Debussy tocando el piano en casa de Chausson, que está detrás. |
Dicen que Claude Debussy estaba fascinado por las armoniosas proporciones del Poème pour violon et orcheste op. 25 de Ernest Chausson y, si no conocéis la obra, seguro que cuando la hayáis escuchado no os va extrañar por esa atracción que la pieza ejerció sobre el compositor de Pélleas et Mélisande. Está estructurado en un único movimiento pero se divide sin solución de continuidad en tres partes (Lento e misterioso - Animato - Finale). Además de ser una pieza que pone a prueba al violinista más virtuoso, está cargada de orientalismo y misterio, como el cuento en el que se basa, al que hace justicia con creces.
El Poema para violín y orquesta está inspirado en una obra de Ivan Tourgeniev, El canto del amor triunfante (1881), que está ambientada en el siglo XVI, en Ferrara. Cuenta la historia de dos amigos, uno de ellos, rubio, es pintor; el otro, moreno, es músico. Ambos están enamorados de la misma mujer, Valeria, y como hombres civilizados que se supone que son, para deshacer este enfrentamiento, acuerdan someterse a la elección de la joven. El músico es rechazado y parte hacia la India y el Lejano Oriente. Cuando vuelve trae consigo un exótico instrumento de cuerda y extrañas prácticas orientales. Con una canción india denominada El canto del amor triunfante, se apodera de la voluntad de Valeria. la posee, dejándola embarazada. Ella, que no ha tenido hijos con su esposo, recordará lo ocurrido pero lo atribuirá al sueño. Cuando el marido descubre lo que el amigo, al que ha acogió en su casa como a un hermano, hace con su mujer, le clavará un puñal. Gracias a los poderes del criado del músico, este se recuperará y abandonará Ferrara para siempre.
Fue un encargo que recibió Chausson de un famoso violinista belga, Eugène Ysaÿe (1858-1931). Para Chausson la tarea de componer un concierto para violín era diabólica, un trabajo de una magnitud enorme -declaraba al violinista- que no sabía muy bien por dónde empezar, así que decidió que lo más simple sería hacer una composición reducida, con forma libre en la que el violín gozara de pasajes solistas. En tres meses el trabajo estaba concluido, lo compuso durante una estancia en Florencia.
La primera denominación de la obra fue El canto del amor triunfante, pero después Chausson lo cambió po Poema sinfónico y al final optó por la fómula más simple: lo denominó sencillamente Poema. Dura unos quince o dieciséis minutos y de él existen por lo menos tres versiones, una con acompañamiento de piano, otra con cuarteto de cuerdas y piano y, finalmente, una con orquesta.
Cau Ferrat en Sitgets |
Fue interpretado por primera vez en Sitges, en su versión para piano y violín, durante una fiesta en la casa (Cau Ferrat) del pintor catalán Santiago Rusiñol. Estuvo presente Chausson y los interpretes fueron su mujer al piano y el propio Ysaÿe al violín, entre los asistentes también se encontraban los músicos Isaac Albéniz y Enrique Granados. Gustó tanto que se tuvo que interpretar tres veces seguidas. Albéniz posteriormente lucharía para ver publicado el trabajo de Chausson pero encontró serios problemas, al final se encargaría él mismo de asumir los costes de su publicación. El autor nunca conoció este hecho.
No lo conocía, está muy bien. A partir de 3.26 me ha recordado varias veces al Cant dels ocells, muchísimo, (que reaparece al final, en 16) y luego a la Amorosa de Guridi, un momento, y también a La alondra ascendiendo de VW.
ResponderEliminarYsaye era también compositor. Me enteré por un endiablado bis que hizo Hilary Hahn en L’Auditori.
Pues no sabía lo de Ysaye. A mí también me lo recuerda.
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