Cuando en Rigoletto, ya se han apagado
las luces, el director está en el podio y el silencio se ha hecho
dueño de la sala lo primero que escuchamos es el motivo de la
maldición, es el protagonista absoluto del breve preludio de la
ópera. La “maledizione” será el motivo desencadenante de esta
tragedia, la causa de la causa del mal causado. Que el Duca sea un
libertino sin escrúpulos cuyo objetivo principal es desvirgar
muchachas y seducir esposas, que el bufón sea un cínico social y un
padre opresor o que Gilda sea una joven enamoradiza e ingenua
pareciera secundario ante la importancia que adquiere el motivo de
la maldición, aparecerá en numerosas ocasiones a lo largo de la
ópera. Aunque se pueda racionalizar la mayor parte de lo que va a
acontecer en escena el elemento sobrenatural siempre estará
presente, unas veces de forma directa y otras como ruido de fondo.
Recurrir a las explicaciones fantásticas, a dioses y demonios, para dar razón a lo que nos sucedió, es decir, para
entender qué ocurrió , por qué, para qué y cómo sucedió es propio de seres irresponsables, incapaces de
conocer (o querer conocer) y asumir la verdad (si se puede decir que
la verdad existe). Por otra parte, no cabe duda de que en nuestro mundo tenemos que
contar con el azar, la casualidad (por qué en un determinado momento
y no en otro decidimos cruzar la calle y cambiar de acera), dudoso
es que pueda existir lo que se llama el destino, fruto de actividades
propias de dioses o magos. El acudir a lo sobrenatural nos puede
evitar problemas y muchos quebraderos de cabeza, de ahí su éxito.
En el lado opuesto encontramos el
exceso de responsabilidad, una forma de egoísmo. En la última novela de Philip Roth,
Némesis, el protagonista, Bucky Cantor, padece este mal. La
necesidad -desde unas creencias religiosas y unas convicciones
fundadas en el bien social y la solidaridad llevadas al límite- de encontrar una
explicación racional a todo lo que acontece a su alrededor, así como un entendimiento erróneo del sentido del deber, le
conducirán de alguna manera a la negación de su propia libertad individual, sufriendo una especie de auto-flagelación; también a la
imposibilidad de encontrar la felicidad propia y de los que le
rodean, a sentirse el causante y culpable de gran parte de las
desgracias que han sucedido a lo largo de su vida desde el mismo
momento de su nacimiento (su madre murió en el parto). En su vida no hay lugar para el caos ni el azar. Ni que decir tiene que Dios no cabe ni con calzador, lo que le ocasionará serios quebraderos de cabeza.
"Podemos ser jueces severos de nosotros mismos cuando no está justificado en modo alguno. Un sentido de la responsabilidad equivocado puede ser debilitante"
"Una persona así está condenada. Nada de lo que haga estará a la altura de su ideal. Su responsabilidad no conoce límites. De hecho no confía en sus límites porque, cargado con una severa bondad natural que no le permite resignarse al sufrimiento del prójimo, nunca reconocerá que tiene límites sin sentirse culpable. El triunfo de semejante persona es librar a su amada de tener un marido inválido, y su heroísmo consiste en rechazar su deseo más profundo al renunciar a ella"
(Némesis. Philip Roth)
Los extremos se juntan.
Casualidades, acabo de leer mis dos primeros libros de este Roth: "Elegía", que me ha gustado bastante, y "La humillación", que bastante menos.
ResponderEliminarEl exceso de responsabilidad me parece más una forma de orgullo (o ignorancia) que de egoismo, aunque supongo que estamos pensando en lo mismo. La verdad es que el viejo debate entre destino y azar hoy parece eso, un poco viejo.
Sí, tienes razón, más orgullo que egoísmo, pero... ¿no es el orgullo una de las manifestaciones del egoísmo?
ResponderEliminarEs el primer libro que leo de Roth y me ha gustado bastante, una construcción y una técnica narrativa, quizás no original, impecable, y eso que el asunto de la polio en la norteamérica de la Segunda Guerra no me atraía en absoluto. No es de esos libros en los que tienes que volver atrás una y otra vez para identificar a los personajes... jajaja, todos están magníficamente retratados.
Es un buen libro, Roth tiene escritura impecable siempre, pero los mejores libros, para mí, La contravida y El teatro de Sabbath.
ResponderEliminarPara mi el exceso de responsabilidad de Cantor es más bien síntoma de inseguridad y sacrificio judío-religioso.
Como esto siga así voy a terminar con un buen listado de libros que leer, jeje. Igual pruebo con El teatro de Sabbath.
Eliminar