Ayer tuvo lugar la inauguración de la temporada 2013-2014 de la Staatsoper Berlin en el Teatro Schiller (continúan las obras de rehabilitación en el Staatsoper Unter den Linden), la dirección musical, evidentemente, corrió a cargo de su director titular, Daniel Barenboim, lo extraño es el título escogido, no forma parte la ópera rusa del repertorio habitual del director argentino, tampoco la elegida se incluye entre las más famosas de las representadas fuera de Rusia, se trataba de La novia del Zar de Rimski-Korsakov. Afortunadamente se retransmitió por televisión.
La novia del Zar (Tsarskaya nevesta) se estrenó en Moscú hace poco más de una centuria, en 1899; aunque la acción se desarrolla en el siglo XVI en época de Ivan el Terrible, esta producción berlinesa, dirigida por Dmitri Tcherniakov (su producción de La ciudad invisible de Kitezh se verá próximamente en el Liceu) y coproducida con La Scala, está ambientada en pleno siglo XX. Desconocía la ópera, sólo había escuchado, y muy poco, alguno de sus fragmentos, así que me costó un poco entrar en el desarrollo de la acción y comprenderla plenamente, entre otras cosas (Tcherniakov incorpora un escenario giratorio, proyecciones y un plató de televisión) porque al principio se proyecta una conversación en un chat que no fue subtitulada correctamente por los de Mezzo (he averiguado que en él dos oscuros personajes intrigan sobre la posibilidad de crear un zar virtual, una vez creado éste deberán encontrarle mujer, en defintiva, la manipulación de las masas a través de los medios que pone a nuestro alcance la Red).
El argumento de la ópera gira entorno a un acontecimiento histórico, la muerte de la tercera esposa de Ivan el Terrible, a la que, según cuenta la tradición, había elegido entre 2.000 cantidatas, mezclando asuntos de amor (del tipo A se compromete con B pero quiere a C, que está prometida con D pero es requerida en matrimonio por E, el zar), ceremonias religiosas y brujería (pociones que enamoran y otras que envenenan). La música es muy ecléctica, estructurada en la tradición del Bel Canto con la incorporación de melodías del folclore ruso y una orquestación muy colorista en la que es muy relevante la participación de los vientos y percusión. Decía Barenboim en la entrevista que le realizaron en el intermedio que la dificultad de la ópera rusa estriba precisamente en su eclecticismo, no suena a ópera alemana, francesa o italiana sino que incorpora elementos de las tres, y los mezcla con influencias de la música popular rusa.
El bajo Anatoli Kotscherga se encargó de interpretar a Vasily Sobakin, correcto sin más; Olga Peretyatko, que pasó algún apuro circunstancial en el primer acto, fue su hija, Marfa Sobakina (un rol para soprano lírica con coloratura que se compara con el de Lucia di Lammermoor por su escena final), el oprichnik Grigory Cryaznoy corrió a cargo de Johannes Martin Kränzle; sin embargo, por encima de todos destacó la mezzosoprano Anita Rachvelishvili, por la credibilidad con la que encarnó a la desesperada Lyubasha y también por la belleza de su voz unida a la musicalidad y emoción de su canto (al margen de la cantante sus intervenciones están entre lo que más me ha gustado de la ópera). Como anécdota decir que también participó la gran Anna Tomowa-Sintow en un pequeño papel. Extraordinarios tanto los sonidos que surgían de la Staatskapelle como la matizada dirección de Daniel Barenboim, quien antes de comenzar dedicó un minuto de silencio al recientemente fallecido Patrice Chereau.
En definitiva, una ópera que desconocía, que me ha dejado un buen sabor de boca y ganas de repetir. En Youtube he encontrado una grabación de la ópera completa con una pinta estupenda: Galina Vishnevskaya, Irina Arkhipova, Vladimir Valaitis, Yevgeny Nesterenko, Andrei Sokolov, Vladimir Atlantov; Coro y Orquesta del Teatro Bolshoi, dir.: Fuat Mansurov, 1975.
Y para los que no tengan mucho tiempo y quieran escuchar algún fragmenteo os dejo dos arias de Lyubasha cantadas por Irina Arkhipova la del acto I, que es a capela y la del acto II, con orquesta (en la ópera va precedida de un dúo con Gryaznoy que tampoco conviene perderse) :
P.D: La de veces que he estado a punto de escribir La novia vendida -)
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