sábado, 17 de noviembre de 2012

Vamos con "I due foscari" (III) - Entra Lucrecia, ¡y cómo!

Recordemos que Jacopo Foscari, hijo del Dogo, está siendo enjuiciado por un delito de traición a la patria, lo que por el momento desconocemos es que este hombre tiene mujer, para hacérnoslo saber, Verdi y Piave introducen la tercera escena del acto primero.

Canaletto. Vista del Gran Canal desde el Palazzo Foscari.
Estamos en el Palazzo Foscari, a través de los arcos góticos hay una magnífica vista del Gran Canal y el puente de Rialto. Os presento a Lucrecia Contarini, la soprano, que sale acelerada de una habitación, varias doncellas le siguen intentando frenarla. Ella, que es hija de dogos y está casada con el desgraciado Jacopo, exige "giustizia", "no perdonno", ¡cómo es posible que il Dogo anteponga su cargo a su cualidad de padre! Las doncellas intentan persuadirle de que la justicia está en el cielo, que no vale la pena desahogar el dolor y llorar a no ser que quieras dar satisfacción a tus enemigos, ¿la convencen?, pues sí, la convencen y la piadosa Lucrecia recurre al cielo como consuelo. Entonces aparece Pisana, que es la típica confidente , con noticias frescas: el Consejo ha acordado un nuevo exilio para el buen Jacopo, ha sido bastante clemente. Lucrecia nos defrauda bastante, tenemos claro que no va a ser la heroína de la ópera, confía en la justicia divina, si las doncellas no la hubieran contenido y ella tuviera más determinación igual la historia hubiera sido otra.



Lucrezia Contarini y Coro. Recitativo: No, mi lasciate, andar io voglio a lui... ; cavatina: Tu al cui sguardo omnipossente y cabaletta: La clemenza! s'aggiunge lo scherno... O patrizi, tremate...

En esta escena la música y texto parece que vayan cada uno por su lado, pero esto no lo digo como defecto sino como virtud, la música va más allá del texto y Lucrecia Contarini con su canto está transmitiendo verdadero odio y deseo de venganza (seguramente es lo que realmente siente en su interior, y si no lo siente... pues es lo que me gustaría a mí que sintiera y ya está), el coro hace de contrapeso. Se pueden distinguir tres partes perfectametne delimitadas: la entrada de Lucrecia que consiste en un recitativo acompañado, un momento "di forza", tras la intervención del coro de doncellas todo se suaviza dando lugar a la segunda parte: el aria, un momento de contención en  el que la música adquiere un aire melancólico, un andante maestoso que la soprano debe cantar de rodillas (fe y recogimiento), las cuerdas en pizzicato, un canto es spianatoresuelto con delicados melismas que deben ser ejecutados con un adecuado uso de los reguladores, tras la llegada de Pisana se produce la transición a la tercera y última parte de la escena, una cabaletta que cierra el circulo al volver a exigir de la soprano genio y figura, momento de desenfreno.



Lo escuchamos interpretado por la soprano turca Leyla Gencer en una grabación en vivo efectuada en el Teatro La Fenice de Venecia el 31 de diciembre 1957 bajo la dirección de Tulio Serafin:


Entre las últimas sopranos que han cantado el personaje encontramos a Marina Poplavskaya, que lo cantó estpendamente el pasado septiembre en la Ópera de Los Ángeles, tiene un vibrato más bien ancho que ya veremos la manera en la que evoluciona en el futuro:

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