenía muy oída, y la verdad es que me sorprendió lo que puede influir un director hasta en una ópera que los músicos se sabrán de memoria: fue nefasto.
Me temo que como se quede de director vamos a perder esta orquesta que nos ha dejado con la boca abierta más de una vez.
El resto de tu crónica coincide con lo que yo viví anoche.
Saludos!
Gracias, Peperoni, pues esa ópera que dices que dirigió Domingo debe ser Tosca porque creo que no ha dirigido otra.
EliminarLa orquesta no sé si la perderemos pero desde luego él, si es lo de anoche, no nos dejará con la boca abierta como nos han dejado otros directores.
Peperoni? Ja ja muy bueno Maac pero no se en que estarás pensando! Gracias por tu crónica tan interesante como siempre.
Eliminar¡Aysss! Perdón. Pues no sé en qué estaría pensando, jajaja. Lo siento.
EliminarDomingo no creo que nos deje con la boca abierta, pero tampoco creo que su resultado con ESTA orquesta sea tan malo como estáis comentando. Es verdad que ayer hubo entradas a destiempo, efectismo y poca genialidad, pero el resultado final a mí no me desagradó.
ResponderEliminarEs cierto que uno de los grandes peligros es que los músicos empiecen a desertar, pero eso ya está pasando con Wellber. Si siguen viniendo directores de renombre para dirigir óperas concretas (Mehta, Gergiev, etc) y el titular y la dirección del teatro no chocan demasiado con los músicos, no tiene porque producirse esa desbandada que llevamos pronosticando desde que maazel pidió la factura.
Por lo demás, coincidimos en casi todo, aunque yo soy más entusiasta con De León por lo que veo.
En cualquier caso, yo me lo pasé muy bien.
Supongo que los próximos días mejorará, el único que conocía bien la obra, con excepción de Domingo, que debe ser el tenor que más la ha cantado en el siglo XX, era Hao Jian Tian.
EliminarEstuve en la representación de "Le Cid", una ópera preciosa de Massenet prácticamente olvidada. Me gusto la representación que pudo ser mejor sin la desafortunada dirección musical de Plácido Domingo. Quien la repescó del olvido, cometió tal cantidad de desajustes, que llevó de cabeza toda la noche a orquesta, coro y cantantes. La orquesta no sonó bien y coro y cantantes sufrieron mucho con los constantes despistes del Director. Solo en el tercer acto, apareció en todo su esplendor la belleza de esta obra. Liudmila Monastirska, que es tan gran soprano, como inexpresiva, tiene una gran voz, preciosa en todo el registro. Cantó muy bien un papel muy difícil en el límite de la tesitura de una soprano, con muchas zonas mas propias de una mezzo-soprano, maravilloso, como ya he dicho su tercer acto junto a un Jorge de León brillantísimo en el agudo y con más carencias en el centro, aunque su progresión es evidente año a año. Muy bien el Don Diego de Hao Jiang Tian, un gran bajo. Muy correcto el resto del reparto. Una pena que una desafortunada dirección musical estropeara lo que pudo ser una gran noche de ópera. " Le Cid" es una ópera muy bella cuya representación quizá mejore en próximas funciones si se corrigen desajustes.
ResponderEliminarUn aficionado a la ópera.
Muchas gracias por tu comentario, estoy prácticamente de acuerdo con tus apreciaciones. El problema es que en el Auditorio Superior tienes que estar muy bien ubicado para saber realmente si la orquesta suena bien, es una lástima. No vayas a entenderme mal, no quiero decir que estuvieras en una localidad en la que la orquesta no sonara bien sino que hay que ser conscientes del lugar desde el que estás escuchando (por favor, que clausuren la sala); además es que yo también opino que la orquesta no sonó bien. Por si fuera poco se abusó del chinpún, aunque en parte es la misma partitura de Massenet la que tiene un aire marcial con gran protagonismo de bombo y platillos.
EliminarEstoy de acuerdo con tus comentarios maac, como casi siempre, y también con anónimo (¿2?) ya que el acto que más me gustó fue el tercero. Para mí, es ahí cuando aprecié en su totalidad a Liudmila Monastirska. Mi asiento está en la segunda fila (numerada con el 4) lo cual creo que no es muy malo en el Auditorio, pero ayer encontré el volumen (en general: orquesta y coro) algo desaforado en algunos momentos. Supongo que los que tengan asientos en las últimas filas discreparán conmigo.
ResponderEliminarHas apuntado algo en lo que yo me fijé bastante: la pronunciación del idioma francés.
Quiero destacar a Felipe Bou que tuvo una pronunciación muy buena y a Hao Jiang Tian casi tan buena. Jorge de León vocaliza muy bien pero no suena a francés. "Son nom, son nom" con oes muy oscuras sonó como: "Sonó, sonó" (valga la redundancia) y "Je suis jeune", todo con es mudas sonó como "Yesiyén". Lo de Liudmila Monastirska es otra cosa: cantaba en un idioma extraterrestre. Es el problema de cantar en idiomas que no se dominan.
Es un sitio perfecto para el Auditorio, conforme vas para atrás o hacia los laterales vas perdiendo calidad de sonido, y si estás en la parte estrecha es como si estuvieras en un almacén, la orquesta pierde transparencia y las voces proyección. Yo estaba en la cuarta fila (es decir, la numerada como 7) pero quizás no tan centrado como me hubiera gustado.
EliminarMonastirska es que estaba pegada a la partitura ¿levantó alguna vez la cabeza?