Sala Principal del Palau de les Arts |
En la segunda función de Thaïs encontré a una amiga en la entrada al Palau de les Arts, teníamos los dos localidades para el cuarto piso pero en butacas separadas, una vez arriba estuvimos charlando en el pasillo hasta que por megafonía anunciaban que era ya el momento de ocupar nuestras localidades, la mía estaba en el lugar que más me gusta de este piso, centrada y en tercera fila, ella se sentó en un hueco que había en la misma fila pero en un extremo, mi compañero de localidad, como vio que nos hacíamos señas mientras esperábamos a que cerraran puertas y apagaran las luces, me ofreció un cambio.
- Si quieres me voy a la localidad de tu amiga y ella que se venga aquí.
- No, no se moleste.
- No, hombre, si no es ninguna molestia.
- Pero ahí estará algo desviado, verá peor el escenario.
- No te preocupes, no me importa, es una pena que estéis separados.
- Bueno, pues muchas gracias, de verdad.
Entonces hago señas a mi amiga indicándole la permuta de localidad, ella me intenta explicar algo pero no la entiendo muy bien, le hago gestos diciendo que venga y finalmente accede, mi compañero se levanta y ella viene no sin antes agradecerle personalmente la deferencia.
- ¡Pero si ese no era mi sitio! Yo tengo mi localidad en un lateral, ¡cómo vengan los dueños se va a liar!, me dice,
- Bueno, no te preocupes, con la hora que es seguro que ya no viene nadie, están a punto de cerrar puertas.
Así transcurrió el primer acto y en el descanso vemos llegar unos señores que se quedan mirando la localidad de su billete y buscan a la acomodadora indicándole que su localidad estaba ocupada por mi ex-compañero de butaca, menos mal que mi amiga se dio cuenta enseguida y salió como una flecha para aclararlo todo, poco después mi ex-compañero volvía a ser mi compañero, le dije que sentía mucho lo que había ocurrido, pero el hombre era tan amable que, por lo menos aparentemente, no le importó, cambió inmediatamente de tema y comenzó a decirme que él no conocía mucho Thaïs pero que le estaba gustando y que había sido abonado durante todas las temporadas de Les Arts, tanto él como su mujer, pero que en la presente temporada, con la crisis, no había podido renovar el abono, demasiado dinero dos abonos para su situación económica, pero que al final no había podido evitar venir a ver una ópera, le hubiera gustado poder asistir con su esposa pero, volvió a repetir, es un mal momento y no nos lo podemos permitir. Le pregunté si tenía previsto comprar entradas para el Festival del Mediterráneo, él me dijo que no, y yo entonces le dije que por lo menos para Il Trovatore tenía que sacar entradas, que era mi ópera preferida y que era una ocasión que no se podía perder, que había localidades baratas a 15 euros, que dos horas antes de la representación si hay localidades libres salen con descuento del 50%, también hablamos de Tristán e Isolda, pero él, aunque aguantaba bien a Wagner, prefería las óperas del repertorio italiano, de Medea hablamos más bien poco. Cuando terminó la representación mi compañero estaba exhultante, me dijo que había disfrutado muchísimo, como le comenté que iba a volver a alguna función más de Thaïs, él a su vez me dijo que también estaba pensando en hacerlo, que tenía que volver, que su mujer se lo había perdido y eso no podía ser, tenía que volver con su mujer y que sacaría dos entradas para Il trovatore. Había que verlo, era como si de pronto hubiera rejuvenecido dos o tres años, era todo vitalidad y alegría, la asistencia a la representación de Thaïs le había cambiado, no mencionaba ya la difícil situación económica familiar. Mientras abandonábamos las localidades yo iba detrás de él visiblemente emocionado, pensé en la grandeza de la ópera pero también sentí, no voy a decir lástima, sino solidaridad con este hombre y su pareja, a la que no conocía.
Así son los buenos aficionados a la ópera, no van a ostentar ni a aparentar sino a disfrutar del espectáculo, son los que al final salen verdaderamente gratificados.
Una de las muchas maac-chorradas que no tiene nada de eso. Como dijo Brecht, las cosas son (o debieran ser) para quien sabe disfrutar de ellas.
ResponderEliminarComo sigas así nada de colectas yo mismo voy a pagar un viaje a China para que luego nos lo cuentes.
EliminarMe has hecho recordar mi primer abono en la ABAO, último piso, última fila, recién casados y ahoorando durante todo el año, ¡ Que tertulias teníamos en los entreactos!!
ResponderEliminarUn placer charlar de ópera con verdaderos aficionados.
Saludos cordiales
Pues sí, y un verdadero aficionado a la ópera no tiene por qué ser el que más sabe de historia de la música o de voces es, como dice Barbebleu, cuestión de sensibilidad.
Eliminarde acuerdo con Jose Luis, de chorrada nada,... curiosamente un abono para la ópera es considerado elitista, pero un abono futbolero es siempre comprensible, también parece que goza de comprensión la DEUDA MONUMENTAL de los clubs de futbol,... la lupa se deja para Educación y Cultura, y muy especialmente también para los Teatros de Ópera...¡país ¡
ResponderEliminarTambién hay que tener en cuenta que los clubes de fútbol son entidades privadas y los teatros de ópera suelen ser públicas, cumpliendo con su presupuesto un teatro de ópera no tendría que presentar pérdidas significativas.
EliminarTal y como está la situación en este país un abono de ópera puede ser para algunos un producto de lujo, el otro día comentaba con un conocido que conozco a unos abuelos que preparan la comida a su hija, yerno y nietos todos los días, y él me comentó que estaba en la misma situación respecto a su hija, también conozco gente que va a ayudar a un bar sólo para que le den cada día una ración de comida, es muy triste lo que está pasando en la calle.
entiendeme maac, lo que me molesta no es la lupa, que me parece bien que la pongan en los dineros públicos, lo que me molesta es como se aplica el rasero...
Eliminarun abrazo maac,
La ópera es minoritaria y no da votos.
EliminarLo escandaloso es lo que se paga a algunos jugadores de fútbol de primera división mientras que los de tercera no pueden vivir del fútbol y deben compaginar el deporte con otros trabajos. Pero ya sabemos que esto es una economía de mercado en que lo que se prima es la oferta y la demanda. Me parece bien pero no estaría de más que se pusieran límites por abajo y por arriba. Pero no sólo en el fútbol sino en todo, en el mundo de las finanzas, actores y, en menor medida, cantantes de ópera... Pero eso es una utopía.
Parece demagógico, hoy me he quedado con una frase del artículo de Almudena Grandes en El País: la pavorosa realidad basta para redefinir, por sí sola, el término demagogia.
La ópera no sólo es grande, Maac, seguro que hablar contigo de ópera hace milagros, ya te lo pueden agradecer ya, los de les Arts.
ResponderEliminarSupongo que lo que más agradecen es el dinero que me gasto.
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