martes, 13 de marzo de 2018

Verdi: Il corsaro; - Acto 1 - y homenaje a Jesús López Cobos.


El primer acto de Il corsaro comienza en una zona rocosa junto a inmensos acantilados en una isla del mar Egeo donde tienen su refugio los corsarios. Está anocheciendo y un coro interno de corsarios bebe y canta las alabanzas a su modo de vida, su patria es el mar, su existencia está sometida a peligros y batallas con objeto de alcanzar grandes botines. Entra en escena Corrado y se muestra orgulloso del canto de sus camaradas. A través de su aria de entrada conocemos que está enfrentado a la sociedad entera a causa de un efímero amor juvenil, no entra en muchos detalles pero ya vemos que nuestro héroe se ha visto forzado, por la razón que sea, a situarse al margen de la sociedad y que su corazón está lleno de resentimiento y ansia de venganza hacia ella. Entran unos corsarios y le dan una misiva enviada por un explorador, sin explicar exactamente de que se trata Corrado dispone que zarparán a la lucha contra los musulmanes en una hora. Es de suponer que ha tenido noticias de que van a ser atacados por la flota turca y ha decidido anticiparse, pero nada de esto permite asegurar con certeza el texto del libreto.

Vamos a escuchar un fragmento de esta escena incluyendo también el Preludio del acto que introduce el tema de la muerte de Medora y es muy breve, apenas llega a los tres minutos,  sigue el coro interno, también breve y la intervención de Corrado resuelta en un recitativo (Ah! si, ben dite ... ) al que sigue el aria (Tutto parea sorridere), que tiene la particularidad de que en su zona central Verdi inserta una especie de recitativo acompañado; tras el aria viene un pasaje de transición con la presentación de la misiva del mensajero por un bajo y, como broche final, para no perder la tradición, la belicosa cabaletta con coro (Si: de' corsari il fulmine)  en la que los corsarios encabezados por Corrado se muestran dispuestos a tomar las armas contra los musulmanes, tras la preceptiva repetición de la cabaletta con ímpetu y determinación termina esta vertiginosa escena, acaba de comenzar la ópera y ya nos vemos abocados a la guerra.

Haremos un homenaje al recientemente fallecido Jesús López Cobos con una grabación efectuada en Frankfurt 1971 con  Giorgio Castellato-Lamberti, Katia Ricciarelli, Ángeles Gulín y Renato Bruson.


El papel de Corrado fue estrenado por el tenor Gaetano Fraschini, uno de los más famosos de su generación habiendo cantado en óperas de Rossini, Bellini, Mercadante y sobre todo de Pacini, Donizetti y Verdi (estrenó Zamoro en Alzira, Arrigo en La battaglia di Legano, Stiffelio, Riccardo en Un ballo in maschera, e interpretó también los papeles de tenor protagonista en Oberto, Ernani, I Lombardi, I masnadieri, Luisa Miller, Il trovatore, Simon Boccanegra, Las vísperas sicilianas y La forza del destino), muchos lo consideran el tenor que marca la transición de Donizetti a Verdi, uno de los sucesores de Duprez, por lo tanto, prototipo del tenor di forza romántico. Tenía una voz squillante, con metal, brillo y fuerza, Donizetti lo recomendó para alguna de sus óperas pero también llegó a quejarse de que cantaba siempre en forte (las críticas confirman que con el tiempo mejoró en el uso de la media voz), Verdi lo consideraba en una carta al libretista Cammarano un "Manrico naturale", uno de sus caballos de batalla fue el papel de Edgardo en Lucia di Lammermoor, gracias a este personaje y a su interpretación de la escena final era conocido como el tenor de la "maledizione".

Segunda Escena. Encontramos a Medora en su habitación, situada en un torreón de la fortaleza de los corsarios, desde un balcón se puede contemplar el mar, mientras espera la llegada de Corrado, que se retrasa, echa mano al arpa y comienza a cantar su lamento "Non so le tetre immagini" el fragmento más conocido de la época gracias a su aparición en recitales de sopranos. Medora es agorera desde la primera vez que abre la boca, en ese mismo momento ya está pensando en un hipotético suicidio si se diera el caso de la duda sobre la existencia de Corrado. La introducción y primera parte del recitativo previo nos pueden hacer recordar algún momento de La traviata y en toda esta primera parte de la escena se respira un ambiente de nocturnidad que casa perfectamente con algunas partes de Il trovatore en las que interviene Leonora. De la soprano que estrenó el papel de Medora, Carolina Rapazzini, no sé nada, su aria está plagada de delicadas ornamentaciones y exigencias dinámicas que exigen el uso de la media voz y pianísimos, pero en modo alguno estamos ante una soprano ligera.

Cuando Medora termina la canción Corrado hace acto de aparición y también insiste en esa idea de que ante la desaparición de Medora no queda más remedio que el suicidio. Sin ninguna explicación comunica a Medora que debe partir en ese mismo instante por un breve período de tiempo, ella insiste en sus nefastos presentimientos (es una especie de Casandra pero de irregular tino), se oye un golpe de cañón que avisa que el barco de los corsarios debe zarpar, un segundo golpe y Corrado se marcha mientras Medora cae desmayada. Así finaliza el primer acto.

Escuchamos el lamento de Medora que en la partitura se denomina "romanza" y el dúo con el concluye el acto en las voces de Cassellato-Lamberti y Ricciarelli, Frankfut 1971, con dirección de López-Cobos.


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