Muchísimas son las virtudes de Peter Grimes, desde la calidad de un libreto sin fisuras, escrito por Montagu Slater con aportaciones del propio Britten o del tenor que estrenaría el papel principal, Peter Pears, compañero sentimental del compositor, hasta el empleo de un lenguaje musical moderno, ni ultra-vanguardista ni conservador (lo que le permite llegar a tanto a un público sofisticado como a otro más tradicional), que se adapta perfectamente a la prosodia inglesa y que sabe reflejar tanto las situaciones más dramáticas como las más líricas, así como la psicología no sólo de los dos protagonistas principales, sino también la de cada uno de los personajes secundarios y de las masas, asimismo son magníficas las descripciones de los fenómenos de la naturaleza y su influencia en el ambiente que se respira en la ópera (especialmente el estado del mar en las zonas costeras del este de Inglaterra). Si tuviera que elegir un momento me quedo con la totalidad de la segunda parte del tercer acto me parece una obra maestra absoluta, con momentos de un lirismo arrebatador a la vez que trágico y profundo.
Peter Grimes nos habla sobre la soledad, la compasión, la injusticia social, el día a día de una sociedad provinciana, con sus prejuicios, sus curanderos, su abogado, su párroco, sus chismosos y sus prostitutas. También sobrevuela durante toda la obra el tema del amor y algunos han querido ver el de la homosexualidad, en el New Grove se dijo que la ópera era una "alegoría de la opresión hacia la homesexualidad", pensemos que en los años cuarenta del siglo XX todavía no se podía hablar abiertamente de este tema. Y, evidentemente, el tema "butterflairiano" del suicidio con el que acaba la ópera cuando el individuo es incapaz de controlar su situación personal. Cuando acaba la ópera a uno le queda el desasosiego por no saber si Grimes es en realidad ese monstruo que cree la población del Borough, un pederasta atormentado por una conciencia culpable (tal y como se muestra Grimes en el poema de George Grabbe, The Borough, en el que se basa la ópera), o un producto derivado de un entorno social corrupto que lo considera un criminal, un ser inadaptado, estigmatizado y excluido, no exento de cierta fiereza e incapaz de recibir ayuda, que es destruido por la propia sociedad, y ahí tenemos las dos opciones que tiene el cantante que interprete el protagonista principal, se puede decantar por la primera, más ruda, o la segunda, más rica o matizada (seguramente la opción preferida de Britten y Pears), aunque lo ideal tendría que ser moverse en ambos terrenos. Como dijo Britten en una entrevista para la revista Time: "cuanto más cruel es la sociedad, más cruel es el individuo". Pero no podemos dejar de observar que Grimes, y curiosamente el mundo en el que vive que vive no condena esta actitud, utiliza a los niños como un medio de incrementar su riqueza, como una mercancía más, y en ese sentido tampoco es un ser que despierte nuestras simpatías. Al final de la ópera, muerto Grimes, parecerá que no ha pasado nada, se levanta un nuevo día y del Borough ha olvidado todo, el coro canta la misma melodía con la que comienza el primer acto, pasado ya el prólogo, aquí no ha pasado nada.
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