Los pescadores de perlas es una ópera muy exótica, por su ambientación en Ceilán y por su instrumentación, con la participación, entre otros, de tamm-tam, triángulo, tamboril y dos arpas, En los últimos años se ha incrementado bastante su número de representaciones si se pone en relación a la escasa repercusión que tuvo poco después de su estreno. La historia es muy sencilla, el clásico triángulo amoroso: barítono y tenor enfrentados por el amor de una mujer que acaba con un final feliz tras la renuncia del barítono por el amor de la soprano,
La cavatina de Leïla, que algunos han comparado con el aria de Micaela en "Carmen "Je dis que rien ne m'épouvante" se sitúa al principio del segundo acto, estamos en las ruinas de un templo hindú desde el que se domina el mar, es de noche, el cielo está plagado de estrellas, Leïla se ha quedado sola y está atemorizada. Recuerda que en otros tiempos Nadir velaba por ella en la oscuridad de la noche y eso la reconfortaba, al mismo tiempo presiente que él está cerca. Tras un recitativo acompañado en el que las cuerdas remarcan la inquietud de la protagonista comienza la cavatina, las trompas apoyadas por los violonchelos introducen la melodía, que luego pasa a la voz y va fluyendo en su balanceo con delicadeza, melancolía y ornamentaciones exquisitas.
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Me voilà seule dans la nuit,
Seule en ce lieu désert où regne le silence!
Je frissonne, j'ai peur! et le sommeil me fuit!
Mais il est là! Mon c'ur devine sa présence!
Comme autrefois dans la nuit sombre,
Caché sous le feuillage épais,
Il veille près de moi dans l'ombre,
Je puis dormir, rêver en paix!
Il veille près de moi,
Comme autrefois, comme autrefois
C'est lui! mes yeux l'ont reconnu!
C'est lui! mon âme est rassurée!
O bonheur! Il est venu,
Il est là près de moi, ah!
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